Su espíritu artístico no sólo se manifestaba en el campo de juego. Era pintor («mi verdadero oficio, el fútbol es un hobby»), poeta, estilista y admirador de los Beatles, un grupo de flequilludos que sonrojaba a la conservadora sociedad de pago chico que era Como. En su mesa de luz reposaba un cráneo humano, porque le «traía suerte». El escritor y periodista Gianni Brera lo describió como «un símbolo de las libertades sociales en un país de conformistas».
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Su nivel era tan alto que la Federación italiana se vio obligada a convocarlo al seleccionado, más allá de que sus actitudes sociales irritaban a los carcamanes que comandaban el calcio. Se destacó en los amistosos previos a la Copa del Mundo e incluso le marcó un gol a Argentina en un encuentro disputado en el estadio Comunale que terminó 3-0. Tras una discusión con el DT Fabbri, estuvo a punto de quedar afuera de la convocatoria para el Mundial por su negativa a cortarse el pelo. En una entrevista, llevó a su gallina, la tomó del pescuezo y exclamó: «Ella dice que no está de acuerdo con Fabbri». Luego, su mascota lo hizo cambiar de opinión, porque finalmente accedió a ir a la peluquería y viajó al Reino Unido. Allí, la Nazionale jugó uno de los peores Mundiales de su historia.

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