PRIMERA ENTREGA: Capítulos 1 y 2

SEGUNDA ENTREGA: Capítulos 3 y 4

TERCERA ENTREGA: Capítulos 5 y 6

CUARTA ENTREGA: Capítulos 7 y 8

QUINTA ENTREGA: Capítulos 9 y 10

SEXTA ENTREGA: Capítulos 11 y 12

SÉPTIMA ENTREGA: Capítulos 13 y 14

CAPÍTULO 15

–Mientras el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de 73 años, se recupera de una manera asombrosa para su edad, el de Ecuador, Lenín Moreno, pelea por su vida. Informes de la clínica DAME, en donde permanece internado, dan cuenta de serias complicaciones cardíacas y pulmonares –decía Mariela Salamaca mirando hacia la cámara de la grúa.

Marcelo Doménica la observaba en silencio mientras ambos eran tomados por la “jirafa”, que se bamboleaba de un lado a otro para dar la sensación de peligro que tanto le gustaba a los espectadores. De fondo sonaba una música catástrofe capaz de poner los pelos de punta a cualquiera. El buen manejo que hacía el sonidista de los momentos del programa le daba siempre un plus de dramatismo que era clave para el éxito de audiencia.

–Recordemos que el vicepresidente de Ecuador, Otto Sonnenholzner, fue víctima del Ubik 20, aunque con síntomas muy leves, por lo que ya se lo considera inmunizado. Ecuador, como todos sabemos, es uno de los países de América Latina, junto con Brasil y Argentina, que ha tenido mayor foco de contagio. En ese triste ranking están también por orden de contagios Chile, Perú, México, Venezuela, Bolivia y Colombia. Más atrás, con un número muy bajo de infectados y muertos están Uruguay, Paraguay, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Haití, Nicaragua, República Dominicana y Panamá –respaldó Doménica la información que daba su compañera.

–Trump por ahora dejó el gobierno en manos del vicepresidente y ex gobernador de Indiana, Mike Pence. Igualmente, según fuentes de la Casa Blanca, Trump ya está ocupándose de algunos asuntos que, según su parecer, sólo él puede llevar adelante. Se supo que entre las innumerables muestras de solidaridad que recibió el presidente estadounidense, una de las más sorpresivas fue la de Xi Jinping, presidente de China, con quien después de haber roto relaciones comerciales hace seis meses y de haber protagonizado escaramuzas entre ejércitos de ambos países en Irán, mantuvieron una larguísima y amistosa charla y dejaron en pie la promesa de encontrarse, una vez que Trump estuviera recuperado, para establecer nuevas pautas en el comercio internacional –dijo Mariela.

Doménica no dejó pasar la oportunidad para mencionar que Xi Jinping también había padecido Ubik 20 y que estaba nuevamente en funciones desde hacía una semana y media.

–La charla entre Trump y Jinping versó fundamentalmente sobre las experiencias que había atravesado el presidente chino durante su enfermedad y sobre el futuro económico que ambos mandatarios imaginan para la salida de la pandemia, siempre según voceros de la Casa Blanca. Recordemos que el golpe que está recibiendo la economía global habla de una baja de entre el 5 y el 8 por ciento del PBI mundial y de una recesión que al menos duplicará los efectos de la Depresión del 1930. Estados Unidos, China y la Unión Europea jugarán un rol fundamental en la salida de la crisis. Poco pueden esperar los países más pobres o los emergentes si las grandes potencias no preparan paquetes de asistencia especial y renegocian las deudas de las naciones más pequeñas tanto con acreedores privados como con los organismos internacionales –dijo Doménica en una materia que conocía a la perfección, ya que la política internacional era una de sus debilidades.

La cámara dos se movió hacia la izquierda, lo que significaba que Mariela y Marcelo se tenían que desplazar hacia la derecha para ser enfocados. La “jirafa”, mientras tanto, se iba hacia atrás para ocupar otro lugar del estudio, en donde Ana se preparaba para comentar cómo estaba el tiempo en la ciudad y en el resto del país.

Mientras ocupaba su lugar al lado de Marcelo, Mariela decía:

–Es clave señalar que el presidente provisional de Ecuador, Otto Sonnenholzner, amnistió por decreto al ex presidente Rafael Correa, quien había sido expulsado del país por Lenín Moreno y condenado en un juicio exprés a 8 años de cárcel por irregularidades en la obra pública. Esa sentencia fue apelada ante el Tribunal Internacional de Justicia de las Naciones Unidas. Rafael Correa permanece asilado desde hace dos años en la Embajada de Bélgica en Quito para no ser detenido. Se espera que en las próximas horas, luego de la promulgación del decreto, Correa salga de su exilio obligado en la embajada y sea recibido primero por sus seguidores que ya se están concentrando en las adyacencias del edificio y luego por el propio Otto Sonnenholzner, quien dijo que no sólo indultará a Correa sino que además le levantará la otra sanción impuesta por la Corte Suprema de Ecuador, que le impedía participar en las elecciones que se realizarán en noviembre.

“Salgamos de acá. Nos caemos en el rating”, vociferaba Roberto por la cucaracha.

Marcelo lo ignoró y le hizo un gesto para que hiciera la videollamada que le había pedido en el corte:

–Ecuador, como el resto de Latinoamérica, ha sido víctima del lawfare, es decir de una guerra judicial, mediática y política contra los gobiernos nacionales y populares que gobernaron la región desde comienzo del siglo XXI y hasta hace cuatro años.

“Ya tenés a Zaffaroni en línea, Marcelo. Pero cuando después me rompan los huevos con el rating, hacete cargo vos de esta cagada”, le dijo Roberto a Marcelo por el auricular. Mariela, que también estaba en línea, escuchó la amenaza del productor y miró desconcertada a Doménica, quien siguió hablando con el tono parsimonioso de siempre:

–Muchos de ustedes se preguntarán que es lawfare. Para aclarar el tema estamos en comunicación vía Skype con el prestigioso ex juez de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Zaffaroni. Buenas tardes, doctor Zaffaroni. ¿Podría usted darnos una explicación más o menos sencilla de lo que es el lawfare?

La imagen se partió en dos; en una mitad quedó la cara de Zaffaroni y del otro Mariela y Marcelo, muy juntos, a la espera de la respuesta:

–Para decirlo en términos sencillos, el lawfare es algo así como una guerra jurídica o judicial. De hecho, su denominación viene de la contracción gramatical entre law y warfare, es decir ley y guerra.

–¿Cuál es el objetivo del lawfare? –intervino Salamanca.

–No hay demasiados secretos. Fue pensado básicamente para desprestigiar la carrera de un político o para trabar una política pública. También, por supuesto, se puede usar para otras cuestiones pero me parece que en este espacio nos estamos refiriendo específicamente a lo que ocurre en ese ámbito, ya que por lo que estaba viendo antes de salir al aire, el tema que los ocupaba era la situación del ex presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien fue condenado en un proceso insólito a 8 años de cárcel –dijo Zaffaroni.

Doménica, como habitualmente hacía, se quiso apoyar en la historia:

–¿Esto es algo nuevo o ya tiene un pasado?

Zaffaroni sonrió.

–Ya está todo inventado, Doménica. Cuando se aplican estrategias tan precisas, está más o menos claro que fueron probadas con anterioridad.

–¿Cuándo y cómo?

–Este concepto apareció por primera vez en una nota escrita por los australianos John Carlson y Neville Thomas Yeomans en un diario que ahora no recuerdo el nombre y que se titulaba “Whither Goeth The Law: Humanity y Barbarity”, que quiere decir algo así como “Hacia qué lugar va la ley: humanidad y barbarie”. Estos dos señores, de quienes debo admitir desconozco sus antecedentes académicos, consideraban que la búsqueda de la verdad, o mejor dicho de la justicia, había sido reemplazada por una guerra sucia que se llevaba adelante en los tribunales contra las personas que se oponían a un gobierno o a un régimen.

–¿De qué año es ese artículo que menciona? –insistió Doménica.

–De 1975.

Mariela se sorprendió:

–¿Y desde hace 45 años se utiliza?

–Fue probada en varios lugares, especialmente en Estados Unidos. Pero recién se sistematizó en 2001, cuando en un ensayo para la Universidad de Harvard, el profesor Charles Dunlap utilizó por primera vez el término lawfare, o sea el uso de la ley como arma de guerra.

–¿Se puede establecer una sistematización entonces? –preguntó Salamanca.

Y Zaffaroni no la defraudó:

–Por supuesto. Primero se elige un sector que se quiere desprestigiar, luego sigue un bombardeo mediático y para cerrar el círculo, aparece un denunciante que lleva ante la Justicia todo aquello que publicó la prensa. Debo hacer acá una digresión y decir que esas supuestas investigaciones periodísticas en realidad son carpetazos de los Servicios de Inteligencia para sacar de la cancha a la persona o al partido político apuntado. Luego, ya puesta en marcha la máquina judicial, empieza una retroalimentación mutua: los periodistas publican mentiras o noticias tendenciosas y la justicia actúa sobre ellas para darles legitimidad. Luego los jueces toman decisiones y la prensa se basa en esas determinaciones judiciales para seguir tirándole leña a una fogata de insensateces. Es muy básico pero al mismo tiempo muy efectivo. El lawfare sirve, primordialmente, para subordinar y controlar a los grupos menos poderosos a políticas hegemónicas.

–Muy claras sus explicaciones, Zaffaroni. Muchas gracias –cerró la nota Doménica, que ya no soportaba más los gritos del productor, que reclamaba ir urgente a un corte porque el rating estaba por el piso.

–Un placer conversar con ustedes.

Los monitores internos mostraron a Salamanca y a Doménica a imagen plena.

–Más claro, imposible –dijo Salamanca mirando a Doménica.

–Así es Marcela. Lo que todos todavía nos preguntamos es hasta dónde llegan los largos y poderosos brazos del lawfare, ya que para obtener a una condena judicial hacen falta varios pasos judiciales y varias revisiones de cámara. Y el ex presidente Correa fue condenado en primera, segunda y tercera instancia por algo que el más inepto de los abogados del mundo podría haber desactivado en cuestión de minutos. Es francamente insólito que para destrabar una mentira tan mal armada, se necesite un decreto del Poder Ejecutivo amnistiando a un ex presidente. Porque la pregunta que todos se deben estar haciendo en casa es: ¿si esto le pasa a gente poderosa como un ex presidente, qué queda para nosotros, para los ciudadanos de a pie, si por alguna razón cayéramos en las garras del lawfare? No tengo la respuesta. O mejor dicho, sí la tengo, pero no quiero formularla porque me da terror.

–Enseguida volvemos –cerró Salamanca el segmento del programa.

Y las luces del estudio se apagaron dejando a ambos periodistas a oscuras.

Doménica, en las sombras, pensó en dos lugares más para intervenir con el Ubik: el Poder Judicial y los Servicios de Inteligencia.

 

CAPÍTULO 16

–Todo esto está para el ojete –dijo Pablo sin consuelo una vez que se fueron Furia Sosa, Fortunato y García.

Marcelo sabía que después de cada reunión, a Pablo le agarraba la culpa. No era fácil para una persona como él cargar sobre sus espaldas con casi dos millones de muertos, más allá de que Doménica luchaba denodadamente por hacerle entender que ellos dos no eran los responsables y que sólo habían sido un instrumento del destino o de cualquier otra fuerza oculta o inmaterial que los había utilizado para darle al mundo la última posibilidad de cambiar, de ser mejor.

–Ya lo hablamos, Pablo. No podés dejarte ganar por la culpa por una sencilla razón: no cometimos ningún pecado. La paloma te mordió y eso es algo que no podías evitar. Pasó y punto. No podrías haber impedido la pandemia.

–Vos y yo sabemos que no es tan así. Si hubiésemos avisado antes, el Ubik 20 se podría haber aislado en los primeros lugares en donde se desparramó. Y mucha gente que hoy está muerta seguramente seguiría viva –insistía Contreras. 

–Hubiera sido imposible encapsular al virus, Pablo. Nadie lo habría conseguido. Estamos en un mundo globalizado, hiperconectado. No había forma de pararlo. Si en otras épocas, cuando el mundo era mucho más grande y llegar de un lugar a otro llevaba meses, también se producían epidemias más letales, es lógico imaginarse que nada de lo que vos o yo pudiéramos haber hecho o dejado de hacer habría cambiado el curso de las cosas.

–No estoy tan seguro– le dijo Pablo a Doménica intentando cerrar la conversación. Pero Doménica no estaba dispuesto a permitirlo. Ya era hora de terminar con las dudas de Contreras porque lo necesitaba convencido para seguir avanzado con el plan. Por lo que lo conocía, sabía que Pablo, ante la mínima duda, era capaz de tirarse para atrás. Y si lo hacía, lo que habían elaborado hasta ese momento ya no tendría sentido.

–En algo tenés razón, Pablo. Ya estamos cerca de los dos millones de muertos y ese número va a subir. Marissa ya nos dijo que los matemáticos de la OMS auguraban llegar cerca de los 30 millones. Que es un número tremendo, si lo tomás descontextualizado, pero que si lo pensás fríamente, está por debajo del 0,50 por ciento de la población mundial. Si la sociedad siguiera igual, en la próxima década moriría mucha más gente por guerras, hambrunas o enfermedades de todos los tipos. ¿Cuál es la diferencia? ¿Te deja más tranquilo que la gente se muera de a poco sin que vos te enteres? Te voy a ser franco: si la humanidad tiene que pagar el precio de 30 millones de vidas para que de acá en más vayamos hacia un lugar virtuoso, creo que nos están haciendo un descuento de más del 50 por ciento.

–No digas boludeces, Marcelo…. 30 millones de muertos…

–¿Sabés cuánta gente murió el año pasado en todo el mundo? –preguntó Doménica sin esperar la respuesta–. 62 millones. O sea 16 millones más de personas de las que habían muerto hace 20 años. ¿Y sabés por qué? Porque no se invierte en sistemas de salud, porque la ciencia y la tecnología están fuera de la agenda, porque no educamos a nuestros hijos como corresponde, porque la desigualdad del capitalismo ensancha la brecha entre los ricos y los que están afuera del mapa, porque los que se cagan de hambre se tiran al mar en lanchones y se mueren ahogados, porque las potencias pisotean los derechos de las naciones más pobres, porque hay guerras por todas partes, por accidentes, por atentados, por diferencias raciales y religiosas. Te repito el número, Pablo: 62 millones. ¿Y a vos te asusta que una pandemia que puede cambiar el destino del hombre mate menos de la mitad de esa gente? Es cierto, nosotros ya zafamos, y hasta se podría decir que somos egoístas porque no corremos ningún resigo de morir de Ubik, pero eso no cambia las cosas. Te tenés que sacar esa culpa pelotuda para que podamos poner en marcha el plan de contagiar a la mayor cantidad de gente que podamos y de esa manera hacer que el año que viene, en lugar de que se sigan muriendo millones por injusticias, y que seguramente serán más de 62 millones, podamos conseguir que ese número baje drásticamente de una vez y para siempre. 

Pablo negaba con la cabeza. Ni la crudeza del discurso de su amigo lo convencía. Marcelo no se rindió:

–¿Qué sabés de la peste bubónica o la peste negra? –preguntó.

–Generalidades –respondió Pablo.

–Fue la peor pandemia de la historia. Mucho más letal y extendida que la gripe española de 1918, esa que mató a 40 millones de personas.

–¿Y a qué viene la clase de historia?

–No te hagas el piola. No me chicanees.

Pablo asintió.

Doménica siguió adelante con su idea:

–La peste negra arrancó en Eurasia en 1347 y duró seis años. Estamos hablando de 1347 y sólo en Europa, Asia y África hubo más de 80 millones de muertos en un mundo que tenía 400 millones de habitantes. O sea que se cargó a un quinto de la población. No voy a entrar en detalles de qué era o cómo se desparramó porque no viene al caso. Si querés saber más, metete en Google y enterate. Sólo te la menciono para que sepas que después de la peste negra y de esos seis años de terror, la matriz de la sociedad cambió por completo. Terminó la Edad Media y arrancó el Renacimiento. Y no te tengo que contar qué fue el Renacimiento, ¿no? Los cambios que introdujo en la sociedad en todos los ámbitos. ¿La peste bubónica fue un desastre? Sí. Claro. Pero son cosas que pasan. Para mí esa fue la penúltima oportunidad que tuvo la sociedad de ser mejor. Yo creo que ahora estamos frente a otra ocasión. Y no la quiero dejar pasar. Y sé que vos tampoco querés que todo siga igual o peor de lo que está. Porque los dos sabemos que si no ocurría algo como esto, el mundo iba derechito a chocarse contra el iceberg y a hundirse como el Titanic.

Doménica había gastado su bala de plata. Ya no le quedaban más argumentos para utilizar ante su amigo. Si realmente querían seguir adelante, necesitaba el acuerdo de Pablo. De otra manera, no había posibilidad de buen final.

Finalmente Pablo dijo lo que Doménica esperaba ansioso:

–Ok. Arranquemos con la Asociación de Bancos, la Unión Industrial, la Cúpula de la Iglesia y por los servicios penitenciarios. Una vez que lleguemos a esos lugares, vemos cómo seguimos adelante con los políticos. Es como vos decís. Para que las cosas cambien, necesitamos contagios masivos.

Doménica sintió que se le aflojaba el cuerpo.  

 

NOVENA ENTREGA: Capítulos 17 y 18

DÉCIMA ENTREGA: Capítulos 19 y 20

UNDÉCIMA ENTREGA Y FINAL: Capítulos  21, 22 y 23