«Nací a diez cuadras de donde nació Diego, en Villa Fiorito, pero me crié en Lugano. Ahí empecé a jugar, ese es mi barrio. Los partidos se armaban entre las tiras de monoblocks, había mucha pica y siempre terminaban a las piñas. Miles de veces fuimos en cana. En la comisaría te daban con el bastón. Yo tenía el pelo largo y no quería que me agarraran porque te pelaban». Allí también se ganó el apodo que lo acompañó para siempre pero del que renegó al principio: «No me gustaba nada. Un día, en la desesperación por agarrar una pelota que se me iba mientras jugábamos en los potreros de Lugano I y II, grité: “Dejala, dejala, jala jala”. Entonces, un amigo me dijo que parecía un turco y quedó».

Los que hacemos Un Caño estamos felices por volver a la calle con nuestro nuevo libro, “22 Locos”, de la mano de la Editorial planeta. Pero también sabemos que en un universo multimedia, la palabra lisa y llana a veces puede quedarse corta. Por eso, además de un pequeño adelanto de cada personaje reseñado, elegimos subir día por día una galería de imágenes y una selección de videos de los jugadores en cuestión. Un material complementario, digamos. O un anzuelo: si les gusta lo que ven, piquen y vayan a buscar el texto completo a su librería amiga.

Podés comprar “22 Locos”, el primer libro de la colección Un Caño, en el sitio de Editorial Planeta.

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