Hace 26 años la Selección Argentina que se preparaba para el Mundial de Italia jugó un partido irrelevante, que nadie recuerda y del que se hace difícil encontrar algún dato. El 3 de abril de 1990, el equipo dirigido por Carlos Bilardo enfrentó al Linfield FC, un equipo de la Primera División de Irlanda del Norte.
Lo que hizo significativo aquel partido jugado en Belfast es que ese día se pudo cortar, por fin, con una inusitada racha negativa de la Selección Argentina que venía de nueve partidos consecutivos sin victorias y, para peor, sin marcar goles.
Nueve meses antes, el 8 de julio de 1989, Argentina le había ganado 1-0 a Uruguay en la fase de grupos de la Copa América de Brasil. El gol, marcado por Claudio Caniggia a los 69 minutos, aseguró la clasificación para la ronda final que se jugaría entre cuatro equipos -los dos primeros de cada grupo-, todos contra todos, para consagrar al campeón. En el partido siguiente jugado el 10 de julio, Argentina empató sin goles frente a Bolivia. Dos días después, ya en instancias decisivas, perdió 2 a 0 contra el local, Brasil. Cayó luego ante Uruguay por el mismo resultado (0-2) y finalmente se despidió del torneo sin pena ni gloria, empatando 0 a 0 contra Paraguay.
Durante esa Copa América, Bilardo se cruzó con Jorge Valdano, que ya se había retirado del fútbol y cubría el torneo como periodista acreditado por el diario El País de España. El entrenador, que observaba un déficit en la ofensiva de su equipo, tanteó al ex delantero -campeón en México 1986- para saber si lo entusiasmaba la idea de volver a la actividad y jugar el Mundial de Italia. Valdano respondió ni. En diciembre, volvieron a encontrarse en la fastuosa fiesta de casamiento de Diego Maradona con Claudia Villafañe, en el Luna Park de Buenos Aires. El entrenador insistió con su oferta. Valdano aceptó calzarse otra vez los botines y volvió a entrenar con el equipo.
El seleccionado jugó un partido más antes de terminar aquel año. El 21 de diciembre empató sin goles frente a Italia en un amistoso jugado en Cagliari. En enero de 1990 Valdano se incorporó al grupo e integró el equipo en otro amistoso disputado en Montecarlo. A pesar de sus años de inactividad, Valdano fue, esa tarde, el mejor delantero de Argentina que cayó derrotada 2 a 0 ante un Mónaco en el que brillaba Ramón Díaz.
El estrafalario calendario programado por Bilardo continuó con una breve y decepcionante gira centroamericana de dos partidos: empate 0 a 0 contra un combinado de Guatemala y derrota 2 a 0 contra México en Los Ángeles.
Faltaban pocos meses para el Mundial y el ambiente empezaba a caldearse en contra de Bilardo y del equipo en general. ¿Por qué no le podemos ganar a nadie? se preguntaba la revista El Gráfico. La circunstancia de no marcar goles en los últimos ocho partidos empezaba a pesar, lógicamente, en la conciencia de los jugadores. Se programó un partido contra Escocia en Glasgow y unos días antes del encuentro, como para echar leña al fuego, un periodista difundió un dato bastante impreciso y de improbable comprobación: si Argentina no convertía en el partido frente a los escoceses antes de los seis minutos de juego, batiría un récord mundial de ineficacia en el arco contrario de una Selección Nacional. Cierta o no, la estadística detonó una presión adicional de la opinión pública sobre los jugadores.
Aquello de no marcar goles durante tantos partidos era una indignidad para la selección campeona del mundo. A los jugadores esa circunstancia no nos gustaba para nada. -recordó Jorge Valdano muchos años más tarde- Pero en el inicio de la charla técnica previa al choque con Escocia, Bilardo tuvo la virtud de desactivar la tensión de una manera insólita: “…No se les ocurra meter un gol antes de los seis minutos porque nos quedamos sin récord. Y nosotros tenemos que estar en todas las conversaciones, las buenas y las malas. Después de los seis minutos hagan lo que quieran…” Ruggeri lo acompañó en la ironía con un comentario aún más disparatado: “…Cuando pasen los seis minutos usted avísenos, Carlos. Ahí nosotros tiramos la pelota afuera, festejamos un ratito y después seguimos jugando.
Pero Argentina tampoco consiguió marcar un gol en ese partido frente a Escocia. Ni antes ni después de los seis minutos. Perdió 1 a 0 y la maldita racha negativa se estiró a nueve partidos. 810 minutos. Sumando los veinte que faltaban jugar cuando Caniggia convirtió por última vez contra Uruguay, los minutos eran exactamente 830. Casi catorce horas. Lo que dura una temporada completa de Mad Men o un vuelo transpolar.
Finalmente el ayuno terminó unos días después, a poco de iniciarse aquel irrelevante partido jugado en Belfast frente al Lindfield FC, del que se cumplen 26 años. Fue un típico gol de jugada preparada de un equipo de Bilardo. Y como el destino suele ser irónico, ese gol, que terminó con aquella temporada en el infierno que duró casi diez meses, lo marcó el jugador más cuestionado del equipo, un defensor, Néstor Lorenzo.