Milán luce bajo el único día de sol de todo el invierno. En la céntrica via Statuto se mezcla el tráfico horrible con tranquilos paseantes que lucen elegantes abrigos cruzados, calcetines de colores, gafas de sol y fulares de brillos imposibles. El Fenómeno ha vuelto a la ciudad y parece que ha vuelto la primavera. En la tienda convertida en plató lucen camisetas con el 10 y el apelativo que los interistas otorgaron a Ronaldo Nazario después de una noche europea en la que decidió convertir a Nesta en juvenil cada vez que enfrentaba la portería del Lazio. De aquella exhibición han pasado 20 años y Nike aprovecha la efeméride para homenajear al modelo de botas que creó para él y para la historia del fútbol moderno. Las Nike Mercurial fueron el primer golpe en la mesa de la marca americana en un deporte hasta entonces creado y vestido por otras firmas europeas. Ronaldo, su velocidad y la llegada del Mundial… su Mundial, eran la combinación perfecta para revolucionar el calzado de este deporte. Llega Ronaldo al evento.

Se sienta a la mesa y lo primero que hace es tomar el molde de su pie y enseñar su famosa sonrisa. “Cómo hemos cambiado”, parece pensar este cuarentón con sudadera. Su aspecto es el del exjugador que todos conocemos. Pelo rizado, cara hinchada, ojos rasgados, cuerpo imponente. Luego nos explicará cómo lleva su relación actual con el deporte. Primero, toca recordar los años que le convirtieron en icono.

Un aficionado interista golpea el cristal de la tienda para saludar al ídolo. Ya le han perdonado que se fuera al Real Madrid después de una recuperación mágica para ganar el Mundial de Japón y Corea en 2002 después de casi dos años de rehabilitación.

Pasado el tiempo solo quedan los bonitos recuerdos de una ciudad que lloró casi como toda Italia las dos lesiones consecutivas que truncaron la carrera estelar del delantero. Ronaldo también parece habérselo perdonado y vive en paz consigo mismo. “Echo de menos marcar goles y sentir la energía de esos momentos. Quizá sea el único momento que echo de menos, los partidos. Porque todo lo demás era un gran sacrificio para todo, para los jugadores y todo el mundo porque durante una temporada estábamos completamente volcados en el equipo. Muchos viajes, entrenamiento a diario, poquísimas vacaciones, poquísimo descanso, muchos partidos…”.

TOALLA Y SUDOR

Entre microentrevista y microentrevista a los medios invitados, Ronaldo seca el sudor de su frente con una toalla blanca. No hace un calor especial pero está algo enfermo. Tos, ojos hinchados y la voz cavernosa. El gesto del sudor y su contundencia física recuerdan a su pariente en el Olimpo, Diego Maradona. Pero es un espejismo. El cerebro del brasileño es una nave espacial comparado con el del barrilete cósmico (cometa en el vocabulario de Argentina) como apodó el periodista Víctor Hugo Morales al 10. Ronaldo coge los últimos ejemplares de Líbero, se ríe con el retrato de Roberto Carlos y hojea la revista, se detiene en un reportaje del hermano de Zico: “Edu, fue profesional, jugó en varios equipos”. “Mi amigo Roberto”, señala. Precisamente su colega fue el que vio su muerte en vida en un hotel de París antes de la final del Mundial de 1998. Roberto Carlos gritaba: “¡Ronaldo se muere, Ronaldo se muere!”, al ver las misteriosas convulsiones y la espuma en la boca del delantero. “Perdí la Copa del Mundo pero gané la vida”, dijo Ronaldo al recordar el nebuloso suceso que se definió como epilepsia o crisis cardiaca.

PRECISAMENTE SU COLEGA FUE EL QUE VIO SU MUERTE EN VIDA EN UN HOTEL DE PARÍS ANTES DE LA FINAL DEL MUNDIAL DE 1998. ROBERTO CARLOS GRITABA: “¡RONALDO SE MUERE, RONALDO SE MUERE!”, AL VER LAS MISTERIOSAS CONVULSIONES Y LA ESPUMA EN LA BOCA DEL DELANTERO.

El funeral por el capitán de la Fiorentina, Davide Astori, se ha producido horas antes del encuentro y Ronaldo se une al dolor y al recuerdo por el jugador ante la prensa. No puede evitar activar el piloto automático en algunas respuestas, pero rasca en su memoria para apuntar algunas claves de su talento: “Empecé a hacer entrenamientos de atletismo en el Inter. Eso siempre me ayudó mucho porque en los primeros metros sacaba diferencia a cualquiera. El entrenamiento con material correcto te hace ganar segundos siempre. Supe aprovechar todo lo que tenía y siempre busqué mejorar mis condidiciones físicas. Un delantero necesita ganar dos metros al arrancar”.

Sus dos primeras temporadas en Italia completaron el trienio mágico que comenzó en Barcelona. 37 partidos en el Barça, 34 goles. En su primer año en el Inter: 25 goles en 34 partidos. Y regates, jugadas y arrancadas con el balón acariciado por su empeine en plena autopista. Llegó el maldito tendón rotuliano y amaneció otro jugador. Igual de imparable pero con otras cualidades. Le preguntamos por aquella segunda etapa de su carrera, la que comenzó saliendo desde el banquillo para sustituir a Portillo contra el Alavés. “Fue increible. Un día muy especial.

Tenía una tensión muy grande. Estrenar en el Bernabéu con el Madrid era una responsaibilidad muy grande. Entré, faltaban 20 minutos. Me había preparado un montón para aquel momento, estaba físicamente muy bien y después de haber tardado como tres semanas para debutar, fue un gran debut, mucho mejor de los sueños que había tenido”, explica. Los dos goles de aquella tarde eran reveladores del nuevo Ronaldo. Control y remate.

Todo igual de rápido pero en 10 metros menos de lo que hacía antes de las lesiones. Igual que aquel Michael Jordan que mejoró su tiro en su vuelta a las canchas para evitar esfuerzos atléticos bajo el aro, Ronaldo decidió alejarse de las jugadas para aparecer en el área. Inteligencia pura y conocimiento detallado de las capacidades de sus músculos. Resulta cómico y simpático ver ahora a Ronaldo, con ese aspecto redondo, comentar el sufrimiento de los entrenamientos. Pero hay mucha sinceridad en el amargor de sus recuperaciones, en el infierno de cada gota de sudor en el gimnasio.

JUEGO MUCHO AL TENIS, ME ENCANTA. ME LESIONO MUCHO MENOS EN EL TENIS. CREO QUE HE ENCONTRADO MI DEPORTE

“Echo de menos la adrenalina de entrar el campo. He peleado mucho con mi cuerpo. Siempre he ido buscando lo que mi cuerpo me pedía. He hecho un sacrificio tremendo para estar bien físicamente y poder rendir”. Ese desgaste todavía le deja secuelas.

-¿Cuándo es la última vez que jugaste al fútbol?

-Jugué en diciembre, me hice un tirón en el posterior y llevo dos meses sin entrenar pero ya estoy listo para empezar otra vez.

-Ahora juegas al tenis. Te ví un día en el parque de El Retiro.

-Juego mucho, me encanta el tenis, me lesiono mucho menos en el tenis. He encontrado mi deporte.

Se ríe con su ocurrencia con el tenis. Es como si Picasso tocara la flauta tres tardes y dijera: “Me encanta la música. He encontrado mi arte”. Pero así es Ronaldo, apenas hay vanidad en su comportamiento y en sus respuestas. “Que me llamaran fenómeno suponía un orgullo pero también era más responsabilidad para ser un ejemplo dentro y fuera del campo”, dice. Se sabe mito y eso le ayuda a resistir las comparaciones. Preguntado por si la recuperación de Neymar para el Mundial se asemeja a la reconstrucción de su rodilla para ganar el Mundial de 2002, apenas muestra una cara de extrañeza y responde: “Lo suyo es mucho más fácil que lo mío”. También recomienda al 10 brasileño que se “abstraiga de la presión”. Algo que él practico como pocos para rendir en finales.

RONALDO PORTUGUÉS

A pesar de que Ronaldo apenas supera por un año la cuarentena habla con lejanía y tranquilidad de la actualidad del fútbol. -¿Cómo llevas que un adolescente piense que Ronaldo es portugués? -Lo llevo muy bien porque no he sido ni seré nunca único en el fútbol. Esta historia del fútbol conmigo comienza porque yo admiraba a muchos jugadores y quería ser como ellos. Mi parte la he hecho muy bien y muchos grandes jugadores se han influenciado por mi manera de jugar y creo que ahora Cristiano Ronaldo, Messi y Neymar lo están haciendo muy bien para que el fútbol sea siempre el deporte más querido y practicado siempre.

También es un maestro huyendo de conflictos. Vive en Madrid y participa con el Real Madrid en actos institucionales. A pesar del amargo final con contínuas lesiones y la sensación de que era un jugador que había dicho basta a la exigencia, sus números en la capital de España fueron muy regulares. Es el único club donde superó los 100 goles oficiales (104 en 177 partidos). Su relación con el público del Bernabéu fue explosiva, como en su comentado debut de locura y también con las dudas que generó su particular manera de jugar, aislado del trabajo funcionarial de un partido, para marcar la diferencia a su elección. “Yo he venido a tocar el piano, no a correr a su alrededor”, se defendió. Genio. “Casillas y Ronaldo”, ninguneaba la prensa a aquel equipo de principios del siglo XXI. Inauguró una etapa de velocistas en Chamartín, acostumbrado a jugadores de personalidades y talentos diferentes y sufrió esa incomprensión que hoy vive otro atleta como Gareth Bale.

RONALDO NO TIENE CONSTANCIA DE QUE EL PÚBLICO NO ENTENDIERA SU JUEGO: “NO CREO, INCLUSO MUCHO ANTES DE MÍ SIEMPRE HUBO EN MADRID GRANDES DELANTEROS QUE MARCARON ÉPOCAS COMO HUGO SÁNCHEZ.

Sin embargo, Ronaldo no tiene constancia de que el público no entendiera su juego: “No creo, incluso mucho antes de mí siempre hubo en Madrid grandes delanteros que marcaron épocas como Hugo Sánchez, Zamorano… delanteros centros que acostumbran a tener también mucha calidad con los pies. Pero sí, la velocidad siempre ha sido mi cualidad principal. Intentaba posicionarme en el campo de manera que me hicieran falta 10 metros para poder tirar a puerta. Pero sí, creo que lo que busca la gente de Madrid es que gane el Madrid y el Madrid ha ganado de diferentes maneras, jugando de diferentes maneras y estrategias y un equipo se hace grande por sus jugadores y su compromiso con la victoria”. 

 


*Publicado originalmente por la Revista Líbero.