La imagen forma parte de los recuerdos de todos los hombres adultos que crecieron en la década del noventa. Aquella figurita de album futbolero no mostraba una acción de juego ni tampoco al protagonista en la clásica pose oficial. La estampa de un hombre de anteojos de sol, con una guitarra colgada en su cuello y muy lejos de cualquier cancha convirtió a esa figurita en una de las más codiciadas de la colección. Así muchos conocieron a Alexi Lalas, uno de los íconos del fútbol estadounidense.
La década del noventa marcó el comienzo de la era mediática del fútbol. Es cierto que desde hace mucho tiempo los jugadores son celebridades y eso no es algo exclusivo de nuestra época, sin embargo en los noventa se afianzó la idea de que el juego más popular del planeta es también un negocio descomunal y sus protagonistas se convirtieron en engranajes de una maquinaria que excede al deporte. Así, Alexi Lalas se hizo famoso mundialmente no sólo por su aceptable calidad como defensor central, sino también por su extravagante apariencia.
En el crecimiento del fútbol como fenómeno mediático tuvo mucho que ver que la Copa del Mundo de 1994 se disputara en Estados Unidos. Fue el momento clave para que el máximo evento aterrizara en el corazón del capitalismo. Lalas entendió a la perfección su época y por eso se convirtió en un símbolo. Su aspecto lo convierte en un loco, pero también sus actitudes y sus pensamientos.
“El fútbol es mi trabajo, pero yo llevo la música dentro; nací con ella”, afirmó alguna vez Alexi y dejó en claro que nunca tuvo solo una prioridad en su vida. Como Julio Elías Mussimesi mucho tiempo antes en nuestro país, Lalas fue valorado del mismo modo por su talento para el deporte y para la música. Las diferencias entre ambos personajes son las mismas que entre dos épocas tan distantes. Lalas pasó a la historia por su apariencia, además de por sus talentos.
El hombre nació hace 46 años en Birmingham, una ciudad del condado de Oakland, en el estado de Michigan. Panayotis Alexander Lalas dice su documento de identidad, lo que deja en claro sus orígenes griegos. Mientras aprendía a tocar la guitarra, era figura de los equipos de fútbol y hockey de su escuela secundaria, la Cranbook Kingswood School. A los 17 años fue premiado como el mejor juvenil de Michigan y al mismo tiempo era capitán y figura del equipo escolar de hockey. Recién se decidió por el fútbol a los 21 años, tras coronarse campeón nacional universitario y mejor jugador de la Liga.
Debutó en la Selección nacional en 1991 y su figura no pasó inadvertida. Un defensor de casi dos metros, colorado casi rubio, con el pelo y la barba de un ZZ Top y una fortaleza física poco común para el medio local. Enseguida se convirtió en uno de los íconos del Seleccionado que se preparaba para ser anfitrión en el Mundial. Hasta se ganó la adoración de los escoceses después de marcarle un gol a Inglaterra en un amistoso. Tony Meola y su pinta de galán de cine, Eric Wynalda y su talento sudamericano y Lalas le dieron vida a uno de los equipos más recordados de la Copa de 1994.
Antes del Mundial, Lalas había jugado los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y la Copa América de Ecuador 1993. Por eso, llegó con la experiencia justa para destacarse en la histórica victoria contra Colombia y en el juego contra Brasil a pesar de la derrota en octavos de final. El pueblo estadounidense despidió con aplausos al combinado local y le profesó su amor a un zaguero que, además de representar a la perfección al estilo de vida de cierto sector del país, se destacó dentro del campo de juego.
Esa buena actuación le permitió convertirse en el primer estadounidense en jugar en la Serie A. Padova lo contrató y allí jugó durante dos temporadas, en las que le convirtió goles a AC Milan e Inter, ni más ni menos. Fue adorado por los tifosi padovani pero en 1995 se fundó la Major League Soccer y Lalas fue uno de los primeros jugadores en ser fichados. Jugó dos años en New England Revolution, hasta que en 1997 pasó a Emelec de Ecuador, donde permaneció un mes entero. Sí, se ve que Guayaquil no era un sitio adecuado para su estilo de vida.
Sí lo fue Nueva York, sede de Metrostars, su segundo equipo en la MLS. Allí permaneció una temporada, antes de pasar a Kansas City Wizards, donde jugó un año más. En 2000 decidió dedicarse de lleno a la música y se alejó de las canchas, aunque regresó en 2001 para jugar en una ciudad mucho más acorde a su forma de vida. En Los Angeles Galaxy jugó tres temporadas, hasta su retiro definitivo en 2003, cuando tenía 33 años de edad. Luego se convirtió en presidente del club y fue pieza clave en la llegada de David Beckham a la MLS.
Tras retirarse, supo despuntar el vicio futbolero en un equipo llamado Hollywood United FC, donde jugaron varias ex figuras de la MLS y algunas estrellas del espectáculo, como los actores Anthony LaPaglia, Dermot Mulroney y Jason Statham y músicos como Paul Cook y Steve Jones (Sex Pistols), Billy Duffy y Ian Astbury (The Cult) y Vivian Campbell (Def Leppard). Por supuesto, nunca se sintió más cómodo que en este club de la quinta división de Estados Unidos.
Como no podía ser de otra manera, Alexi tuvo una intensa actividad mediática durante su carrera y después de la misma. Fue invitado a los shows televisivos de Jay Leno, David Letterman y Conan O’Brien, los tres programas más importantes de Estados Unidos. En ellos habló de fútbol, de música y también de las diversas causas humanitarias que apoya. Además, colaboró en el libro “Soccer for dummies”, en el que se enseñan los fundamentos básicos del juego. En tanto, su carrera musical es muy digna: formó parte de un grupo llamado The Gypsies y publicó varios albumes como solista, el último de los cuales salió en junio de 2014.
Hoy, aquel rockero de la figurita del Mundial 1994 es un señor afeitado y peinado que se destaca como tuitero y comenta partidos con profesionalismo y criterio. Pero en nuestro recuerdo siempre será un rockstar.