Julian Barnes es un escritor inglés que nació en Leicester hace 70 años. De prosa elegante, el más francés de los autores ingleses –como fue llamado por algunos críticos- resulta difícil pensarlo fuera del ámbito literario. Ni hablar pensando en fútbol, revisando los resultados en el diario del lunes.
Sin embargo, el hombre no sólo es hincha del club de su ciudad, el flamante campeón Leicester City, sino que dejó publicada una referencia a un título obtenido por su equipo en un gran libro de relatos del año 1990: Una historia del mundo en diez capítulos y medio.
El último cuento de aquel libro, llamado El sueño, transcurre en el cielo. Un cielo al que va a parar el narrador, en el que nada es como se había imaginado y en el que, entre otras cosas, se puede conseguir todo lo que uno desee. De hecho, el detalle que le revela a Barnes que no puede estar vivo es la primera plana del diario con el campeonato de los suyos. Transcribimos el tramo premonitorio:
“Abrí el periódico que Brigitta había tenido el detalle de poner en mi bandeja y casi derramo el té. Bueno, lo derramé, sólo que esas cosas ya no le preocupan a uno. Era noticia de primera plana. Bueno, lo habría sido, ¿no? El Leicester City había ganado la Copa. En serio, ¡el Leicester City había ganado la Copa! No se lo habrían creído, ¿verdad? Bueno, puede que ustedes se lo creyeran, si no entienden nada de fútbol. Pero yo sé unas cuantas cosas sobre fútbol, y he apoyado al Leicester City toda mi vida, y yo no me lo hubiera creído, ésa es la cuestión. No me malinterpreten, no estoy criticando a mi equipo. Es un buen equipo, muy bueno a veces, pero nunca gana las grandes competiciones. Campeones de Segunda División, tantas veces como quieran, oh, sí, pero nunca han ganado la Primera División. Subcampeones, una vez, sí, sin problemas. Respecto a la Copa…, es un hecho innegable, que en todo el tiempo en que yo he sido hincha del Leicester City (ni antes de eso tampoco) nunca han ganado la Copa. Tuvieron un buen historial de llegar a la final en los años de posguerra… y un historial igualmente bueno de no llevarse el trofeo. 1949, 1961, 1963, 1969, ésos fueron los años negros, y una o dos de esas derrotas fueron, en mi opinión, especialmente cuestión de mala suerte, de hecho yo señalaría… De acuerdo de acuerdo, ya veo que no les interesa el fútbol. No importa siempre y cuando entiendan el dato fundamental: el Leicester City nunca había ganado nada que valiera la pena y ahora se había alzado con la Copa posprimera vez en la historia del club. Y además el partido debió de ser la mar de emocionante, según el periódico: el City ganó por 5 a 4 en la prórroga después de ir perdiendo nada menos que cuatro veces. ¡Qué actuación! ¡Qué mezcla de destreza y puro carácter! Me sentía orgulloso de los muchachos. Brigitta me conseguiría el vídeo al día siguiente, estaba seguro de que podría. Mientras tanto, bebí un poco champán con el desayuno que tomé de cena.”
Es cierto que el festejo del Leicester esta vez no fue en la Copa, pero vale la pena destacar la consagración ficcional de un equipo que nunca aspira a los títulos. Todavía hay una referencia más del autor a su club amado en ese mismo cuento.
“El entrenador nacional elegía a todo el equipo del Leicester City en bloque para representar a Inglaterra en la Copa del Mundo y volvían con el trofeo Jules Rimet (derrotando a Brasil 4 a 1 en una final memorable)”.
Sabemos que es imposible que se cumpla este designio: el trofeo para el campeón del Mundial ya no es más la Jules Rimet.
En una vieja nota publicada en el diario The Observer, Barnes explicó algunos motivos de su afición y resumió en una frase su pensamiento a la hora de escribir al Leicester en la gloria: “En el cielo, ganamos la FA Cup. En la Tierra somos un equipo que anda seguro en la mitad de tabla”.
De paso nos llevamos una reflexión acerca del dinero en el fútbol, de ese mismo artículo.
“Mi momento de mayor miedo como hincha fue en Highbury. Yo estaba sentado detrás del arco de Tim Flowers cuando de pronto Bergkamp, Overmars, Vieira, Henry y Kanu se acercaron a nuestra área. Yo pensé: ‘Eso es talento, pero también es dinero que viene hacia mí, dinero que nunca tendremos’. Fue un punto bajo en mi relación con el fútbol porque confirmó nuestro destino de equipo de mitad de tabla. Salvo que nos compre Al-Fayed”.
Festeje ahora por partida doble, elegante Sr. Barnes. A sus 70 años, vio a su club campeón de Premier. Sin dinero. Sin Al-Fayed. Con unos huevos enormes y la capacidad de llevar hasta el final esa fantasía que usted sólo supo escenificar en el cielo.