Si decimos Ciudad Juárez asumimos que van a pensar en narcos, en armas, en muerte. Difícilmente, en fútbol. Los amigos de Copa90 se fueron hasta el norte de México, en la frontera con EEUU, para conocer cómo se vive la pasión por la redonda en la ciudad que hasta hace unos años era la más violenta de todo el planeta. Como siempre, hablaron con todos, desde el alcalde hasta uno de los miembros de la hinchada de Los Bravos, como le dicen al equipo. Sus testimonios intentan explicar cómo la violencia había tomado Ciudad Juárez y cómo la pelota tiene hoy un rol central en la lucha de esa comunidad por reconstruirse.
En 2010, cuando diez personas eran asesinadas cada día en la capital mundial de la violencia, los Indios de Juárez, el equipo de ese entonces, jugaban sus últimos partidos en Primera. Los Indios eran lo único de Juárez que no se vinculaba a la muerte. La guerra territorial por un lugar clave para traficar droga había tomado por completa a la ciudad.
“La violencia se salió de control. Llegó el momento en el que no salíamos de nuestras casas”, cuenta uno de los pibes que integra FC Juárez, el actual equipo local. El fútbol murió pronto, como todo ahí en esa época. “Era imposible tener un club con la ciudad viviendo así”, dice la dueña de FC Juárez, que surgió en 2015 y hoy es parte de esa refundación. “Tener un equipo es una señal de que la ciudad esta viva”, dice uno de los testimonios. “Con el fútbol volvió la esperanza”, agrega otro. Sus hinchas asumieron el estigma violento con que se identifica a Juárez. Decidieron llamarse El Kartel para resignificar la cultura narco en la que viven. “Somos el Kartel de los buenos”, dice uno de ellos. “Trafiquemos amor”, se lee en las calles.
FC Juárez se quedó en la puerta del Ascenso este año. Pero su aporte a la redención de esa comunidad, rescatando a pibes de las bandas narcos, ya vale un campeonato. Vengan a conocer Ciudad Juárez. Nos llevan los amigos de Copa90 y nos protege el fútbol. Qué, parece, todo lo puede.