El 25 de julio de 1963, en la pantalla del cine Renacimiento de la calle Lavalle -y en veinticinco salas simultáneas- se estrenó la película Pelota de cuero, dirigida, interpretada y escrita por Armando Bo, sobre un argumento original del periodista Ricardo Lorenzo más conocido como Borocotó.
“¡Risas y Lágrimas! ¡Emoción de muchedumbres!” prometía el programa que a cambio de una obligada propina al acomodador recibían los espectadores. Sin embargo las críticas no fueron tan optimistas:
“Nada tan falso como este film” opinó Antonio Salgado en Tiempo de Cine; “La labor del director Armando Bo es bastante mediocre; el color y el sonido muy defectuosos”, dijo el diario La Prensa.
Según los autores del Diccionario de films argentinos (Ediciones Corregidor, 1995), la película es “Una decadente y tardía secuela de Pelota de trapo con mucho de El hijo del crack y un tremendismo difícil de creer.”
A pesar de estas contundentes opiniones, no podemos, queridos lectores de UN CAÑO, dejar de recomendarles que se tomen poco más de una horita y vean esta película.
Quienes tuvimos la oportunidad de disfrutar de aquella inolvidable saga de films protagonizados por Isabel Sarli, aprendimos que el cine clase B o de bajo presupuesto puede, en manos de Armando Bo, nuestro Ed Wood nacional y popular, volverse una experiencia sublime e irresistible.
Pelota de cuero narra la trayectoria de un futbolista (Marcos Ferreti/Armando Bo) que tras más de veinte años en la Primera de Boca es apartado del equipo por los dirigentes del club y toma, entonces, la delirante decisión de suicidarse. Con recurrentes flashbacks vemos a Ferreti niño, descubierto por un cazatalentos –el negro- interpretado por Borocotó que lo hace fichar en la Novena de Boca. Más tarde vemos a Ferreti joven debutar en la Primera interpretado por Victor Bo, hijo del director, galán de madera que se haría célebre años más tarde con la saga de Los superagentes, Tiburón, Delfín y Mojarrita. Lo curioso es que durante todo ese período que transcurre desde que Ferreti es un niño hasta que se vuelve un veterano, el negro, la madre de Ferreti, el presidente del club, los relatores de radio y otros personajes secundarios, ¡no envejecen!
Armando Bo intercala en la trama dramática secuencias pretendidamente humorísticas pero inverosímiles, como cuando Nelly Beltran concurre a la platea de Boca vistiendo la camiseta de River o, para dar al film un respiro musical, Edmundo Rivero acompañado por sus guitarristas canta tangos en el vestuario de La Bombonera mientras los jugadores -Roma, Rattin, Marzolini, Grillo- se preparan para de salir a disputar un clásico.
El lacrimógeno guion, la previsible puesta en escena, la mala actuación y el pésimo doblaje hacen imposible que la ficción se torne creíble. Aunque en esos desaciertos, también reside el encanto incomparable de la película.
Y por supuesto en el gran valor de las imágenes documentales que muestran escenas de multitudes concurriendo a las canchas, las calles originales del barrio de La Boca antes de convertirse en un polo turístico y alternativas de partidos verdaderos, incluyendo aquel famoso clásico de 1962 en el que Antonio Roma, ostensiblemente adelantado, le atajó un penal a Delém y dejó a su equipo a un paso de consagrarse campeón.
A continuación, la película completa: