El pueblo kurdo anda desparramado por una región desértica y montañosa de Asia Occidental que, pese a que lleva su identidad (la zona se llama Kurdistán), abarca a cuatro estados soberanos diferentes: Siria, Irak, Irán y Turquía. Son un pueblo sin Estado. El fútbol es una de las herramientas con la que, confían, cumplirán el anhelo de la independencia.
Solo en el norte de Irak, se calcula, hay unos cinco millones de kurdos. De ahí, en su mayoría, vienen los jugadores que integran la selección de fútbol de Kurdistán. Como no representan a un estado reconocido en la ONU la FIFA no les hace lugar. Participan, como muchos otros equipos, de la ConIFA (Confederación de Asociaciones de Fútbol Independiente). Un hermoso documental de The Guardian, que queremos recomendarles, los acompañó durante el último Mundial ConIFA para contar su historia.
Muchos de sus futbolistas tuvieron experiencia previa en la selección de Irak. También su actual entrenador, Khasraw Gurun, quien fue jugador durante la época más violenta de la persecución del gobierno de Saddam Hussein contra los kurdos. En esa etapa, relata, “las fuerzas de Saddam capturaban a personas en el estadio y los ahorcaban”. Los más afortunados solo eran secuestrados y golpeados.
Las privaciones materiales del pasado, que en el documental contrastan con imágenes actuales de boom inmobiliario y buen nivel de consumo, son centrales en la historia de cada uno de esos jugadores. Su arquero, Sarhank Mohsin, cuenta que como en su familia no tenían dinero sus primeros guantes se los fabricó su madre con su máquina de coser. “Usaba trajes de buceo como material y yo, después, le agregaba el logo de alguna marca, Adidas o Nike”, recuerda.
La guerra, ahora cara a cara contra ISIS, también está ahí de fondo, siempre presente. Miran Khasro, mediocampista, reparte su vida entre el fútbol y el ejército que combate por el territorio contra los terroristas más temidos del momento. Esa lucha, confían, les dará la ansiada autonomía. “Nuestro sueño es ser una nación independiente. No es mi sueño, es el de todos los kurdos”, dice Khaled Mosher, defensor de la Selección.
El film de The Guardian, que incluimos a pie de página, se suma al plantel kurdo para afrontar su primer gran reto deportivo, la otra Copa del Mundo. “Ustedes saben lo difícil que es la situación en Kurdistán. Cuando suban al avión tienen que estar unidos. Tienen que traer un buen resultado, no solo ir a divertirse. Nada se compara con usar la camiseta de Kurdistán”, les dice el presidente de la Federación.
El Mundial se disputó en marzo en Abjasia, una región de Georgia que Rusia respalda como independiente. Participaron 12 selecciones, originalmente iban a ser 16 incluido un equipo Aymara, divididos en tres grupos. “En el fútbol la gente encuentra felicidad. No importa de que partido político sos, ni de que religión”, destaca el DT antes del debut. El torneo es, de todos modos, evidentemente político. La pelota es la herramienta con que esos pueblos reclaman su soberanía.
Pero los kurdos van un poco más lejos. El fútbol, se plantean, determina su identidad soberana. “Solo nos importa la victoria de Kurdistán. Si no ganamos no merecemos ser un equipo, mucho menos un país independiente”, les dice el DT Gurun a sus jugadores para motivarlos en la charla previa al debut.
“Los kurdos tenemos muchos años de cultura y tradiciones. Lo único que nos faltan son nuestras fronteras. Cuando las tengamos vamos a estar completos”, concluye el documental con las palabras del soldado Khasro. Lo buscan con el fútbol. Cuando lo consigan será más que ganar un Mundial.
Para saber cómo le fue a Kurdistán en el Mundial de ConIFA no se pierdan el documental completo, a continuación. Aclaración: El video solo tiene subtítulos en inglés. Apenas esté disponible incluiremos una versión en español. Sepan disculpar.