Rodrigo se despertó y sintió un fuerte dolor en el cuello. Estaba sentado y con las manos atadas. Respiró profundamente y movió su cabeza en círculos para mitigar los músculos entumecidos e intentó abrir los ojos pero una luz cegadora frente a él se lo impidió. Cuando por fin sus pupilas se adaptaron a la fuerte iluminación observó que en el pequeño y sucio cuarto, exactamente detrás de la lámpara y en las penumbras, había una persona.
—¿Qué pasó? ¿Qué hago acá?— alcanzó a titubear.
—Todavía no pasó nada, pero va a pasar.
Rodrigo trataba de ver más allá de la luz pero esta era demasiado fuerte. Tenía la boca seca y la sed lo estaba matando.
—Agua,quiero agua.
La figura emergió de la oscuridad y se acercó con una botella de agua. Se la apoyó en los labios secos y la inclinó lentamente. Rodrigo bebió largos tragos al tiempo que observaba detenidamente el rostro de su captor que estaba a cara descubierta y lo miraba fijamente a los ojos.
—Así que vos sos el famoso Rodrigo Palacio— le dijo con sorna al tiempo que alejaba la botella de su boca.
<¿Famoso?>
—Yo no soy famoso señor, se está confundiendo de persona— respondió sollozando el adolescente.
El secuestrador exhaló aire sonoramente haciendo un gesto de negación.
-Todavía no, pero lo vas a ser. Mirá Rodrigo, sé que lo que te voy a decir te va a parecer una locura.
El hombre hizo una pausa y caminó alrededor del pibe que temblaba de miedo.
—Primero quiero que sepas que no voy a hacerte nada, no voy a lastimarte ni matarte ni quiero sacarle plata a tus viejos, sólo quiero que me prestes atención, ¿ok?..
El pibe asintió con un movimiento de su cabeza. Temblaba de pánico.
-A ver…¿como empiezo?…Te lo resumo: en dos años vas a ir a probarte al club Bella Vista, acá en Bahía Blanca. Después vas a pasar a Huracán de Tres Arroyos,de ahí a Banfield y por último el gran salto a Boca, donde vas a ganar varias copas, incluyendo una Libertadores en el 2007— le recitó de memoria.
Rodrigo lo miraba asustado. No entendía de que hablaba.
—…después te vas a Italia —exponía como dando una lección— en donde vas a ganar muchísima guita y y, como frutilla del postre, vas a jugar dos mundiales…debes pensar que estoy loco, ¿no?— dijo riendo para luego proseguir.
—Mirá, se que todo esto para vos no tiene sentido, pero yo lo sé porque…(volvió a dudar) …eh, vengo del futuro.
Rodrigo estaba mudo y seguía asustado pese a que le había dicho que no lo iba a lastimar. <Esta completamente loco>
—Se muy bien lo que pensás…le pasó lo mismo a Kempes, pero bien que le sirvió mi “ayudita”— dijo complacido.
—Hubiera preferido encontrarte más cerca del Mundial, a lo sumo 2012,2013 pero el dispositivo del tiempo no es tan preciso como lo muestran en las películas, lamentablemente. Llegué quince años antes y mi trabajo tengo que hacerlo igual, aunque reconozco que iba a ser más difícil hacer esto si ya eras famoso… en fin, escuchá muy bien lo que te voy a decir.
Entonces el hombre acercó una silla con el respaldo hacia adelante, se acomodó cruzando los brazos sobre el respaldo y comenzó a contarle a Rodrigo la historia más increíble que iba a escuchar en su vida…
***
Año 2014
<Es por abajo,es por abajo…>
Minuto 78 de la final del Mundial de fútbol en Brasil.
Rodrigo Palacio se repite la frase una y otra vez mientras espera en la linea lateral para ingresar por Gonzalo Higuaín. El delantero del Napoli de Italia se había errado una chance de gol inconcebible en el primer tiempo. Tal y como se lo había vaticinado aquel hombre hacía ya 15 años su exitosa carrera lo había catapultado a ese gran momento,la final del Mundial. Pero el contaba con un as en la manga, sabía que hacer para enmendar un error —aún no cometido—que iba a costarle a su país el título y a él burlas e insultos de todo un país futbolero.
Entró al campo de juego. Al pisar el césped los típicos nervios desaparecieron.
El partido era parejo y ninguno de los dos equipos se sacaba diferencias. El tiempo reglamentario terminó con el consabido —para él— resultado en cero.
En la charla que dio el técnico Sabella previo al tiempo suplementario Rodrigo apenas si escuchó las indicaciones, sabía que dijera lo que dijera el destino estaba en una jugada en la que él era el protagonista principal. No Messi, él. “Hoy me convierto en héroe”, pensaba entre divertido y muy ansioso.
Volvió a recordar a aquel hombre que él supuso era un loco. Todo sucedió tal cual se lo describió. Su trayectoria, su fama, sus goles, sus títulos.
—Vos no tenés que hacer nada hasta ese momento, solo seguir el curso de los acontecimientos…—le había dicho—. Y también que no debía contarle a nadie para evitarse los problemas obvios que todo aquello le acarrearía. Y tenía razón.
El “¡Vamos muchachos, ¿eh?!” de Mascherano lo sacó de sus pensamientos.
Había llegado el momento que tanto esperó. Miró hacia las tribunas del Maracaná abarrotadas de hinchas y pensó por un instante si aquel hombre estaría allí, observándolo.
El pitazo del árbitro italiano Nicola Rizzoli dio comienzo al primer tiempo suplementario…
La pelota rodó. Rodrigo sabía que en 6 minutos iba a tener su chance de gol, esa que aquel hombre misterioso del futuro le mostró una y otra vez mediante hologramas. Mil veces la vio. Estaba marcada a fuego en sus retinas.
Y el momento llegó.
Marcos Rojo envía un centro llovido a la medialuna del área alemana que sobra al defensor Mat Hümmels y la pelota cae en su pecho. No logra pararla bien y el balón se le adelanta un poco, tal como sabía que iba a pasar. Observa que Manuel Neuer sale desesperado del arco para achicarle el ángulo de disparo y por una milésima de segundo piensa en levantarla sobre el cuerpo del portero, casi como un reflejo. ¡Qué ironía! Hasta sabiendo cual sería el resultado si hacía eso, le seguía pareciendo la mejor opción. Pero recordó otra vez aquella imagen repetida y le dio de zurda,fuerte y abajo, como le habían dicho. Había cumplido con lo que le pidieron. Solo faltaba ver entrar la pelota en el arco y salir gritando con locura su gol. Si hasta tenía preparada una remera bajo la camiseta agradeciendo a su familia.
Pero el destino es muy cruel y las decisiones, aunque cambien, a veces tienen el mismo resultado. El arquero germano, a puro reflejo, estiró su enorme cuerpo y con su pierna izquierda desvió la pelota que se fue hacia el lateral. A Rodrigo se le vino el mundo abajo. Eso no podía estar pasando. El partido continuó. Rodrigo estaba devastado y aunque por obvias razones siguió jugando e intentando, sabía que el destino estaba sellado. ¿O no?
Una loca idea se le cruzó en la cabeza. La meditó por unos segundos y decidió intentarlo pese a las consecuencias que le traerían a futuro entre sus compañeros e hinchas. Solo él sabía que el resultado estaba sellado a favor de los alemanes y ni siquiera todo lo acontecido, con viajero del tiempo incluido, había servido.
Aprovechó una jugada cercana al área argentina y cuando la pelota le llegó a Mario Gotze sobre la línea lateral, Rodrigo se le tiró con extrema violencia con las dos piernas hacia adelante sobre la pantorrilla derecha del delantero teutón. Este lanzó un grito desgarrador y los jugadores alemanes se arremolinaron a su alrededor para reprocharle con vehemencia tamaña actitud anti deportiva. Los veintidós jugadores de campo y algunos suplentes hablaban acaloradamente con los jueces,los alemanes pidiendo la expulsión del jugador argentino y sus compañeros intentando defender lo indefendible mientras otros lo separaban para evitar que alguno haga justicia por mano propia.
—¿Qué hiciste Rodrigo,estás loco?— ,le reprochó Macherano mientras lo empujaba para sacarlo del medio de la batahola. Palacio no le contestó. ¿Qué le iba a decir? Agachó la cabeza y se secó la transpiración de la cara con la camiseta esperando que el árbitro le saque la merecida tarjeta roja. Y así fue,Rizzoli se le acercó y con gran teatralidad levantó la tarjeta mientras el murmullo de los miles de espectadores del estadio desaprobaban, sufrían y otros gozaban por su expulsión. Gotze seguía en el piso, revolcándose de dolor.
Rodrigo se fue directamente a los vestuarios ante el silbido de los hinchas brasileños y alemanes. No miró al banco pero sintió como si tuviera a varios francotiradores apuntando sobre su espalda.
Ya en el vestuario y completamente solo se sentó en un banco a esperar mientras miraba en uno de los leds como sacaban a Gotze en camilla y entraba por él Mertesacker. Rodrigo esbozó una sonrisa de satisfacción. El plan B parecía funcionar.
El partido siguió. En el minuto 113 André Schürrle corre por la banda izquierda y ante la pasiva marca de Zabaleta y Mascherano tira un centro al vértice del área chica de Romero donde Mezut Özil la para de pecho y haciendo una pirueta en el aire cruza el disparo que se mete por el palo izquierdo del arco argentino. Grito y locura en el estadio. Miles de hinchas argentinos lo sufren. Miles de hinchas alemanes lo gozan. Pasado unos minutos del agónico gol Alemania se consagra campeón mundial por cuarta vez en su historia.
Rodrigo Palacio se toma el rostro y llora desconsoladamente. No era por abajo. Tampoco por arriba. No era por Gotze. Simplemente no era para Argentina.