Hace casi un siglo, Antonio Gramsci participó de la histórica toma de las fábricas de FIAT, en Turín. En el final de esas extensas jornadas de protesta, apuntando a la cuestión de fondo, dijo: “La ocupación pura y simple de las fábricas no resuelve el problema del poder”. Lo más probable es que no haya sucedido, pero puede que algún obrero melfitani, enfundado en un gastado overol, le contestara: “Pero… compagno Nino, ¡algo tenemos que hacer!”.

Hoy, en la sureña Melfi, los trabajadores de una de las fábricas del ahora transnacional grupo Fiat Chrsyler Automobiles (FCA), propiedad de la familia Agnelli, lanzaron una huelga del 15 al 17 de julio en protesta por la millonaria contratación que acaba de hacer Juventus de Cristiano Ronaldo.

Esta mañana, decenas de operarios llegaron a las instalaciones con pancartas de protesta. En algunas, sobre la imagen de Cristiano como flamante jugador de Juventus, se leía: “Para Ronaldo 400 millones… para los operarios una patada en las bolas”.

Según la agencia EFE, la familia Agnelli, dueña del grupo automotriz y de la Vecchia Signora, se gastará cerca de 350 millones de euros, entre el pago a Real Madrid y el contrato de Cristiano, para contratar a la estrella de Portugal. Y lo hace, apenas dos años después de erogar 90 millones de euros por el pase de Gonzalo Higuaín.

“Es inaceptable que los trabajadores de Fiat hagan enormes sacrificios económicos, mientras la empresa gasta millones de euros en un jugador de fútbol. Le dicen a las familias que se aprieten el cinturón porque la situación no es buena y luego, invierten un dineral en un futbolista”, reclama en un comunicado el sindicato USB (Unión Sindical de Base).

“¿Es justo? ¿Es normal que una persona gane millones mientras que miles de familias trabajadoras no llegan a fin de mes? Todos somos empleados y esta diferencia de tratamiento no puede continuar. Los trabajadores de Fiat han hecho ganar una gran fortuna a tres generaciones, enriqueciendo a cualquiera que se mueva cerca de esta sociedad y a cambio, sólo han recibido una vida de miseria”, agrega el documento.

“La sociedad debería invertir en modelos de automóviles que garanticen el futuro de miles de personas, en vez de enriquecer sólo a uno. Ese debería ser el propósito de quien prioriza los intereses de sus empleados. Pero ellos prefieren el mundo del fútbol, diversión para los demás. Frente a tanta inequidad, solo podemos ir a la huelga”, concluye.

Está claro que el poder el de Agnelli, el de Juventus, el de Cristiano, el de la FIFA, el del negocio del fútbol, y muchos otros más, no van a cambiar por esta huelga. Pero en Melfi, a 940 kilómetros de la oficina donde el agente de CR7 firmó su contrato lleno de ceros, los obreros de FIAT, algo tenían que hacer. Y que decir.