Estudiantes de Eva Perón. Así escrito, la primera impresión es que se trata de un eslogan de la mítica Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Pero no: ésa fue la denominación que durante tres años tuvo Estudiantes de La Plata, producto de la “peronización” del club por una intervención dispuesta por la gobernación y por el cambio de nombre de la ciudad.
Pocas semanas antes de las elecciones de noviembre de 1951, ganadas ampliamente por Perón (en la provincia de Buenos Aires se impuso Carlos Aloé), Pedro Osácar había renunciado a la presidencia de Estudiantes. Los socios habían optado el 17 de noviembre entre dos candidatos: el ingeniero César Ferri, miembro del Tribunal de Penas de la AFA y sostenido por sectores antiperonistas, y Orlando Greco, apoyado por Luis Suárez, delegado regional de la CGT.
La cifra de votantes fue récord: 3.604 socios, y la lista de Ferri duplicó a la de Greco. El 18 de junio de 1952 cambió la historia de Estudiantes. En un sótano de la sede se secuestraron 2 mil ejemplares del libro de Evita, La razón de mi vida. A la mañana, el sindicalista Luis Suárez encabezó el procedimiento, y luego convocó a un paro y concentración en la plaza San Martín para repudiar “la desbaratada maniobra de las autoridades de Estudiantes” y desagraviar la figura de Evita.
Según el diario La Prensa, media hora antes de la resolución cegetista, la CD pincharrata había renunciado. El discurso de Suárez fue durísimo: anunció la dimisión de los dirigentes “responsables de la afrenta contra Evita” y la intervención al club, acusándolos de ser parte de “la maniobra yanqui de no permitir la difusión de La razón de mi vida en los EE.UU.”. Y reveló que “la denuncia de que los libros estaban ocultos en la sede había sido hecha por un trabajador del club que puso las llaves a disposición de la CGT”.
Pero, ¿qué fue lo que ocurrió con los 2 mil libros? La revista La Pulseada (2007) afirma que una versión señalaba que los habían adquirido no para distribuirlos sino para congraciarse con el oficialismo mientras gestionaban un crédito.
El ex delantero pincha Antonio Carmen Giosa recordaba allá por septiembre de 2009 que “el gobierno había repartido libros a todas las instituciones, para que éstas los distribuyeran. Pero como Estudiantes estaba ligado al antiperonismo, los dirigentes los pusieron en un cuarto y no los repartieron”.
Dos días después del acto, Aloé firmó el decreto por el cual designó interventor a Otorino Mario Sbuscio, más tarde diputado provincial por el peronismo. Sbuscio se hizo cargo del club el 23 de junio en un acto con toda la liturgia peronista y en el que se colgaron en la sede retratos de Juan Domingo y Eva. Entre sus colaboradores, estaba José Carmelo Amerise, que en los 70 fue Diputado Nacional del peronismo ultraortodoxo y luego compartió fórmula provincial con Herminio Iglesias. Al asumir Sbuscio destacó la pésima situación financiera del club: los jugadores no cobraban desde enero. Prometió renovar las frustradas gestiones para obtener un préstamo oficial. Orlando Greco, aquel que había perdido las elecciones ocho meses atrás, pasó a ser el nuevo representante ante la AFA.
El 9 de julio Estudiantes ganó 4-0 un amistoso en Tandil, y los futbolistas entregaron ejemplares de La razón de mi vida a instituciones locales. La fase final de la “peronización” de Estudiantes puede situarse el 26 de julio: a las 20.25, se anunciaba que Evita “pasó a la inmortalidad”. El gobierno provincial adhirió a los 30 días de duelo nacional. A partir de un proyecto del Diputado Nacional Héctor J. Cámpora para cambiar el nombre de La Plata por el de Eva Perón, se inició una campaña en apoyo de esa iniciativa. Finalmente, el 8 de agosto, la Legislatura provincial dictó la ley que disponía que la capital bonaerense “perpetuara en su nombre a la Jefa Espiritual de la Nación”. El 22 de octubre, El Día informó que la intervención había decidido modificar la denominación oficial de la entidad, en adelante Club Estudiantes de Eva Perón.
La gestión de Sbuscio –que duró un año– desmanteló el equipo, que había finalizado en el 12º lugar en 1952. Los jugadores habían pedido en octubre laintervención de Agremiados porque se les adeudaban $744.000 por primas y sueldos. Giosa recuordaba que “nos debían mucha plata de antes de la intervención. Nos daban algún ‘puchito’, pero no alcanzaba. Hasta que declaramos la huelga”. El 2 de noviembre los profesionales jugaron por última vez y perdieron 2-1 con Racing. En las últimas 6 fechas, el Pincha presentó juveniles. Uno de ellos fue el ex arquero Omar Capossio, quien cuenta: “Los huelguistas nos recomendaron ser prescindentes y jugar porque éramos amateurs. De la intervención no sufrimos presión; por el contrario, yo creo que las personas se sentían más presionadas en la calle que en el club”.
El ex delantero Juan Carlos Caram dice que “no estábamos en la política; sólo queríamos jugar. Pero nos perjudicaron pues nos ‘quemaron’. Íbamos a jugar la final de Cuarta con Chacarita, y nos sacaron para ponernos en Primera. Ahí debutaron Urriolabeitia y Silvero”.
Y empezó el desguace del plantel: figuras como Pelegrina, Ogando, Infante y Giosa pasaron a Huracán a precios que dejaron muchas dudas. El resto emigró a otros equipos. Al respecto, Giosa señala: “No sé si alcanzó con la plata de los pases a Huracán o si la obtuvieron del gobierno, pero finalmente a mí me pagaron todo”.
El desenlace fue previsible: en 1953 sufrió el primer descenso en su historia. Estudiantes llegó a la última fecha como colista y, a pesar de que sospechosamente goleó 6-1 a Chacarita –que hasta ese entonces tenía el arco menos vencido–, Newell’s se salvó por mejor diferencia de gol.
Apenas un año después, Estudiantes se consagró campeón de la B y retornó a la A. Con la llamada Revolución Libertadora triunfante, el coronel Arturo Ossorio Arana, interventor bonaerense, restituyó el 25 de septiembre de 1955 el nombre original a la ciudad. Y Estudiantes de Eva Perón volvió a ser Estudiantes de La Plata.