Si usted, querido e idealista lector, es de aquellos que no deja de relacionar el fútbol con la política y, embanderado en la causa de los oprimidos, siempre festeja la victoria de un equipo débil contra otro poderoso como si fuese un triunfo de la justicia social, entonces pase directamente al tercer párrafo, y de allí al quinto. Conocerá la heroica historia de un club peruano que, ya desde su nombre, llama a la redención de los pueblos.
En cambio, pragmático y también caro amigo, si para usted el deporte va por un lado, la política por el otro, y un gol, por más festejado que sea, no pasa de ser una pelota que cruzó la línea y se encontró con una red, entonces saltee la siguiente estrofa y siga sólo a partir del cuarto parágrafo. Va a encontrarse con la divertida anécdota de un club que, en el medio de la sierra, invita a un tiempo, un lugar y una concepción del mundo que, probablemente, ya hayan pasado de moda.
El club se llama Ho Chi Minh y juega en la Liga Distrital de Carmen Alto, en la que ya salió campeón quince veces. Su camiseta es roja y blanca, y en su escudo ostenta, altiva, la cara del líder comunista. Si ganase primero su torneo y luego el Provincial, después el Regional y, por último, las finales de la Copa Perú, podría jugar en Primera el año que viene. Pero como eso es poco más que un imposible, se concentra en otros objetivos. El inicial, por ejemplo, será vencer al Chelsea de Ayacucho, uno de los doce equipos que participan del campeonato. Entre los discípulos incaicos de José Mourinho y los apóstoles del Tío Ho se jugará, más que un partido, la oportunidad de derrotar, al menos nominalmente, al enemigo capitalista y europeizado.
La idea de fundar esta institución en un pequeño poblado de difícil acceso, alejado de las grandes urbes y a más de 2.800 metros de altura, surgió en 1974 gracias a la iniciativa de cinco jóvenes que compartían los ideales de Ho Chi Minh y decidieron ponerle su nombre al equipo (Juan de Dios Mendoza, uno de ellos, es su actual presidente).
El periodista peruano Kenny Romero, del sitio web DeChalaca, le contó a Un Caño que “esos muchachos iban a la Universidad de San Cristóbal; en el inicio, el plantel estaba compuesto de jugadores de 13 y 14 años”. Al contrario que el estratega oriental, quien logró la hazaña de vencer al ejército francés y luego enfrentar al estadounidense, su club homónimo de los Andes nunca pudo jugar en la máxima categoría. Lo más cerca que estuvo fue en 1985, cuando quedó eliminado en la etapa regional con Ateneo de Huanta.
La cuestión es que, se lo entienda como una reivindicación de las ideologías, como un anacrónico dislate en el medio del monte o simplemente como símbolo del apego a ciertos líderes y principios, el club Ho Chi Minh es una realidad que los jóvenes de Carmen Alto palpan día a día cuando se entrenan en sus instalaciones. “¿Qué es lo que los llevó a interesarse por un equipo de la provincia de Huamanga?”, preguntó, vía mail, el periodista Joseph Aylas Palomino, que en su blog Fútbol desde Ayacucho sigue los torneos en ese departamento, uno de los veinticuatro que conforman Perú. La respuesta fue que un club que homenajea al ex presidente de Vietnam, ícono mundial del comunismo, en el medio de los Andes no deja de ser un hecho llamativo.
Y, en ese sentido, avezado lector, se sabe que la curiosidad concierne a todos, a los que sueñan y a los que se despiertan, a los que vuelan y a los que dejan sus pies sobre la tierra. A los quijotes y también a los sanchos.
Publicada en UN CAÑO #35 – Abril 2011