El 10 de febrero de 1980, dirigentes sindicales, intelectuales de izquierda, artistas y católicos ligados a la Teología de la Liberación fundaron el Partido de los Trabajadores de Brasil en el Colegio Sion en São Paulo. Al mismo tiempo, Sócrates y sus compañeros le daban a Corinthians el título paulista en el estadio Morumbí frente a Ponte Preta. Ambos líderes vivían momentos importantes de sus carreras, que en el futuro cercano se encontrarían para luchar contra un enemigo en común: la dictadura.
“Sócrates fue un ejemplo de ciudadanía, inteligencia y conciencia política”, dijo Lula a fines de 2011, cuando el Doctor murió a los 57 años. Da Silva desde su rol de representante del Sindicato de Metalúrgicos y Sócrates desde su participación activa en la “Democracia corinthiana” fueron dos de las caras visibles de la resistencia y varias veces se juntaron para impulsar el final del gobierno de facto comenzado en 1964. Por eso, no sorprende que aún hoy el ex presidente y pre-candidato a las elecciones de 2018 lo recuerde ante cada oportunidad, como la de la semana pasada en Guararema, a 90 kilómetros de Sao Paulo.
Allí, el campo de deportes de la escuela Florestan Fernandes fue bautizado “Doctor Sócrates” y Lula acudió a la inauguración no solo para continuar su campaña presidencial, sino también para honrar la memoria de su amigo. “Ponerle Sócrates a este campo de deportes es democracia; es una persona con arraigo popular. Sócrates representa mucho a la base del pueblo, con su apoyo a los sin tierra, a los sindicatos, a la redemocratización del país”, afirmó Celso Amorim, ex canciller y uno de los hombres más cercanos a Lula.
Da Silva, además de recibir el afecto de miles de ciudadanos que esperan su retorno a la primera magistratura, jugó al fútbol. Lo hizo con Chico Buarque, entre otras personalidades del PT. El ex presidente utilizó la camiseta 13 -número electoral de su partido- no ahorró elogios hacia el otro invitado estrella del día: “Recibimos en esta inauguración de la cancha que lleva el nombre de Sócrates al Chico no músico, no poeta, al Chico ciudadano, político”.
Lula, reconocido fanático de Corinthians, convirtió un gol de penal y en la celebración se sacó la camiseta y se la tiró a la hinchada. Entonces, el árbitro del partido, en una especie de representación de la justicia brasileña que lo persigue desde hace años, le sacó la tarjeta roja, lo que provocó el enojo de la gente y la irrupción del grito de guerra “¡Fora Temer!”. Por supuesto, el protagonista de la tarde siguió jugando.
El encuentro se dio en el marco de la espera por el 24 enero, el día en el que el Tribunal Regional de Porto Alegre debe emitar el fallo que puede quitar de la carrera presidencial a Lula, quien gana todas las encuestas. El mismo es sobre la apelación a la condena de 9n años y 6 meses de prisión por corrupción en la Operación Lava Jato. Más allá de que se ratifique o no la sentencia, los asesores jurídicos del PT afirman que Da Silva podrá inscribir su candidatura de todas maneras.
Según informó el diario Página 12, el proyecto del estadio Sócrates es una iniciativa de la Asociación de Amigos de la escuela, vinculada al movimiento social, y contó con la colaboración de un grupo de alumnos y profesores de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Sao Paulo (USP). La construcción del recinto la llevaron a cabo 25 trabajadores voluntarios de los Sin Tierra y fue posible gracias a la financiación colectiva de personas que donaron en total unos 67.000 reales (unos 20.000 dólares). El campo fue bendecido por el fraile dominico Frei Betto, ex asesor de Lula, y a la apertura estaba invitado Diego Maradona.
El partido terminó con el puño en alto de Lula, al estilo de Sócrates. Sin dudas, el Doctor estaría ansioso por darle un voto a su amigo.