“Cruzeirenses, tomen cuidados. Bolsonaro va a matar venados”, cantaban cientos de hinchas de Atlético Mineiro en el clásico ante Cruzeiro. “Venados” es una forma despectiva en Brasil para referirse a los homosexuales. Y Bolsonaro -como si hiciera falta aclararlo- es el candidato a presidente de la ultraderecha, xenófobo y racista, que tuvo declaraciones fuertes contra los negros, las mujeres, la izquierda y los gays.

El partido terminó 0-0. El club no hizo esperar su respuesta y publicó este pequeño comunicado junto a este video.

“Lamentamos profundamente las manifestaciones homófobas de parte nuestros hinchas en el partido del domingo en el estadio Mineirao. Reiteramos nuestro repudio a cualquier gesto de prejuicio o de incitación a la violencia”, se leía.

En el video dicen que el Gallo (apodo del Atlético) “es una pasión del pueblo” y bajan un manifiesto perfecto contra la discriminación. Lo que sigue es pura poesía que suscribimos hasta el detalle:

“Nuestra esencia siempre fue la mezcla: mezcla de colores, mezcla de clases, mezcla de géneros. Aquí no hay un día específico para homenajear una causa o enfrentar a la discriminación. Aquí todos los días son días para combatir la intolerancia, el disrepeto o la violencia. Aquí no hay lugar para el preconcepto. Aquí hay lugar para todo el mundo. Aquí es el Gallo. Una pasión de todos”.

En un momento de tanta polarización, la postura que toma el club para trazar una línea de conducta a sus propios simpatizantes resulta esperanzadora. ¿No podría hacer lo mismo River, por ejemplo, cuando sus fanáticos cantan contra Boca usando los gentilicios de Bolivia y Paraguay como insultos? ¿No podría decir, River, que allí son bienvenidos los bolivianos y los paraguayos, porque eso es River, una pasión de Sudamérica con hinchas en todo el continente? ¿No podría trazar una postura política el club aunque vaya en contra de su hinchada?

Sí, podría. Como podrían todos los clubes tomar actitudes similares. Porque un club puede enseñarles cosas a sus hinchas. Formarlos, guiarlos en los valores que busca para sus colores. Aprovechar la pasión para un objetivo social específico.

Aquí no existe esa práctica, al contrario: dirigentes y hasta jugadores muchas veces se suman a un folclore mal entendido, para tirar nafta a la fogata. Y se lavan las manos de lo que pasa en la tribuna: “No podemos hacer que la gente no cante”.

No. Es cierto. No podemos. Pero podemos hacerles saber que no estamos de acuerdo.