“Estoy convencida que el fútbol debe tener otra identidad. Estamos acostumbrados y acostumbradas a un fútbol violento, manchado y contaminado. Creo que es momento de construir otro fútbol, lejos de todas esas cosas que vemos en el fútbol masculino. Por eso siento que el nuevo fútbol debe ser feminista y disidente con respecto a los valores antiguos, machistas y conservadores”.

Macarena Sánchez no sólo es la primera futbolista argentina en emprender una acción legal contra un club para exigir que se regularice su relación laboral, sino también es una de las abanderadas de las posiciones feministas dentro de uno de los ámbitos más machistas de nuestra sociedad.

El 5 de enero, antes del comienzo de la pretemporada, el cuerpo técnico de FC Urquiza (UAI Urquiza tal su nombre comercial) encabezado por Germán Portanova le comunicó a Sánchez que no sería tenida en cuenta para el próximo año, por cuestiones estrictamente futbolísticas. Entonces, la futbolista y sus representantes legales realizaron una intimación extrajudicial en la que exigen la regularización de la relación laboral y el reconocimiento como deportista profesional. Además, le piden a la AFA el “cese de su inacción” en esta circunstancia.

El torneo de primera división tiene un formato similar al masculino, con una duración de un año, entre septiembre y mayo. El mercado de pases se abre sólo al final de cada campeonato, por lo que Sánchez ya no podrá jugar con otra camiseta y se quedará sin club durante toda la segunda parte de la temporada. Ese es otro de los motivos del reclamo.

Según publicó en su cuenta de Twitter la delantera de la Selección Argentina y de FC Urquiza Belén Potassa, las jugadoras cobran sólo un viático mensual de tres mil pesos. Y esto en el club hegemónico que marca la pauta absoluta del fútbol nacional, porque en otras instituciones ni siquiera se paga ese precario monto. El vínculo con los clubes es siempre de una temporada y sin ningún tipo de remuneración oficial. La precarización es absoluta, porque el régimen de entrenamientos y de partidos de liga es el mismo que el de los hombres.

Con su reclamo, Macarena Sánchez intenta marcar un quiebre definitivo en el fútbol argentino. No sólo en su búsqueda de cambiar valores culturales más asociados al patriarcado que a la cuestión deportiva, sino también sentar un precedente que sirva para profesionalizar la práctica. En su comunicado afirma: “las jugadoras de fútbol en Argentina son sistemáticamente vulneradas en sus derechos como trabajadoras del deporte, por la simple razón de ser mujeres. El Club Deportivo UAI Urquiza utiliza diversos mecanismos fraudulentos que operan como pantalla para encubrir el vínculo laboral real que se establece con la jugadora reclamante, modalidad que se extiende hacia el resto del plantel profesional en general”.

En diálogo con El destape, una de las abogadas de Sánchez, Melisa García, describió cuáles son algunos de esos artilugios: “En Urquiza todas tienen otro tipo de vinculaciones laborales, como tareas administrativas, que pone a disposición el club ‘supliendo’ de esta manera un salario. Esto es totalmente fraudulento y en negro”. Y agregó: “Tenemos la certeza de que el incumplimiento está dado por ser del género femenino. No es que no hay mecanismos o presupuesto, simplemente, la profesionalización está pensada solamente para el fútbol masculino. El femenino la única opción que tiene es el amateur”. La protagonista también lo explicó en una entrevista con Tiempo

“Nosotras somos trabajadoras, simplemente no estamos regularizadas. Ya es hora de que los dirigentes nos empiecen a reconocer como profesionales de la actividad. Debemos tener los mismos derechos que los hombres”, le dijo Sánchez a Un Caño. La delantera comenzó a jugar al fútbol en su Santa Fe natal a la misma edad que sus colegas varones, aunque recién a los 15 años tuvo la oportunidad de hacerlo en un club y a los 20 de formar parte de un plantel oficial de AFA. Hoy, a los 27 está libre y sin club, pero a la cabeza de lo que puede ser una verdadera revolución. Porque trabajar por un fútbol feminista, disidente y profesional es mucho más trascendente que cualquier gol.