La cuarta palabra más buscada en Google durante 2018 fue Misoprostol. El método más seguro para casos de aborto temprano es el elegido por centros de salud alrededor del mundo y por mujeres que prefieren las pastillas a los procedimientos quirúrgicos. Mucho se ha hablado sobre esta droga, sobre el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, sobre el rol del Estado,  sobre los “dilemas morales” a los que por suerte el feminismo nos enfrenta y nos obliga a sacarnos las caretas. Carlos Godoy, un escritor cordobés de 35 años, se propone abordar el tema a través de la ficción. Su método fue ponerse en la piel de una adolescente de 19 años de clase media, que en medio del debate por la legalización del aborto se entera de que está embarazada y decide ponerle fin con Misoprostol. Otro debate se abre, ¿qué lugar tienen los varones dentro del feminismo, qué pueden aportar con su voz y su militancia? Jellyfish, diario de un aborto (ed. Tusquets) tal vez sea un intento por demostrar que la platea masculina también es parte del movimiento.

Lunes 5

Hace unos meses me hice un test. Dio negativo. Aunque soy bastante irregular, nunca me había hecho uno. Me lo hice porque el pajero del tipo con el que tengo una vida sexual relativamente activa —no quiero decir que salgo con él ni que oficia de pareja— es un paranoico que no puede con su vida ni podría con la de un bby. Es una situación extraña. En principio, el concepto alienante de manipular el pis. Embocar el chorro en esa minitacita y después poner el reactivo y esperar que aparezcan las líneas. Un montón de motivos, que no voy detallar, me impidieron hacer una story con toda esa situación, pero me hubiera encantado. Como hacen las celebs, exponiendo de un modo obsceno cada momento incómodo de su vida fugaz. En un capítulo de Los Simpson, se burlaban del sistema arbitrario y ridículo que tiene la comunidad científica de comunicar —a través de un test de orina— la presencia o ausencia de embarazo. La vida o no de un bby —o lo que se podría llamar una idea de bby— dentro de mi cuerpo. Primero se hace una línea y quedás ahí esperando re loca, pasada, sacada, con ganas de arrancarte los pelos de la concha, a ver si aparece la segunda. Generacionalmente, el test de embarazo dejó de estar asociado a cierta manifestación de la felicidad o la alegría. Si te estás haciendo uno, es porque definitivamente hiciste todo mal. La re bardeaste. Nadie quiere tener un bby, amor. Nadie que yo conozca, o nadie de mi edad, por lo menos. Mi vieja me tuvo casi a los 40, o sea, en la frontera. Digamos que mi vieja no quería ser madre, pero ya en el límite de lo imposible se la jugó. Más por mi viejo que por ella. Me cuesta proyectar, entonces, la maternidad de ese modo. No sé. Hay una estructura dentro de mi mente que dice que recién cerca de los 40 ya podría —¿o debería?— tener un hijo o una hija. Me niego a decir «hije»; es una lucha con el lenguaje, una batalla que por el momento no quiero dar.

 * Me hice el test en casa a la mañana, después de que mi vieja se fue a trabajar. Le hice una pic con el iPhone para recordar la sensación de alivio. En un curso online que hice sobre prácticas conductistas, nos enseñaron a fijar en nuestra memoria un recuerdo de felicidad para invocarlo en situaciones «complejas». Esa fue mi idea con la pic. En el colectivo, camino a la facultad, la miré todo el tiempo en la screen. Y a la noche, antes de dormir —como aconsejaban en el curso—, la miré un rato más.

* No sé finalmente qué fue de esa pic. Creo que la eliminé cuando el iPhone me pidió más espacio para actualizar algunas aplicaciones, porque ya no la encontré. A veces pienso que si no la hubiera perdido no estaría en esta situación. No pasaría lo que está pasando. Como una superstición contrafáctica del what if… Un embrujo de la propia estupidez humana. Ahora tengo en la mano un test que me está dando positivo. Son dos rayitas. En Internet dice que puede dar negativo y fallar, es decir, ser positivo. Pero nunca puede dar positivo cuando es negativo. Es muy simple, el reactivo se acciona con la presencia de la hormona beta no sé qué. Si está la hormona, fuiste. * Recién terminé de hacerme otro. Estoy en la casa de Nati. Al principio no entendía por qué fui a su departamento a hacerme un test. En realidad, la idea, el concepTusquets Editores 16 to de hacerse un test de embarazo, no es algo ajeno al universo de las personas, de los humanos que, en definitiva, vienen a este mundo a repoblarlo o a poblarlo más aún. Lo que pasa es que tenemos 19 años y somos ABC1, hijas de padres profesionales. Nati estaba horrorizada. Parecía un tipo. Específicamente, un tipo ante la inminente posibilidad de ser padre. Caminaba de un lado a otro frente a la puerta del baño. Fumaba. Nati es muy linda. La vi varias veces en bolas. Sabe que tiene un cuerpo lindo y muy bien proporcionado, hasta carnoso, diría, que solo es perceptible cuando está desnuda o en bikini o ropa interior. Vestida, pasa totalmente desapercibida. Entonces, siempre se cambia delante de mí. Se pone en culo, se prueba cosas. Me usa de espejo. Hice un par de stories filmándola mientras se cambiaba. Siempre que lo hago, explotan los followers y empiezan a llegar comentarios preguntando quién es, tanto de tortas como de pajeros. Las tortas son igual de pajeras que los tipos, pero un poco más agradables. Bah, qué sé yo. Para mí. Dio positivo otra vez. Obvio. No sé qué hacer con Tomi. Cómo decirle. Tengo miedo de que quiera tenerlo. De todos modos, sería muy ridículo Tomi como padre. No me lo puedo imaginar. Lo puedo imaginar muerto atropellado por un auto. O peor, por un colectivo. Todo reventado con los órganos para afuera. Pero no me lo puedo imaginar jugando con un nene rubiecito como él en una plaza. Bueno, ya me lo imaginé mientras lo escribía. Leí en Internet que las pastillas de Misoprostol van hasta la semana doce de embarazo, eso serían tres meses. Pero lo más efectivo es desde la semana siete a la nueve. Antes de la siete y después de la nueve puede andar, pero es riesgoso.

 * ¿Qué hago con Tomi? * Hace un rato me llamó. ¿Qué onda esa manía ridícula y anticuada que tienen los sub-40 de hablar por teléfono? No atendí. Después me empezaron a caer mensajes en WhatsApp preguntando qué pasaba con mi atraso. Y empezó con todo su estrés porque no nos cuidamos y yo no tomo pastillas. No sé. No voy a responderle. Que escriba todo lo que quiera. Me voy a dormir.

* Me despertaron los llamados de Tomi. Hablamos un rato, y como estaba medio dormida le conté todo. TCreo que fue mejor. Hacía largos silencios en el teléfono. En un momento, me pareció que estaba llorando. Le pregunté qué le pasaba y me empezó a tratar mal. Me dijo que era todo por mi culpa y me preguntó cuándo había sido que había estado con Juano. Qué sé yo cuándo estuve con Juano. Estábamos separados. Bah, si me pongo a hacer cuentas, puedo llegar a recordar. Pero no lo voy a hacer. Que se joda. Le dije que no lo necesitaba, que yo sola podía con esto y que podía conseguir que alguien me acompañara y fuera mucho más útil que él.