Hace siete años, Maksim Molokoedov se tomó un avión en San Petersburgo con destino a Quito. Allí permanecería unos días antes de emprender el retorno a España, donde confiaba llegar tras una escala de siete horas en Santiago de Chile. El hombre transitaba la espera con tranquilidad hasta que vio aparecer a un grupo de policías acompañado de esos implacables perros que siempre encuentran lo que buscan y lo que no buscan también. Su serenidad desapareció tan pronto como los canes llegaron a su maleta. Allí, llevaba seis kilos de cocaína escondidos sin demasiada pericia entre libros infantiles. Fue condenado a tres años y un día de prisión. No pudo decir ni una palabra en español, porque no las conocía.
Antes de la condena, Maksim Molokoedov había sido futbolista. Tras un paso por las divisiones inferiores de Zenit, debutó a los 19 años en la primera división de uno de los clubes más importantes de su ciudad, Dínamo San Petersburgo, que en esa época -2006- jugaba en la segunda rusa. Allí disputó 14 partidos antes de ser transferido a FC Pskov-747, donde jugó en tercera y convirtió su primer gol. Entonces, su carrera se vio paralizada por el delito.
Después de ser absuelto de todo cargo, Lobos comenzó a trabajar con las fuerzas del orden. Fue profesor en una escuela de gendarmería y formó parte del personal penitenciario como entrenador de fútbol. Allí vio jugar a Maksim Molokoedov y no tardó en darse cuenta de que podía destacarse en las canchas profesionales de Chile. Antes, Flavio Huenupi, el preparador físico del equipo carcelario, ya lo había seleccionado: “Unos internos nos comentaron que había un ruso bueno para la pelota, así es que lo convocamos para jugar el campeonato anual”.
En uno de esos partidos, lo vio Claudio Borghi, entrenador de la Selección nacional en aquel momento, quien lo felicitó y le regaló una camiseta de la Roja. El obsequio viajó enseguida a San Petersburgo, donde su madre aún esperaba su regreso del que debía ser un viaje relámpago.
Lobos lo siguió en varios de los muy duros partidos entre presos y cuando no tuvo dudas de su capacidad, se contactó con el vicepresidente de Santiago Morning, Luis Faúndez, y le recomendó su contratación. Maksim Molokoedov llevaba ya dos años entre rejas y su buena conducta le permitió salir para realizar una prueba. El entrenador Hernán Ibarra aprobó su fichaje sin demora: “Tocó doce o trece veces el balón, no lo entregó nunca mal, es inteligente para jugar. Tiene condiciones”.
El ruso consiguió un permiso para salir de lunes a viernes entre las 07.30 y las 15.00 y entrenarse con el plantel profesional de Morning. En dos años, había aprendido un idioma parecido al español, que fuera de la penitenciaria pocos entendían. “En la cana hablamos otro idioma, aquí no puedo hablar como allá porque no va a cachar nadie”, declaró después de su primera práctica, tras la cual se quejó de la exigencia al afirmar que quedó un poco pa’la cagá (cansado).
Maksim Molokoedov no pudo ser inscripto para el campeonato, pero sí para la Copa Chile, en la que debutó el 26 de septiembre de 2012 frente a Unión La Calera. Su nombre ya era conocido en todo el país, ya que le había marcado dos goles en un amistoso a Palestino y su historia fue contada por cada medio nacional. “Quizás hoy sea el futbolista más famoso de Chile”, declaró el técnico Ibarra tras una gran actuación frente a la U de Chile, ni más ni menos.
En 2014, Maksim Molokoedov declaró: “No vuelvo porque me voy a casar el próximo año con el amor de mi vida, con la chica que me esperó mientras estaba encerrado con los cabros“. El reo que dejó una vida de estrella mediática por amor.
Tres años después dio explicaciones más profundas: “En Santiago Morning me dijeron que después de salir de vacaciones tenía que volver a Chile y firma un contrato nuevo. Pero cómo iba a hacer eso. Me iban a ofrecer 300 mil pesos. Era poco. No podía irme sin firmar antes, pero no quisieron. Esa es la razón. Acá en Rusia gano 400 mil jugando fútbol después del trabajo”. En San Petersburgo, hoy trabaja en una empresa de anlcantarillados y juega en torneos semi-amateur.