A los 8 años, George entró de la mano de un directivo al vestuario de Arsenal en el viejo estadio de Highbury. El norte de Londres y la cancha de los Gunners eran todo el mundo que conocía. De pronto, estaba rodeado por los cracks a los que había visto ese día, Anelka, Petit, Viera, Platt, Bergkamp, Seaman Tony Adams, y a los que venía alentando toda esa gloriosa temporada 97-98 en la que ganaron la Premier, un punto por encima del United de Ferguson, y la FA Cup. Todavía hoy, cuando lo cuenta, se emociona. Es uno de sus recuerdos más bonitos de su vida. Es también, el día en que decidió que quería ser futbolista.
Arsenal, Villarreal, Espanyol, Levante, América de Cali, Fortaleza y Envigado. La lista podría ser el currículum, retrospectivo, de una joven promesa del fútbol colombiano que brilla en Londres. Pero el orden es el correcto: así es la increíble carrera futbolística de George Saunders, el único británico que juega en Sudamérica.
Ese mismo 1998, mientras empezaba a jugar en las categorías infantiles de Arsenal, su padre se comprometió con un proyecto inmobiliario en España y decidió mudar a toda la familia Saunders. George se quedó con su tío para seguir jugando y en los veranos cambiaba los cielos nublados londinenses por la soleada costa valenciana. Pero nunca dejaba de jugar a la pelota.
En una de esas temporadas españolas, un par de años después, cuando George ya extrañaba demasiado, participó de un campus de verano y Villarreal se interesó en ficharlo. Aprovechó la oportunidad de reunirse con su familia y se radicó en España. Pasó cuatro años en la Inferiores del Submarino Amarillo, y nunca volvió a estar tanto tiempo en un mismo club. “Ahí aprendí el idioma. Ahí aprendí cómo jugar al fútbol. Tengo el estilo español pero con la agresividad inglesa”, afirma.
Villarreal decidió dejarlo libre porque era demasiado pequeño para jugar de mediocampista. Pasó al humilde Torre Levante donde debutó en el primero equipo, con apenas 16 años, en un partido de Cuarta División. Se mostró solvente, lo vieron de Espanyol y le propusieron mudarse a Barcelona.
Estuvo dos años en la capital catalana, creciendo y mejorando su juego. Llegó a ser convocado por la selección de Catalunya Sub17 y compartió equipo con varios cracks de La Masía como Bojan Krkic, Thiago Alcántara, y Jordi Alba, entre otros. Luego se fue al modesto Eldense y pasó también por Levante, donde jugó en el equipo filial y llegó a disputar un partido de Copa del Rey.
Cuando parecía que iba a llegar al plantel profesional de Levante sufrió una severa lesión y estuvo seis meses sin jugar. Al regresar, ya con 23 años, otros jóvenes tenían prioridad. Tuvo la chance de volver a Londres, Leyton Orient le ofreció hacer una prueba pero decidieron no incorporarlo. Estaba sin contrato y su carrera, ya bastante viajada, parecía no tener rumbo. Entonces, le hicieron la insólita propuesta de ir a jugar a Sudamérica.
El doctor Luis Valero, un abogado amigo de su padre al que considera un tío, le dijo: “¿Quieres probar en Colombia?. Yo en este momento estoy trabajando con América de Cali y necesitan un volante de marca. He hablado de ti y creo que puedes hacerlo bien ahí”. Valero sabía que le debían un favor en Cali, estaba por sacar al club de la lista negra, creada en EEUU, de sociedades vinculadas al narcotráfico, y decidió usarlo.
“Yo pensé, ‘no tengo nada que perder’. Mucha gente está cómoda en su zona de confort pero a veces en la vida hay que tomar un riesgo. Tomé el riesgo de venir a Colombia y ahora estoy viviendo mi sueño”, afirma George con orgullo y decisión. La misma decisión que mostró hace más de cuatro años cuando se presentó en Cali para estar dos semanas a prueba con el plantel profesional de uno de los grandes de Colombia que, entonces, todavía pelear por romper el maleficio de jugar en la B.
Su llegada no pasó desapercibida para la prensa local. Con un tono españolísimo se presentó como futbolista ante El País de Cali con estas palabras: “Soy trabajador, no me complico, mantengo la posición e intento lo mejor para el equipo. Me gusta tener el balón, me gusta ir a buscarla. Jugar a un toque, dos toques si se puede. Hablar a los compañeros y ser importante”.
El periodista le planteó que era el primer futbolista inglés en Colombia y George aceptó sin tener porque saber si era cierto. Pero, en realidad, como señala el excelente perfil que le hicieron en el diario The Guardian, en los años 50, cuando la FIFA suspendió a la Liga colombiana, tres jugadores ingleses: Neil Franklin, George Mountford y Charlie Mitten, formaron parte de la ola de talento, que incluyó a Di Stéfano y los cracks de la huelga en Argentina, que le dio el primer impulso al fútbol colombiano. Mountford y Mitten, miembros del United de Sir Matt Busby, se quedaron una temporada completa y se ganaron el apodo de “Los Bandidos de Bogotá”.
Saunders se instaló con facilidad en el centro del mediocampo del América. “Fue muy diferente al principio pero soy el tipo de persona que se adapta rápido. Soy charlatán y me encanta bromear con todos los compañeros, así que me establecí rápido”, recuerda. Debutó en un partido de Copa local y fue la figura. En el segundo juego hizo un gol clave.
Pintaba para ser una de las figuras del equipo, pero tuvo una pelea con el DT y tuvo que mudarse, otra vez. Una noche salió con Diana, su novia colombiana, cuenta, y tomó una copa de vino después de cenar. Al día siguiente, cuando fue a entrenar con normalidad le pidieron explicaciones y lo suspendieron por una semana. “Eran muy estrictos porque hay jugadores que toman y después no van a entrenar”, explica. George cree que en su caso solo fue la excusa para sacarlo cuando el brasileño Wander Luiz, al que había llegado para reemplazar, se recuperó de su lesión. Había un extranjero de más en el equipo y al británico le tocó irse.
La salida de América lo llevo al joven Fortaleza FC, que había sido fundado apenas tres años antes. El cambió le sentó de maravillas a Saunders. Fue titular, lo eligieron el mejor jugador de Segunda División, eliminaron a los diablos rojos de Cali y el equipo logró el ascenso. En la A, George festejó su primer gol en Colombia, en la derrota 3-4 ante el poderoso Atlético Nacional. Un descuento intrascendente que supo gritar como lo que significaba para él.
Después, pasó seis meses a préstamo en Unión Magdalena, donde sufrió el excesivo calor de Santa Marta, y, luego, estuvo unas semanas en Tunja, pero apenas jugó para Patriotas FC. “Son varios los equipos, he estado en todos los lados, casi”, admitió entre risas en año pasado, en una entrevista con el Canal UNE, ya con algo de tono y gestualidad colombiana. En la segunda mitad del 2015, Envigado FC lo incorporó para disputar el torneo Finalización. Y ahí está, en Medellín, su ciudad favorita, desde entonces.
“Amo todo de Colombia: el clima, la gente, la comida. Estoy haciendo algo que siempre amé. No hay nada mejor que despertarse y hacer lo que querés hacer. A veces tu destino en la vida está escrito y creo que el mío dice que tengo que estar acá”. George Saunders lo tiene todo tan claro que es difícil pensar que no está en lo cierto.