De Julian Weigl se dice que es el nuevo Busquets. Puede que la comparación le quede grande porque hablamos de un hombre que ha ganado tres Champions, un Mundial y una Eurocopa, pero ambos tienen algo en común: una tranquilidad impropia de su edad y de su posición en el campo. Normalmente, incluso al más talentoso de los futbolistas le cuesta un tiempo adaptarse al juego y sus matices. Hay excepciones, por supuesto, y Weigl parece una de ellas.

350aperA sus veintiún años, Weigl lleva ya dos temporadas dirigiendo el rumbo frenético del Borussia de Dortmund, probablemente el equipo más imprevisible del fútbol europeo y sin duda uno de los más ofensivos. Weigl ha sido, junto a Aubameyang, la pieza a la que se ha agarrado Thomas Tuchel para reformar el equipo tras la marcha de Jurgen Klopp. No es poca responsabilidad, desde luego, pero el chico ha respondido desde el principio: fijo en las exitosas selecciones inferiores de Alemania, llegó a ser convocado por Löw para la Eurocopa de 2016, aunque la presencia de Kroos, Khedira y Schweinsteiger le relegó a un segundísimo plano. Weigl no es un hombre de highlights ni de goles imposibles. De hecho, en ciento cinco partidos como profesional solo ha marcado uno, esta misma temporada, ante el Sporting de Lisboa.

De nuevo, el paralelismo con Busquets está servido.

En tiempos de Pogbas y Vidales, de idas y vueltas y de centrocampistas poderosos, Weigl representa la calma, el metrónomo, la necesidad de acelerar en ocasiones y frenar en otras, aun dentro de una orquesta con tendencia a la dispersión. No han tardado los medios en vincularle a los equipos más grandes del continente: el Madrid, el Barcelona, el City… No nos equivoquemos, de salir de Dortmund lo más normal es que coja el vuelo rumbo a Munich, como toda figura de la Bundesliga, quizá para juntarse con la otra gran promesa del fútbol alemán: Joshua Kimmich.

Con ese flequillo rebelde y esa cara de niño, parece un jugador mucho más frágil de lo que realmente es. En ocasiones, por ponerle una pega, se ausenta un poco de los partidos, como si la cosa no fuera con él. Es una característica muy del Borussia de Dortmund, por otro lado, capaz de irse 0-3 al descanso y acabar empatando mientras pide la hora o viceversa. En cuanto lo solucione, Alemania tendrá centrocampista para una década.

Extracto del artículo publicado en JOT DOWN – Comtemporary culture magazine de España.