Sonó el teléfono en la concentración del Southampton. Era el arranque de la temporada 1996/97 y Graeme Souness -ex capitán del Liverpool tricampeón de Europa, ex futbolista de la selección de Escocia y entrenador del equipo- tomó el tubo cuando le dijeron quién llamaba. Era George Weah, el liberiano que entonces jugaba en Milan, ganador del Balón de Oro de 1995. Al menos eso le dijeron.
El escocés, entusiasmado, habló con Weah. O creyó hablar con Weah. El mítico delantero tenía una recomendación para hacerle. Un futbolista. Un tapado. Su primo: Ali Dia. Un talentoso con el que además había coincidido en PSG y en la selección de Liberia. A Souness le picó la curiosidad.
Parecía un golpe de suerte, y el DT no dudó: contactó al futbolista y le ofreció un contrato de un mes para jugar en la Premier. Al fin, el estafador encontró a un incauto.
Resulta que Weah no era Weah, sino un amigo de Dia que le hizo el favor de hacerse pasar por Weah. Y que Dia tampoco era el primo de Weah. Ni siquiera era liberiano, era senegalés. Y no había jugado nunca en el PSG. Había pasado por una serie de equipos de categorías inferiores en Francia, Alemania y Finlandia. En aquel momento militaba en Blyth Spartans, un equipo de la “Northern Premier League” en el que sólo disputó un partido (ingresando como suplente).
De hecho, el muchacho ya había intentado timar a varios clubes de la primera inglesa antes de aterrizar en Southampton, tal como revela este informe del diario The Guardian. Harry Redknapp, entonces DT del West Ham, recibió el mismo llamado de un presunto George Weah. “Encantado, George, ¿querés jugar en West Ham?”, asegura que le preguntó. “No, pero tengo un jugador para vos”, fue la respuesta le reveló que había gato encerrado. Más lejos todavía llegó el técnico de Gillingham, Tony Pulis. “Me sorprendió que nos llamara Weah, nunca pensé que un jugador como él hubiera escuchado hablar de Gillingham. Pero probamos al muchcacho, y era un desastre”, contó.
La cuestión es que Souness sí cayó en la trampa y Dia -que tampoco era un pibe, tenía 30 años- se apareció a mediados de semana en el entrenamiento de Southampton. Recordaba levemente a su falso primo. Alto, flaco, calvo, imponente, llegó a los Saints. Cuando uno mira los videos de aquellos ejercicios de rutina, resulta difícil de creer que haya engañado a un hombre de fútbol curtido. Corría de manera un poco rara, como recogiendo los brazos. Tocaba la pelota de manera exageradamente ampulosa y con una potencia que contradecía ese movimiento exagerado. Pero ahí estaba.
Y como el equipo tenía varios lesionados, cumplió con un par de prácticas antes de ser incluido en la lista para disputar su primer partido, contra Leeds. A los 32 minutos de partido, se lesionó la figura del equipo, Matt Le Tissier. El que entró en su reemplazó para marcar un hito fue nada menos que el dudoso primo liberiano. Fue el 23 de noviembre de 1996, fecha que se hizo famosa en el fútbol inglés gracias a su presencia: hay coincidencia general en que fue el peor futbolista en la historia de la Premier.
Jugó bastante mal. El reemplazado Le Tissier no lo podía creer: “Parecía bambi bailando en el hielo”, lo describió. Tuvo una jugada por derecha en la que podría haber mandado un centro para el gol de dos compañeros que ingresaban solos, pero decidió patear flojito a donde estaba el arquero. Su performance fue tan floja que lo reemplazaron en ese mismo juego. A los 85 minutos fue sustituido. “Me lesioné a los 20 minutos y lo vi calentando. Pensé: ‘No, no puede ser’. Graeme lo puso y era malísimo. Así que lo volvió a sacar”, contó Le Tissier. “Lo mandé a la cancha porque no tenía otro delantero. ¿Si lo disfruté? ¿Se puede disfrutar una patada en las pelotas?”, declaró el DT después del partido. Ese día Southampton perdió 2-0.
Esos 53 minutos de Ali Dia en cancha quedaron en la memoria colectiva del ridículo en la liga. Quedó libre poco después, llegó a cumplir sólo 14 días de su contrato a prueba. De inmediato firmó para Gateshead, un equipo de categorías menores en Inglaterra. Pasó de cobrar 2.000 libras por semana en la Premier a ser el mejor pago del plantel de Gateshead con 400 libras de salario. Debutó con un gol en un 5-0 contra Bath City. Y quiso desmentir toda la saga Weah. Dijo que conocía al liberiano pero no eran grandes amigos, y que se enteró por el propio DT del Southampton que Weah lo había llamado para decirle que Dia era un buen jugador. “Y soy un buen jugador, puedo demostrarlo”, respondió en una entrevista.
Unos días después, un diario británico desnudó el engaño. “No me siento estafado. Nos costó un par de miles de libras por dos semanas, no nos rompió el corazón… Era un jugador internacional y le dimos una chance, pero no nos impresionó y dejó el club”, aseguró Souness en aquel informe inicial que publicó la prensa. Claro que Dia no era internacional, ni siquiera por su país de origen. “Jugó 13 partidos para Senegal y marcó cinco goles”, decía un reporte de The Guardian. Pero no era cierto. La federación internacional se negó a dar información sobre su carrera y Weah aseguró que no conocía a nadie llamado así ni había hablado nunca con Souness.
Dia nunca se retractó del todo, ni reconoció públicamente la mentira. Estudió administración de empresas y desapareció del mapa del fútbol. De casi cualquier mapa, en realidad: es difícil encontrar rastro de su vida después del hecho que lo hizo famoso.
Le quedaron 53 minutos de fama, un partido que dejó sello en la Premier y un sospechado vínculo familiar, lamentablemente apócrifo.