Un estudio de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México, -buscamos en Michigan pero no había nada de este tema-, determina el perfil antropométrico de los futbolistas juveniles profesionales. El documento, publicado en diciembre de 2016, establece que los delanteros, de 18 a 20 años, tienen 178 cm de altura, (+- 4 cm). Pesan 70 kg ,(+- 5,5 kg). Su Índice de Masa Corporal es de 22 kg/m2, (+- 1,6 kg/m2). Y su masa muscular es el 45,5% de su cuerpo, (+- 5,5%).
El 25 de enero de 1996, a unas pocas cuadras del Camp Nou, una pareja de inmigrantes malienses, que llegó a Barcelona en los años 80 en busca de trabajo, tuvo su primer hijo. Lo bautizaron Adama Traoré. Ocho años después, el niño ingresó en las ya famosas divisiones inferiores de Barcelona FC como lateral derecho, tras un breve paso por Hospitalet. Su genética privilegiada para el pique corto y un saber innato por la gambeta lo hicieron escalar con rapidez como puntero en las categorías de La Masía, en 2012 jugó en tres divisiones, y en las juveniles de España, disputó la Euro Sub19, en 2013, con 17 años.
Unos domingos atrás, en una redacción digital semidesierta, un redactor mira el empate entre Middlesbrough FC y el Manchester City de Pep Guardiola. Van 73 minutos de juego, Kun Agüero acaba de poner el 1-1 parcial de penal, cuando algo llama su atención. En la mitad de cancha, junto al árbitro asistente, un futbolista de físico enorme, apretado adentro de la camiseta roja de Boro, se prepara para entrar en reemplazo del uruguayo Stuani. Ya dentro de la cancha, su pelo platinado y su inmensa figura lo destacan sobre el resto. El cronista lo consulta con sus colegas que cubren rugby. Hay acuerdo, tiene más físico de pilar de los All Blacks que de extremo derecho. Sin embargo, la pelota va larga y el musculoso delantero se muestra también sumamente veloz. Otamendi, que intenta frenarlo, es testigo. Las cinco letras de su nombre se pierden en su ancha espalda.
Noviembre de 2013. Quedan diez minutos de partido en el Camp Nou. Tata Martino entiende que la victoria ante Granada es un hecho y decide darle descanso a Neymar, la nueva figura de Barcelona. Se da vuelta y llama a ese pibito flaquito, rápido y gambeteador, que viene haciendo maravillas en La Masía, para hacerlo debutar en la Liga. La Flecha, como lo bautizaron, se presenta con 17 años y 9 meses, y casi hace un gol. Apenas seis semanas antes se había estrenado en el Barça B. Tres días más tarde ingresará en Champions, derrota ante Ajax, en lugar de Cesc.
“¿Creéis que a mi amigo Adama le hace falta un poco de gym?”, pregunta el valenciano Carles Gil al postear una foto del ya irreconocible cuerpo de Traoré, invadido por músculos de todo tipo. El flacucho que había deslumbrado en La Masía, que debutó bastante desarrollado en el Camp Nou, luce en Aston Villa, apenas tres meses después de llegar al equipo inglés en agosto de 2015, una insólita transformación física. “Necesitaba progresar y sino podía jugar en la Liga, en el primer equipo, tenía que ir a otro club”, dice Adama confirmando el éxito de las vitaminas que dan en la Premier. Barcelona vendió su pase en 10 millones de euros más 2 millones según su rendimiento y se guardó una opción de recompra por tres años. Pero Traoré apenas jugó 11 partidos, con un gol, y el equipo descendió de la Premier.
Con Luis Enrique como DT de Barcelona, Adama Traoré jugó otros solo partidos, en Copa del Rey, y en uno de ellos anotó su único gol culé. Siguió como el refuerzo juvenil del plantel, que en 2015 consiguió el triplete, pero al final de la campaña, tras el descenso a Tercera del Barça B, en el que era referente, Lucho le dijo que no lo tendría en cuenta para el año siguiente y que se busque un nuevo equipo.
Antes de llegar a Inglaterra, la prensa especializada ya conocía sus defectos y virtudes. “Traoré es un maestro en el mano a mano. Bendecido con una aceleración explosiva, buen toque, excelente balance y una increíble manejo. Pero todavía necesita aprender a usar esos atributos de forma colectiva. No se conecta bien con sus compañeros y es inconsistente en la definición”, lo definían. Pero nada decían de su físico, que no parecía necesitar desarrollarse más.
El Middlesbrough español, con Karanka como DT y Valdés en el arco, lo rescató esta temporada. Jugó 28 partidos y sus números lo volvieron a ubicar como uno de los grandes proyectos del fútbol europeo. Pese a que sufre el clima, “siempre viví en Barcelona y no suele ser tan frío”, Adama se adaptó bien. Progresó en su físico, está a la vista, y también en su juego. A fines de 2016 era el segundo futbolista en las grandes ligas que más gambetas intentaba cada 90 minutos (casi doce), detrás de, justamente, Neymar. Además, con una velocidad de 34.97 km/h, es uno de los doce jugadores más rápidos de la Premier.
El gol sigue siendo su gran cuenta pendiente. No marcó ninguno esta temporada y apenas pateó dos veces al arco. Pero eso no impide que equipos como el Chelsea de Conte vean todo su potencial. Con Boro rumbo al descenso, el tercero consecutivo para Adama luego de Aston Villa y Barça B, su destino es promisorio y, a la vez, una gran incógnita. Exactamente igual que el increíble cambio de físico. Con 178 cm, dicen que pesa apenas 72 kilos. Vean las fotos de nuevo. ¿Alguien puede creerlo?