Las personas inteligentes tienen dos grandes cualidades: saben lo que va a pasar antes de que pase y tienen sentido del humor. Jürgen Klopp siempre supo que iba a ser entrenador, porque entendía mejor el fútbol de lo que podía jugarlo. “En mi carrera de futbolista nunca pude llevar a la cancha lo que tenía en la cabeza. Tenía el talento para jugar en 5ta y la mente para estar en la Bundesliga. El resultado fue una carrera en Segunda división”.
Aceptarlo, sin embargo, le llevó un tiempo. Pasó los últimos cuatro años de los ‘80 jugando como delantero en equipos amateurs. En 1990, cuando tuvo la chance de probarse en Mainz 05, que jugaba en la Segunda alemana, se paró adelante. Los entrenadores que lo evaluaban le dijeron que jugara un rato en la otra área. Funcionó y lo ficharon como defensor.
De ahí viene el Klopp que conocemos. Un apasionado por el fútbol, un tipo intenso, estricto, loco y divertido. Un entrenador que transforma cada conferencia de prensa en una terapia de la risa, que contagia sus carcajadas como un virus vital. Una persona capaz de reírse de sí mismo y de los demás en una misma frase: “Futbolísticamente era aun más limitado que Jürgen Klinsmann pero conseguí jugar 325 partidos en Segunda sin hacer ninguna finta ni ningún amago”.
Después de jugar once años en la zaga de Mainz, Klopp quedó al frente del primer equipo, como DT interino, en 2001, cuando estaban a punto de irse a Tercera. Como se salvaron le dieron el cargo. Tres años más tarde ascendieron a la Bundesliga. Incluso los hizo jugar una Europa League. En 2008 se fue. Habían descendido y como no pudieron ascender de nuevo decidió dejar el club. Más de 20 mil personas fueron a despedirlo.
Para entonces, Klopp era una celebridad no sólo en Maguncia sino en toda Alemania. Durante el Mundial 2006 había participado de un programa de TV, también lo hizo en 2010, analizando los partidos de su selección. Fue un éxito por su carisma, por su simpleza para hablar de fútbol, desde el llano y no desde un púlpito. Le hablaba al pueblo alemán, les explicaba el juego y los entretenía. Kloppo, como empezar a conocerlo, se transformó en un ídolo popular. Hoy es una de las figuras publicitarias más importantes del país, más que Beckenbauer. Tiene contratos, entre otros, con Puma, Opel, el Banco Popular alemán y Phillips.
“No sé por qué pasa. Siempre aprieto los dientes. Cuando veo un nene pequeño, un bebé, aprieto los dientes. Resulta horroroso, empieza a llorar y tengo que irme. Con los árbitros, es parecido”.
De Mainz se fue al lugar en el que está hoy: Borussia Dortmund. El equipo, que había estado al borde de la quiebra un par de años atrás, venía de salir 13ro en la Bundesliga y había peleado el descenso. Los directivos del Dortmund eligieron a Klopp por su idea de juego, que ya estaba clara en Maguncia, un equipo corredor, solidario, atractivo y ambicioso. Y también por su perfil alto, que ayudaba a relanzar la imagen del club.
Pero, sobre todo, contrataron Klopp porque había mostrado que podía hacer mucho con poco. “Buscaron un entrenador vitalista, que apuesta por un fútbol vivo, que se divierte, que ríe a pesar del descenso de Mainz 05… Si no tenés dinero y, a pesar de todo, querés calidad, tenés que ser valiente. Fichamos a jugadores muy jóvenes. Formamos una comunidad muy fuerte. Crecimos juntos”, analizó el propio entrenador.
Uno de los secretos de Klopp es su olfato para detectar talentos. Por su personalidad, está cerca de los jóvenes y puede hablar su lenguaje. Les trasmite sus ideas con disciplina pero también con una sonrisa y una broma. Les da confianza, los impulsa a desarrollarse. Se los gana desde el humor. El comienzo de cada entrenamiento en Dortmund, cuentan en Europa, es un stand up del DT bromeando con los jugadores. El entrenador marca el tono alegre e intenso de las prácticas. Quizás por eso, hasta un tipo difícil como Ibrahimovic dijo que iría a jugar gratis para él.
Divertidas y desestructuradas como parecen, las prácticas de Klopp son fruto de la ciencia. Jürgen, que estudio Ciencia del Deporte en Frankfurt y se licenció con una tesis sobre “caminar”, utiliza todos los recursos tecnológicos y científicos que tiene a mano para mejor a su equipo. No es casualidad que la máquina más sofistica de entrenamiento de fútbol esté en el campus de Dortmund.
El éxito de Klopp en Borussia fue inmediato. Las dos primeras temporadas peleó los puestos en las copas europeas. Fue campeón de Liga en 2011 y 2012, cuando además le ganó la Copa a Bayern Múnich. Y en 2013 llegó hasta la final de la Champions.
Siempre con una idea de juego definida. Predicándola con la intensa alegría con la que vive y con la fe protestante que profesa. Su filosofía, dice Klopp, se llama “fútbol diversión”. La clave es sentirse vivo: “Si vienen 80 mil personas a la cancha buscando emociones pero vos les ofrecés una partida de ajedrez vos o ellos tendrán que buscar otro estadio. Hay que jugar con todo. Tenés que vincular a la gente con el club. Los partidos deben tener un efecto más allá del resultado”.
“No solo quiero ganar, ¡también quiero sentir!”, explica Klopp. Y eso le reclama a su equipo.
Una vez, tras un mal primer tiempo, le dijo a sus jugadores: “Ya que estamos acá, podríamos intentar jugar un poco al fútbol”. Cuando pasa todo el partido y no lo consiguen, el DT se disculpa con los hinchas. Después de un bodrio en Cottbus afirmó: “Felicito a cada hincha que se bancó hasta el final del partido mirando la TV”.
Para los bilardistas que ya están sacando el cuchillo y el tenedor, Klopp aclara: “El fútbol tiene que ser muy emotivo, muy rápido, muy fuerte, no aburrido, no ajedrez. Y táctico, obvio. Pero táctica con un gran corazón. La táctica es importante, no podés ganar sin táctica. Pero la emoción hace la diferencia”.
Ojo, emoción no es cualquier cosa para Klopp. Por ejemplo, el estilo Arsenal o Barcelona no le alcanzan. Sobre Wenger dijo alguna vez: “Le gusta tener la pelota, jugar un fútbol de pases. Es como una orquesta, pero con una canción silenciosa. A mí me gusta más el heavy metal. Siempre quiero que sea ruidoso”. La posesión, afirma, es un detalle estadístico. “No me gusta tener la pelota el 80% del tiempo. Perdón, pero no es suficiente para mí. Lo que yo quiero es un fútbol de lucha no un fútbol sereno”. El bueno y viejo fútbol inglés, “un día de lluvia, la cancha pesada, un 5 a 5, todos con la cara sucia y cuando te vas a tu casa no podés jugar por un mes”.
El fútbol, según Klopp, es mejor cuando se comparte. “Me encanta tanto este deporte porque sólo se puede tener éxito juntos, como un equipo”. Por eso, cuando le hablan de coleccionar figuras como hacen los poderosos se indigna un poco. “No me interesaría tener a Xavi, Messi y Cristiano en el mismo equipo…”. Ser el mejor por mucho aburre, como pasa en varias ligas europeas. “Es como si me pusiera a jugar al tenis contra una nena de tres años y remato con fuerza y la nena está ahí parada con la raqueta… no es divertido. Pero si del otro lado hay un hombre y jugamos, si gano está bien y si no gano probablemente me haya divertido”.
Algo de eso comenzó a pasar en la Bundesliga con Bayern Múnich, incluso antes de la llegada de Pep Guardiola. Klopp lo graficó de la forma más sencilla: “Nosotros tenemos un arco y flecha, y si apuntamos bien podemos dar en el blanco. El problema es que Bayern tiene una bazooka”. Después de la final de Champions, Bayern amplió esa ventaja de armamento comprándole varias de sus figuras. Cuando le preguntaron por qué Götze se iba, Klopp aseguró: “Se va porque quiere trabajar con ese extraordinario entrenador que es Guardiola. Así que si es culpa de alguien, es mía. No puedo hacerme 15 centímetros más bajo y aprender español”.
Para intentar retener a sus estrellas Klopp tiene un argumento breve: “Somos uno de los seis equipos de Europa que podemos ganar títulos. En otro lugar podrían ganar más dinero. Pero aquí pueden hacer historia. Si llegás ahora al Barça serás campeón, campeón y campeón, pero ya lo eran los 10 años anteriores”. Igual, sabe que con algunos puede funcionar pero no con todos. “No hay muchos clubes que puedan ofrecer esto, el estadio, el equipo, el cuerpo técnico no está tan mal. Pero, obvio, hay equipos que son un poquito más sexys que nosotros”.
Quizás sea cierto para algún jugador, pero para nosotros que lo vemos por TV ningún equipo parece tan divertido. Cada vez que juega el Dortmund creemos que algo emocionante puede pasar. Que ellos están intentando que pase. Con alegría, con pasión y con fuerza. A veces con locura. Y si no sucede, siempre está Klopp que puede regalar algún arrebato de ira contra sus enemigos favoritos, los árbitros asistentes. Genial cómo cuando aún no lo conocía nadie: “Estoy un poco orgulloso de mi primera expulsión como entrenador. Me acerqué al cuarto árbitro y le dije: ‘¿Cuántos errores pueden cometer? Si son 15 les queda uno más’”. O brutal como esa cara de loco que puso en una noche napolitana de hace unos años en la Champions.
“Cambiaría eso si pudiera -dice Klopp-. Me gustaría ser más tranquilo. Bueno, esto de la cara… No sé por qué pasa. Siempre aprieto los dientes. Cuando veo un nene pequeño, un bebé, aprieto los dientes. Resulta horroroso, el nene empieza a llorar y tengo que irme. Con los árbitros, es parecido. Pero cuando estoy exultante de alegría tengo un aspecto muy similar. A veces me da miedo esa cara, pero la conozco desde hace 45 años. Se sobrelleva”.
No cambies nunca, Kloppo. No cambies nunca.
Bonus track de frases:
• “Vamos a esperarlo como una buena esposa espera por su marido que está en la cárcel”.
(Sobre la ausencia de Matt Hummels por una lesión).
• “Shinji Kagawa es uno de los mejores jugadores del mundo. Pero en Manchester United juega 20 minutos y por la izquierda. Se me rompe el corazón cuando lo veo. Una lágrima se me cae de los ojos”.
(Consultado sobre el nivel de su exjugador en la Premier).
• “Lo único que puedo decir es que estuvo genial. Londres es la ciudad de los Juegos Olímpicos. El clima estuvo bien, todo está genial. Sólo el resultado es una mierda”.
(Después de perder la final de la Champions League ante Bayern).
• “Sí, es verdad. Me hice un transplante de pelo. Creo que quedó bastante bien ¿No te parece?
(En 2012, tras la pregunta de un periodista sobre si se había hecho un retoque capilar).
• “Mi mujer escribió un libro para chicos. Es como Harry Potter, pero sobre fútbol. No hay ningún Harry Potter volando en su maldita escoba, sólo fútbol”.
(Su mujer es una reconocida escritora para niños).
• “Voy a estar en este club casi seguro por los próximos 20 años” (En 2006, en Mainz 05).
“Este club es todo para mí. Voy a estar aquí al menos 20 años más” (En 2009, en Dortmund).
“Estoy seguro que no soy el Alex Ferguson de Borussia Dortmund”.
La canción de Jürgen Klopp, con imágenes de sus mejores locuras: