Ahora resulta que para querer que un equipo argentino gane en un Mundial, todos aquellos que practiquen ese deporte deben ser buenas personas.
Los dirigentes levantarán sus manos para votar y aprobar la Superliga. Se disfraza el asunto como un cambio revolucionario pero por ahora parece ser sólo maquillaje.
¿Qué valoramos de la Euro? Que un equipo flojito fuera campeón para centrar las cámaras y los diarios en un tipo que casi ni jugó en la final. Entre obviedad y star system.
Autoproclamado candidato a suceder al Tata Martino, el inefable Caruso Lombardi parece el técnico perfecto para este momento en el que el fútbol argentino es un sainete.
El novel periodista que firma estas líneas cree que el público argentino no se merece a Lionel Messi y que por eso el crack del Barcelona no debe volver a la Selección.
Martino dejó la Selección y se convirtió en el quinto entrenador que pasa sin pena ni gloria por este grupo de futbolistas que no logra encontrar un líder verdadero.
Si se entiende el fútbol como una forma de la comunicación, la pelota se transforma en el contenido de un mensaje, su posesión en un privilegio y su pérdida en un imperdonable...
El problema del fútbol argentino no es si debe haber una Super Liga o no. El asunto es qué se hará con los recursos que se obtengan si sale semejante negocio.
La renuncia de Leo no es creíble. Pero un tiempo de distancia entre él y la Selección (y la hinchada caníbal) podría ser liberador para todas las partes.
Los Mundiales 78 y del 86 son valorados de diferente manera por cuestiones lógica. Tal vez llegó el tiempo de emparentarlos, como el fútbol-deporte siempre las quiso.
Trisubcampeonato y renuncia masiva en la Selección. ¿Dónde quedó aquello de “Bancarse ser segundo también es ser campeón”? Los Cebollitas de la tele se revuelcan en su...