Ahora resulta que para querer que un equipo argentino gane en un Mundial, todos aquellos que practiquen ese deporte deben ser buenas personas.
Brasil le tiró con once camisetas en la cara a Colombia, que no supo hacer pie y se despide con el castigo por no jugar de igual a igual.
Por ahora con Messi alcanzó, pero con Bélgica se necesita otro respaldo.
La derecha de EEUU, que ve al fútbol como la “decadencia moral de la Nación”, debió festejar la eliminación.
El abrazo entre DT y jugadores de Argelia casi nos hace llorar.
La mayoría de los equipos que van ganando pretende “cerrar” los partidos. México tuvo su merecido castigo y nosotros no entendemos qué es cerrar un partido.
Chile y Uruguay se fueron de Brasil 2014 porque les faltó la ambición que necesita cualquier equipo para seguir adelante en un Mundial. Fueron dignos perdedores. Nada más.
Valdano representa el posmenottismo sanatero que declama idealismo.
Lionel Messi abre los partidos de Argentina y lo sacan cuando huele a goleada.
El partido contra Nigeria dejó la sensación de alivio de haber podido jugar en nuestra ley. ¿Qué podemos esperar ahora?
El equipo de Tabárez ya jugó dos finales y las ganó. Y, mientras esperamos a Argentina, nos emocionamos con ellos.