Ahora resulta que para querer que un equipo argentino gane en un Mundial, todos aquellos que practiquen ese deporte deben ser buenas personas.
Cristiano Ronaldo, otra vez, dejó en claro que es un irrespetuoso con sus compañeros y rivales.
El Tata Martino se despidió diplomáticamente del Barcelona, entendió el rol de su gestión dentro de una mega corporación.
¿Cómo no querer a un tipo que, incluso cuando lo echaron, volvió sin que lo llamen para ser campeón? Fernando Cavenaghi es el símbolo simpático de una resurrección.
El torneo Final, contra lo pregonado, tiene un desenlace con poco rigor competitivo.
Doce de los veinte equipos tienen algo de qué preocuparse en la última fecha. Quilmes, rival de River, no es uno de ellos.