Ahora resulta que para querer que un equipo argentino gane en un Mundial, todos aquellos que practiquen ese deporte deben ser buenas personas.
Hoy parece que hay que hacer un demérito para salir de la Selección, cuando lo normal sería tener que romperla para poder conservar el lugar de élite que representa.
La Selección se despidió de su gente con una goleada, muy pocas luces y con un centrodelantero que, lejos de reencontrarse con el gol, agrandó su karma.
Real Madrid es Mayweather, un multimillonario intocable que tiene todos los superpoderes pero que la mayoría del tiempo parece aburrido por tener que estar ahí.
Cuando Ronaldo no sale en la foto el Madrid es un equipo menos antipático. Cuando la batuta la dirigen Modric, Kroos y Marcelo, el Madrid es un placer. ¡Tercera Champions...
Sampaoli parece batallar contra la noción de que es un salame y su lista de 23 para el Mundial se prejuzga mirando más su conducta extradeportiva que el equipo que pueda armar.
Con la complicidad del Palmeiras, Boca se regaló una noche de Libertadores de aquéllas para una fiesta necesaria que fue una mezcla de celebración y de desahogo.
Argentina perdió la final del mundo (y dos más) y cambió dos veces de DT. ¿Ustedes dirían que mantiene más o menos jugadores que la Alemania campeona que tiene al mismo...
El más retrógado chauvinismo, la acostumbrada sobreactuación de la pasión y un humor ramplón, indolente y homofóbico combinados en el nefasto spot institucional de TyC...
La cantidad de jugadores extraordinarios que tiene el país –y que siguen apareciendo- es superior a la de cualquier potencia, incluso a la de las selecciones candidatas a ganar...
Recién cuando sepa si supera o no la primera ronda de la Libertadores, el hincha de Boca podrá soltar la alegría por este título local.