De los 20 estadios más antiguos del mundo, 17 están en el Reino Unido. O por lo menos así era hasta el martes pasado, cuando Tottenham Hotspur disputó ante Manchester United su último partido en White Hart Lane, que cerró sus puertas y le puso fin a 118 años de historia.
El estadio ubicado en el municipio londinense de Haringey, al norte de la capital inglesa, fue inaugurado en 1899, con una victoria 4-1 sobre Notts County. Hasta el comienzo de su demolición, era la décimo cuarta cancha más antigua del planeta y vio pasar a muchos de los más grandes futbolistas del mundo, entre los que se destacan Diego Maradona y Johan Cruyff, por ejemplo.
Una de sus señas particulares más reconocibles es el gallo de policía ubicado en el tejado de la grada este. Esa estatua vio más derrotas que victorias, porque a pesar de que Tottenham es uno de los clubes más grandes de Inglaterra, solo ganó la Liga en dos ocasiones.
Según informó el diario La Vanguardia, durante la Primera Guerra Mundial fue reciclado por el ejército como fábrica de máscaras de gas y uniformes de combate; en la Segunda sirvió de morgue para las víctimas del blitz; en 1935 la cruz gamada ondeó en lo alto de su tribuna durante un partido amistoso entre Inglaterra y la Alemania nazi y en 2004 las cenizas del ex jugador y entrenador Billy Nicholson fueron esparcidas en el campo de juego.
Todos los estadios de fútbol tienen vida propia y mil historias para contar. Por eso, cada vez que uno cierra sus puertas, queda una pena muy grande. Porque aunque Tottenham vivirá feliz en su nuevo hogar, siempre es bueno poder volver a la casita de los viejos.