En realidad la que hoy se considera la primera Copa América de la historia no fue disputada como tal. Aquella competencia organizada en Buenos Aires en julio de 1916, en el marco de los festejos del Centenario de la Independencia, no fue más que la precursora de la que al año siguiente se disputaría en Montevideo, ya oficialmente, bajo la órbita de la incipiente Confederación Sudamericana de Fútbol. En esa edición se pondría en juego por primera vez el trofeo de plata con base de madera, adquirido en París al precio de 3.000 francos, que todavía hoy se disputa.
Una Copa para celebrar la Independencia
Como parte de los fastuosos festejos del Centenario, el ministro de relaciones exteriores, José Luis Muratore, le propuso al presidente de la Nación, Victorino de la Plaza, donar un trofeo y ponerlo en disputa entre los seleccionados de Argentina, Uruguay, Chile y Brasil.
El certamen comenzó el 2 de julio con el enfrentamiento entre uruguayos y chilenos. Los orientales, muy superiores, se impusieron por 4 a 0. Cuatro días más tarde los trasandinos se presentaron ante los argentinos que con mucha facilidad se impusieron por 6 a 1. Chile se despidió del torneo el 8 de julio, logrando su único punto al empatar 1 a 1 contra el debutante Brasil. Dos días después Argentina se enfrentaba a los brasileños. Las autoridades de la Asociación Argentina juzgaron que no ameritaba presentar el equipo titular ante un rival en teoría muy inferior y decidió una alineación alternativa, desconcertante para los espectadores que fueron a ver a Perinetti y a Ohaco, las grandes figuras de la época. Apenas se empató en un gol. Y ese punto que perdió alegremente Argentina le significó a la larga, la pérdida del campeonato.
El 12 de julio jugaron uruguayos con brasileños. Sorpresivamente los cariocas se pusieron en ventaja con gol del legendario Frendereinch. Pero antes de finalizar el primer tiempo perdieron un hombre por lesión y al reiniciarse el juego los uruguayos dieron vuelta el resultado y se impusieron por 2 a 1.
En este punto el campeonato debía tener su definición en el match que jugarían uruguayos y argentinos, con una ventaja para aquellos, ya que el empate les aseguraba el título.
Invasión e incendio
El 16 de julio, 16.000 espectadores pagaron su entrada y colmaron las gradas de la cancha de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires. Muchos otros irrumpieron en el estadio superando controles y derribando obstáculos. El inicio del partido se demoró porque el público ocupaba el campo de juego y se hacía difícil desalojarlo. Finalmente ambos equipos, rodeados de policías pudieron entrar al campo, pero antes de dar comienzo el partido sucedió algo insólito. Se informó a los espectadores que las autoridades habían decidido que en tales condiciones no convenía que se pusiera en disputa la Copa y que el encuentro se jugaría, pero en carácter de amistoso.
Apenas iniciado el juego, la cancha fue nuevamente cubierta por un alud humano que desbordaba las instalaciones y no podía ser detenido. En medio de esa confusión los jugadores se retiraron del campo y el partido ya no se reanudó.
Entre tanto a toda costa el público reclamaba para que el juego continuara. Las protestas iban en aumento al punto que un exaltado, aprovechando el descontrol, prendió fuego una tribuna de madera. Tuvieron que intervenir los bomberos que recién pudieron extinguir el incendio cuando buena parte de la tribuna popular ya había sido consumida por las llamas.
El parte policial de entonces detalló puntualmente: “A las 4 p. m. a consecuencia de no haberse jugado en el field de «Gimnasia y Esgrima» el partido internacional entre orientales y argentinos, el público que alcanzaría a 40.000 almas, invadió la pista por falta de lugar. Se produjo un descontento general y el público demostró su desagrado prendiendo fuego a las tribunas populares que se quemaron casi en su totalidad, a pesar de haber hecho cuanto fue posible para evitarlo el Cuerpo de Bomberos.”
El partido se jugó al día siguiente, lunes, en la cancha de Racing y finalizó empatado sin goles, obteniendo el título en disputa el seleccionado uruguayo. Formaron los combinados de esta manera, Argentinos: Isola; Zenón Díaz y A. Reyes; P. Martínez, F. Olazar y G. Badaracco; R. Heissinger, A. Ohaco, H. y E. Hayes y J. N. Perinetti. Uruguayos: Saporiti; A. Foglino y M. Benincasa; J. Zibecchi, A. Delgado y M. Varela; P. Somma, A. Tognola, J. Piendibene, I. Gradín y A. Marán.
Las posiciones finales las encabezó Uruguay con 5 puntos, seguido de Argentina con 4; Brasil 2 y Chile un punto.