Caminando por el mercado de pulgas de Palermo nos encontramos con una reliquia futbolera. De pronto, en un estante, había un par de latitas con imágenes de jugadores de Boca. Eran, más precisamente, el mono Navarro Montoya y Juan Simon. El mono estaba con su típico buzo de los años 90. Simon con la casaca azul y oro y el sponsor de época: Parmalat.
Las latas, altas, de casi 16 centímetros y 473 mililítros, eran de la cerveza Boca Juniors, un pedazo de merchandising increíble que se vendía en los fastuosos años 90, comercializada como “La cerveza de la Número 12”. Valor actual de la latita: 200 pesos. Negociamos hasta 150. Si nos envidian, pueden conseguirlas todavía en Mercado Libre.
Para nosotros fue una novedad, aunque mirando un poco en Internet descubrimos que ya había un par de publicaciones al respecto.
Resulta que en 1993, Boca venía de ser campeón y su plantel mereció una edición especial de latas de birra “importada de Estados Unidos”. Digno del uno a uno. Los jugadores que aparecían, con nombre, número y un autógrafo estampado en el frente de la lata, eran los mencionados Navarro Montoya y Simón, más Chiche Soñora, Alejandro Giuntini, el colorado Mac Allister, Alejandro Mancuso, el Beto Márcico (la figurita difícil), el Manteca Martínez y el Beto Acosta. En el dorso estaba el escudo.
También había una latita blanca con estrellitas amarillas -de cerveza sin alcohol, quizá por eso tenía la casaca suplente- en la que se mostraba una foto del equipo formado. Esa alineación tenía la curiosa presencia del prácticamente olvidado Fabio Talarico y de uno de los niños que acompañó a Boca el día en que se tomó la foto elegida.
Además, había una leyenda que decía: “Conserve este envase y complete la formación del equipo, participará por una sorpresa”.
No sabemos cuál fue la sorpresa, pero sí tenemos certezas de que la importadora La Guayra SA no hizo un negocio perdurable. La birra importada duró poco en las góndolas y hoy es una curiosidad para coleccionistas.
Un detalle: al nombre de Giuntini le faltaba una letra en la lata, y era presentado como “Alejandro Víctor GIUTINI”. Ironías de la vida, justo el hombre que llegó tarde a un antidoping de ese año quedó destacado por el error en la latita de cerveza, cuando lo que suelen dar a los jugadores que no pueden hacer pis en el antidoping es… cerveza. Ese test fallido le costó tres puntos a Boca que podían haberle dado otro título, y algunos hasta culpan al defensor por esa estrella que no fue.
En la redacción de Un Caño incluso alguno aventuró que la lata fue una maldición pergeñada por un boquense en contra del jugador, que murió a los 49 años después de luchar contra la leucemia.
Igualmente nosotros tenemos la certeza de que no existen las brujas ni las maldiciones. Así como sabíamos a ciencia cierta, hasta este sábado, que no existía una cerveza de un equipo de fútbol argentino.