Ya retirado de las canchas, Ricado Bochini contestaba un reportaje en el que se le pedían comparaciones entre distintos aspectos del fútbol de su época y el de ese momento. Corrían los años noventa y como suele ocurrir con los ex jugadores, el Bocha idealizaba el pasado y lo valorizaba exageradamente en desmedro de todo lo nuevo. Los campeonatos de antes eran mejores, los delanteros más goleadores, los defensores más impasables y los volantes más habilidosos. El periodista, para ponerle pimienta a la charla, pinchó a su entrevistado y le preguntó:
-Pero Bocha… ¿Entonces en ningún aspecto el fútbol actual es superior al de tu época? ¿Nada mejoró? ¿Todo lo de ahora es peor?
Bochini bajó la cabeza pensativo y después de reflexionar un buen rato contestó:
-Bueno, mirá… los pantaloncitos. La verdad que los pantaloncitos de ahora son mucho mejores que los que usábamos nosotros.
Más allá de la ironía, llama la atención que Bochini hiciera hincapié en ese detalle, ya que justamente en 1972, año en que él empezaba a brillar en Primera, una aparición novedosa en la indumentaria de los jugadores revolucionó la pacata tradición conservadora del fútbol argentino de aquellos tiempos: el pantaloncito de dos colores.
Adidas lo lanzó al mercado, creando una demanda que no existía. Hasta ese momento los pantalones podían ser blancos, negros y en algunos casos, azules o rojos. Podían tener algún detalle, unas rayitas o alguna costura de color, pero no más. Del mismo modo en que años después lo haría el bigote de Charly García, el pantaloncito de Adidas sorprendió por ser moderno, original y bicolor.
La Marca de las Tres Tiras presentó su creación en un ambicioso aviso a página, que publicó en los medios deportivos de la época destacando las virtudes de la prenda: “Confeccionados en tela gabardina pre-encogida, teñida en color super- fijo al indanthren. Con cintura elastizada. Ajustable con cordón. Corte al costado. Máxima comodidad en la más elegante línea deportiva europea”. Miguel Brindisi, el mejor jugador argentino de ese momento, oficiaba de modelo. Los pantalones Medio Campo, tal era su denominación comercial, se ofrecían en cuatro variantes: azul y amarillo; rojo y blanco; negro y rojo y azul y rojo. El color citado en primer término en la parte trasera y el otro en la delantera. Para el deleite de la platea femenina, eran extremadamente ajustados. Brindisi, que jugaba en Huracán, no tenía problemas en posar con los colores de River, Boca, Newell’s y ¡San Lorenzo! para publicitar el producto. Y a nadie se le ocurría cuestionarlo por eso.
Boca, Huracán y en menor medida San Lorenzo, fueron los primeros que oficialmente incorporaron la novedad en sus uniformes. Era muy raro ver lucir esa prenda, ciertamente de vanguardia para ese momento, a un tipo tan sobrio como el Lobo Carrascosa o a otro tan pasado de moda como el Nene Sanfilippo.
River, a pesar de disponer de un modelo claramente “hecho a medida para sus necesidades”, no utilizó los Medio Campo rojiblancos. Sorprendió con una variante todavía más audaz -que no fabricaba Adidas– que consistía en transponer al pantalón el diseño de la camiseta del Ajax -el equipo de moda-, formando así una ancha franja roja por delante y otra por detrás, sobre fondo blanco. Combinados con la banda cruzada en el pecho quedaban, por cierto, bastante feos. Sumando a eso las medias a rayas horizontales, el uniforme era un autentico cocoliche que sólo servía para exacerbar todavía más, el mal humor de los viejos plateistas, que tras quince largos años sin conseguir títulos, añoraban las elegantes camisas de seda con pantalón negro de raso de la época dorada.
Independiente fue quizá, el equipo que llevó la tendencia bicolor al paroxismo: el 17 de mayo de 1972, en el partido de ida por la final de la Copa Libertadores de América frente a Universitario de Lima, en Perú, salió a la cancha con unos extrañísimos pantalones con una pierna negra y otra blanca. Parecían disfrazados. Empataron 0 a 0. Seguramente tomaron conciencia del despropósito y en el partido de vuelta, en Avellaneda, ya no volvieron a usarlos, se impusieron por 2 a 1 y salieron campeones.
Como todas las modas, la de los pantaloncitos de dos colores también pasó. Algunos decían que confundían a los referis, y a los mismos jugadores, “ser” de un color cuando iban y de otro cuando volvían. Entre los hitos en los que estuvieron presentes los célebres Medio Campo, nos vienen a la memoria el campeonato de 1973, ganado por Huracán usando esos pantalones y el estridente debut de Carlos María García Cambón en Boca, que vistiéndolos en 1974, le marcó cuatro goles a River en La Bombonera.