Para mí, que suelo ir al arco, es normal ver el fútbol así. Los rivales de frente. Los compañeros de espalda. Pero para la mayoría me parece que no. Las tapas de los diarios muestran caras, no números. Entonces cuando veo la foto, y lo que generó, me pongo a pensar qué sensaciones provocó en tanta gente.

Seis horas después de que la compartimos en Facebook más de 20 mil personas habían puesto “me gusta”, tenía cientos de comentarios y le había llegado indirectamente a más de un millón de usuarios (ahora son muchos más). En Twitter pasó otro tanto. Al rato, estaba hasta en chats de celulares. Nosotros, que todavía no entendemos muy bien cómo funciona todo esto, inflamos el pecho porque un montón de gente entró a la revista. Pero los que vinieron siguen al 14.

En la foto, Mascherano le hace frente a unos belgas. Gigantes y melenudos. Uno se tapa la boca para decir cosas que no se pueden salir en la tele. El otro mira mal. Los odiamos al instante, y miren que a uno lo queremos tanto, pero ahora los odiamos. Masche no se asusta, no retrocede. Camina, los va a buscar.  Encima son dos. Lo primero, lo obvio, es pensar en su coraje. Su valor, su temperamento. En los huevos que tiene.

Pero a los que compartieron la foto les pasó algo más. En la imagen, Mascherano nos protege y nos representa. Es como el hermano mayor o el amigo un curso más grande que nos cubre de los matones del colegio. Lo miramos de atrás, de más abajo. Él va adelante, va al frente. Messi es el mejor, está claro. Pero Masche es el alma del equipo, el ayudante de Sabella en la cancha, el tipo inteligente, que además corre y juega. Su ilusión contagia.

Para todos, el sábado pasó algo histórico. Porque pasó después de muchos años o porque no les pasó nunca.  Cada “me gusta” o cada retweet es un hincha que respalda a la Selección, un hincha que ya no cuestiona, que sólo se ilusiona con ser campeón. Cada uno se puso detrás de Mascherano. Se encolumnó. Como diciendo: te bancamos, te seguimos a donde vayas, llevanos a buscar la Copa. Puro deseo, pura pasión.