Pese a que la leyenda y su apellido lo identifican con aquellos ingleses que nos trajeron los ferrocarriles y el fútbol a la gran aldea, Jorge Brown era argentino y desde muy pequeño el mágico camino del fútbol se alineó en su destino. En 1893 se incorporó, jugando de back, a la Segunda División del English High School, su colegio.
En 1901 la Asociación de Fútbol prohibió a dicho establecimiento educativo utilizar su nombre en los campeonatos que organizaba, argumentado que podía considerarse una publicidad. Así nació el glorioso Alumni que entre 1901 y 1911 ganó nueve campeonatos de Primera División con el concurso de Jorge Brown como capitán, junto a cuatro de sus hermanos —Carlos, Ernesto, Alfredo y Eliseo— y su primo Juan Brown. Integró también el primer Seleccionado Nacional que el 20 de julio de 1902, con un gol suyo, derrotó 6 a 0 a los uruguayos en Montevideo.
Más que un jugador de fútbol, más que el capitán y caudillo del equipo que deslumbraba en su época, Jorge Brown fue por la gravitación conjunta de diversos factores personales, el primer ídolo popular arquetípico del naciente fútbol argentino.
Según cuenta Jorge Barraza en su libro El fútbol de ayer y de hoy: “… tenía una jugada que enloquecía a las multitudes. Cuando le tiraban un pelotazo largo a un delantero rival, Jorge Brown —apareado al contrario— corría en dirección a su arco a toda prisa, ganaba en velocidad, alcanzaba la línea de la pelota, la superaba y entonces… se daba vuelta súbitamente, quedaba de frente a la bola y le daba un tremendo patadón, rechazándola bien lejos y alejando el peligro. La gente deliraba…”
En 1921, retirado del deporte, Jorge Brown consultado por un periodista de El Gráfico que quería saber su opinión sobre el fútbol que se jugaba en ese momento explicó:
“El football que yo cultivé era una verdadera demostración de destreza y energía. Un juego algo más brusco, pero viril, hermoso, pujante. Es preciso observar que el football no es un sport de salón, ni nada parecido. Es un juego violento y fuerte en el que se ponen a prueba la resistencia física y la musculatura de los jugadores. El football moderno adolece de exceso de combinaciones hechas cerca del arco. Es un juego más fino, quizás más artístico, hasta más inteligente en apariencia, pero que ha perdido su animación primitiva…el juego largo, en el que se formaron tantos jugadores invencibles, ya no se cultiva. Con el juego nuestro se producían muchos choques…hoy creen que juegan un mejor football los que esquivan el cuerpo…ya no se ve el clásico juego consagrado en Inglaterra e impuesto en el mundo entero. Footballers eran los de antes”