El 19 de septiembre de 1948 se jugó la vigésimoprimera fecha del campeonato argentino de Primera División. Ese día, en un gran partido, River le ganó a Huracán 4 a 3; Independiente a Boca 2 a 1 y San Lorenzo a Platense 6 a 2. Pero la nota destacada de la jornada la dio Ricardo Infante, el centreforward de Estudiantes de La Plata, al marcarle un golazo a Rosario Central -en 1 y 57- utilizando un recurso insólito, aparentemente nunca antes visto en las canchas argentinas.
Durante una rápida jugada de la delantera de Estudiantes, Infante, en posición de 10, a 35 metros del arco del Colegio Industrial, va a recibir el rebote de un remate de su compañero, el wing Julio Gagliardo. La pelota caerá a sus pies, pero un poco desacomodada para su condición de diestro cerrado. Entonces, en gran repentización, Infante cruza su pierna derecha por detrás de la zurda e impacta la pelota de primera, de sobrepique, con un efecto tan distinguido que la bola vuela, dobla después de pasar lejos del alcance del arquero Pedro Botazzi y se clava en el ángulo del segundo palo.
El gol fue tan extraordinario que en principio, antes de reanudar el juego, el árbitro Padrón felicitó a su autor. Luego cada uno de los 21 jugadores restantes que disputaban el partido, hicieron lo propio.
Por supuesto que no existe un video de aquella tarde y sólo una foto que apareció en el diario El Día de La Plata testimonia, al menos en parte, la hazaña de Infante. Si bien no se aprecia en la imagen la forma en que el delantero impactó la pelota, se verifica la distancia desde la que pateó y la expresión del arquero -brazos caídos, incrédula vista fija en la pelota- demuestra lo inesperada y oportuna que resultó la jugada.
La expresión gesto técnico no se utilizaba en ese entonces, de modo que se hizo difícil describir la particular acción. Nadie sabía cómo llamar a la efectista invención de Infante, sencillamente no tenía nombre. De esa situación da buena cuenta una simpática viñeta humorística del dibujante Enrique Casajús que publicó en esos días en El Día de La Plata.
Existe una leyenda urbana que asegura que el martes siguiente al gol del Beto infante a Rosario Central, apareció en la revista El Gráfico una producción fotográfica en la que se veía al delantero vestido con guardapolvos escolar, ejecutando la jugadita con el título “El infante que se hizo la rabona”. La leyenda concluye que es a partir de esa publicación, que la bendita Rabona encontró al fin su nombre.
Falso. En principio El Gráfico en esa época aparecía los viernes, no los martes. La edición N° 1534 del 24 de septiembre de 1948, -primera posterior al gol- no consigna ninguna referencia al gol de Infante y del partido sólo trae la síntesis con las formaciones de los cuadros. La edición siguiente, del 1° de octubre, nada dice ni sobre la jugada ni sobre su inventor, a pesar de que se había suspendido la fecha y sobraba espacio. Recién en la edición del 7 de octubre, en la mejor sección de última página de la historia del periodismo gráfico argentino, la famosa Apiladas escrita por Borocotó, aparece un breve pero antológico texto, en el que el periodista se hace eco de la sensación que había causado en el ambiente futbolero, a través del boca a boca, el gol de Infante en La Plata:
Los crímenes, los asaltos, los zapatos, las casas, las cacerolas y muchas cosas más se pueden reconstruir, pero el gol de Infante contra Rosario Central no tiene reconstrucción posible.
Ustedes saben que el centreforward de Estudiantes es así: hace goles de lujo. El día que haga uno muy común le va a decir al referee:
-Bórrelo que ese no vale.
Punto y dejo dos, como dicen los del mus; resulta que el gol aquel contra Central fue tan fabuloso que en las tribunas se escucharon comentarios como los siguientes: “¡Hay que ponerlo en la Costitución junto a los Derechos del Trabajador!” “¡Hay que avisar a las Naciones Unidas para que lo traten y se dejen de embromar con Berlín” “Eso no es un gol, es un poema, una sinfonía!… ¡Otra que Beethoven!”
El texto es extraordinario, pero ni una mención a que a la jugada la llamaran Rabona. Revisamos una por una todas las ediciones de El Gráfico de 1948, incluyendo el especial El Gráfico de los Campeones de 1948 y la famosa producción de Infante vestido con guardapolvo, no aparece.
En una simpática ironía de la historia, hoy se puede leer en la web de El Gráfico una monografía sobre Ricardo Infante en la que se da crédito a la leyenda de la producción titulada “El Infante que se hizo la rabona”, pero no reproducen dicha página. Raro.
De todos modos concedemos el beneficio de la duda a los que sostienen la veracidad de la leyenda. Tal vez la famosa producción fotográfica se hizo en otra oportunidad, más adelante, en algún aniversario o porque sí. No nos vamos a tomar el trabajo de revisar toda la colección de El Gráfico. No estamos tan locos todavía. Si alguno de nuestros lectores tiene buena data y quiere compartirla, será bien recibida.