“A pesar de ser muy simple, el Cabezón la hace siempre y siempre se la comen los que le marcan. Es la boba”. Con su acostumbrada elocuencia, Eduardo Coudet le puso nombre a una jugada que se transformó en una marca registrada apenas nació. Andrés D’Alessandro es uno de esos pocos futbolistas que tienen una jugada propia, personal. Y con ella regresa al fúbol argentino.
No es necesario explicar en esta ocasión las múltiples virtudes de D’Alessandro, sino simplemente disfrutar dos minutitos de su habilidad. La boba no tiene secretos. Una pisada hacia atrás o hacia el costado y el toque hacia adelante. Puede ser esa acción particular del crack del barrio, ese que todos conocemos pero que siempre nos deja en ridículo. D’Alessandro llevó a las mejores canchas del mundo una jugadita de potrero.
Trece años después de su despedida, regresa al club que lo vio nacer. En el medio, jugó en Europa, en San Lorenzo y fue ídolo de Inter de Porto Alegre. Hoy ya no tiene la juventud ni la desfachatez de la adolescencia, pero todos estaremos pendientes de la vuelta de la boba al sitio donde nació.