Hace unos meses, aunque recién lo vimos hace unos días, Luis Suárez protagonizó un aviso de Antel, la empresa estatal de telecomunicaciones de Uruguay. En un vestuario oscuro y solitario, la cámara encuentra a un Lucho cabizbajo, oculto bajo una capucha. El reposo del guerrero se transformará en, casi, una arenga patria.

“Somos así. Cuanto más difícil es, cuanto más cuesta, más disfrutamos el desafío. Es la recompensa al sacrificio. No tengo dudas, yo llegué a donde llegué porque nací acá. En un país que busca crecer y superarse. Donde salimos a la cancha con todo. Porque nos hacemos más fuerte, cuando avanzamos juntos”, dice Suárez con emotividad mientras gana confianza hasta terminar el aviso, desafiante, mirando a cámara en un primer plano.

Pese a lo verosímil de la situación, futbolista-vestuario, todo suena raro. Suárez habla de trabajar en equipo, de la fortaleza colectiva, pero está solo, en una habitación desierta. Al goleador de Barcelona y Uruguay se lo ve ensimismado, preocupado, nervioso y, al final, resuelto. Pero nunca alegre.

En octubre de 2013, un año antes del Mundial de Brasil, de la mordida a Chiellini y de la sanción de la FIFA, Luis, en ese entonces el pistolero solitario de la delantera de Liverpool, protagonizó un genial aviso para Abitab, una red uruguaya de locales de pago. Este anuncio, irreal como puede ser un crack futbolero como oficinista, funciona a la perfección porque se construye sobre las verdaderas cualidades de Suárez.

Vemos al uruguayo que conocemos, al tipo pícaro y divertido. También al individualista, “es muy trabajador pero un poquito competitivo”, dice una televisiva compañera de oficina. Suárez aparece como es, quejoso, rezongón, gesticulador, simulador pero, en última instancia, efectivo y carismático.

En el video de la filmación de ese aviso se aprecia con claridad lo poderosa y contagiosa que es la risa de Luis Suárez. Lo que genera en el resto del grupo, del plantel, de la oficina, del equipo de filmación, su empatía. El individuo que potencia al grupo. Todos disfrutan, se cagan de risa con él y por él.

A fines de 2015, un año y medio después de la sanción, ya campeón de Europa con Barcelona, ya ladero de Messi y Neymar con un perfil más calmo, Luis Suárez filmó un segundo aviso con Abitab. La fórmula del éxito es la misma. Lucho es rebelde, desafiante de la autoridad, y ventajero. Su picardía, su ingenio le dan rédito. “Lucho, ¿sos vos loco?”, dice un empleado de limpieza cuando lo ve, a la vez, trabajando y en la tele. Este nuevo Suárez publicitario, serio y solo en un vestuario, da para pensar lo mismo.

Los creativos pueden haberlo perdido de vista pero, por suerte, Suárez nunca olvidó quién es dentro de la cancha. sigue siendo ese tremendo goleador, con talento y mañas, que cuando se divierte nos hace divertir a todos.