Aparentemente los dirigentes de AFA habrían dejado filtrar que, otra vez, se estaría pensando en conseguir la autorización para jugar contra Perú en La Bombonera. El festival del condicional alcanza para que la Patria Panelística vuelva a la carga con una cruzada que le encanta fogonear.
El entusiasmo con que se prodigan para instalar el tema es conmovedor. Insinúan que la Selección sacaría alguna ventaja con el cambio de escenario, lo que a nuestro criterio es absolutamente irrelevante. ¿Nos llama la atención el tema? Sí. Pero tampoco queremos pecar de inocentes.
La estrategia del periodismo es fantástica y lo más interesante es que asegura el cero en el arco propio. Como diría Passarella, es la consumación de “los invictos”; es decir de los periodistas, de los que nunca pierden. Si se juega en la cancha de Boca y se gana, los periodistas son unos genios. Si se juega en la cancha de Boca y se pierde, los jugadores son tan amargos que ni jugando en la cancha de Boca son capaces de ganar.
Si eso no ocurre, se vuelve a jugar en la cancha de River y Argentina pierde, los periodistas serían unos genios porque ya habían avisado que para obtener un éxito seguro había que cambiar de escenario. Y si se juega en la cancha de River y se gana, bueno… después de todo ¡los otros eran Perú!
Sin embargo, el argumento por el que se sostiene que sería una ventaja para Argentina jugar en La Bombonera se contradice con otro que suelen repetir los mismos analistas deportivos.
Se trata de aquel sonsonete que asegura que estos jugadores sufren problemas sicólogicos ante el público argentino, que les pesa la localía, que claudican ante la presión. Se agrega además que como esta generación no ha ganado nada, casi siempre defrauda las expectativas de la gente y se sabe en deuda, está traumatizada y deprimida. Y que ante ese sentimiento de culpa y responsabilidad, sencillamente se paraliza. Escuchamos a un comentarista conjeturar que las repetidas lesiones musculares de Di María podrían obedecer a esa causa.
Ante semejante diagnóstico uno no podría dudar sobre la influencia negativa que tendría sobre estos jugadores conflictuados un escenario célebre por el protagonismo del público, dada su acústica y la cercanía de la gente con los futbolistas; sería espantoso exponer a estos chicos acomplejados a vivir la experiencia de jugar en una cancha que tiembla.
Otra contradicción o gataflorismo se pone de manifiesto cuando los mismos periodistas, antes del comienzo de cada partido, insisten con ese análisis seudo sociológico que caracteriza al “público de la Selección” conformado por familias, niños, hombres y mujeres, invitados por los sponsors y sin presencia de barras, como una concurrencia sana que va a disfrutar de un espectáculo deportivo. Además, lamentan que esa situación no se pueda replicar todos los fines de semana en el campeonato local. Nada dicen de esa gente pasiva a la hora de hacer temblar La Bombonera, en el supuesto caso de que aceptáramos que ese factor pudiera asegurar efectivametne un resultado favorable. ¿En serio se imaginan de verdad a ese público haciendo estallar a La Bombonera?
O será que tal vez, ahora que las papas queman, los panelistas estén fantaseando con una concurrencia y un ambiente más parecido a ese que critican todos los fines de semana del campeonato local. Ese que apichona a los rivales y a los árbitros y que les hace sentir que “acá no se jode”. Y que alguna vez, por ejemplo, terminó con jugadores atacados con gas pimienta. Si no nos creen, lean en esta misma revista lo que dice el colega Luis Bagnola.
Hasta la manera de leer las estadísticas es caprichosa. Se remarca el hecho de que la Argentina nunca perdió partidos oficiales en Boca, pero se omite el dato de que la única vez que no fuimos a un Mundial por resultados deportivos fue porque quedamos segundos en una eliminatoria, justamente, en esa cancha que tiembla. Y que además fue contra Perú: 2 a 2, en 1969.
Pero está muy bien que el periodismo aporte su granito de arena sugiriendo alternativas para tratar de contribuir en la solución de este problema de que Argentina no vaya al Mundial. Después de todo, lo único que importa es ir al Mundial.
Quien más claramente explicó la situación fue le periodista de Fox Sports, Martín Liberman, cuando dijo: “Este equipo es un desastre y nosotros, los periodistas, queremos ir al Mundial. Porque si no vamos al Mundial perdemos plata”.
El mundo está tapizado de buenas intenciones y de sentimientos nobles.