“…La cosa es que ya no aguantaba más en Barcelona.
El último partido, el 5 de mayo de 1984, en Madrid, fue una imagen de todo lo que me pasó allí: una batalla campal contra el Athletic, nuestro archienemigo, en la final de la Copa del Rey, que perdimos 1 a O, con aquel gol de Endika que los vascos me recordarían muchos años después, cuando volví a jugar a España con el Sevilla. Terminé a las patadas con todo el mundo, porque nos estaban ganando y nos cargaban; hasta que uno me hizo un corte de manga y se pudrió todo. Nos cagamos a palos en el centro de la cancha… Menos mal que a mí salieron a defenderme Migueli y los muchachos, porque si no me mataban.
No sé, creo que Goikoetxea quería terminar el trabajo que había empezado unos meses antes. Desde afuera querían saltar a la cancha los míos, todos esos amigos a los que llamaban el clan, querían defenderme y no podían… Se colgaban del alambrado, que era como una reja, y la policía les pegaba en los nudillos, para bajarlos… ¡Una locura! A mí, después, me dio mucha vergüenza por el Rey. Claro, el rey Juan Carlos estaba ahí, en el palco de honor, era su Copa, y nosotros nos estábamos cagando a trompadas…”
Fuente: Yo soy el Diego de la gente – Editorial Planeta – 2000