Se jugaba media hora del Huracán-Newell’s, el fin de semana. Romeo Gamarra encaró por la derecha del área y Moiraghi salió al cruce. Para nosotros hubo contacto pero también exageración. ¿Importa que haya exageración si hubo contacto? No. Pero hay algunos árbitros que, en el afán de no sentirse engañados, priorizan la simulación a la falta. Eso hizo Héctor Paletta: “Siga, siga”. Obviamente, estalló la hinchada de Huracán, como lo hubiera hecho cualquier hinchada.
“Tomala vo’, damelá a mí, vamo’a matar un referí”, desempolvó un viejo hit el Ducó. Para después ser un poco más contundentes: “Paletta, hijo de puta; la puta que te parió”. Y otra vez el “tomala vo’, damelá a mí”. En ese momento, el árbitro decidió parar el partido, amparado en la regla de cantitos “desubicados”, por llamarlos de alguna manera. Los jugadores de Huracán se dividieron: unos fueron a hablar con él y otros, viendo la inflexibilidad de Paletta, con los hinchas que, de a poco, aflojaron. Cuando estaba por reanudar el juego y tenía la cámara de TV cerca, el árbitro explicó: “No podemos alimentar esta violencia de que van a matar a un referí”.
Con los ánimos más calmados, después del partido, Diego Osella, satisfecho porque su equipo había ganado un partido jugando horrible, opinó: “Está muy bien lo que hizo. Hay que empezar a ser más tolerante. Si no, va a ser muy difícil”. Nos encantaría saber si el técnico de Newell’s pensaría lo mismo en la situación inversa.
Juan Manuel Azconzábal, mientras tanto, declaró: “A veces es difícil que desde una terna arbitral se intente corregir en cinco minutos cuarenta años de nuestro país”. Es cierto, pero también es verdad que en algún momento hay que empezar a cambiar. Pero sin exagerar.
Es elemental que, si lo descontextualizamos, el cantito es una amenaza. Pero absolutamente todos en el fútbol sabemos que es un cantito de enojo para cualquier árbitro que se equivoca. Ninguna de las personas que lo cantaron pensó por un segundo en matar a Paletta, ni siquiera en un ámbito rodeado de violencia como el nuestro.
En España, por ejemplo, ante un fallo que consideran injusto, los hinchas cantan: “Arriba las manos, esto es un atraco”. ¿Qué haría Paletta en España? ¿También suspendería el partido? Porque si descontextualizamos el cantito, lo estarían tratando de ladrón, ¿no? Lo que queremos decir es que hay que entender las circunstancias, sobre todo las personas encargadas de impartir justicia.
Y el mejor ejemplo a Paletta se lo dieron los hinchas de Huracán (sí, los mismos que según él lo amenazaban de muerte) cuando decidió seguir el partido: “Para Paletta, la Selección”.