La palabra más buscada en la web del Museo Británico es “Egipto”. Las cinco millones de personas lo visitan cada año pasan la mayor parte de su recorrido caminando entre su colección de momias. La Piedra de Rosetta, descubierta y robada por el ejercito de Napoléon en 1799 y luego capturada por fuerzas británicas, es el objeto más admirado en todo el edificio. Pero el fútbol puede que esté por cambiar eso último.

botinEl Museo Británico anunció que sumará a su colección egipcia los botines de Mohamed Salah, el goleador de esta Premier League con Liverpool. Se trata de una muy hábil movida publicitaria de Adidas. La empresa alemana realizó la donación de un par de zapatos verde menta hechos a medida para los pies de la figura de la selección de Cúper, pero con los que el delantero no anotó ningún gol porque, en  realidad, los botines en exhibición están sin usar.

Desde 2003, Egipto reclama de forma continua a los museos de las potencias coloniales la repatriación de todas las obras sacadas ilegalmente de su territorio durante el siglo XIX y XX. “Si los británicos quieren ser recordados, si quieren recuperar su reputación, deberían ofrecerse a devolver la Piedra de Rosetta porque es el símbolo de nuestra identidad egipcia”, afirmó entonces el famoso egiptólogo Zahi Hawass. La Piedra de Rosetta, clave para descifrar los jeroglíficos, es una de las piezas más importantes de esa lista de bienes culturales que cambió de manos por la fuerza y que hoy es un símbolo del vigente poder imperialista, además de una enorme fuente de riquezas turísticas, de los países centrales.

Frente a las crecientes presiones, diplomáticas y sociales, el Museo Británico decidió en 2016 modernizar su colección incorporando objetos de la cultura egipcia más cercanos en el tiempo. Los botines de Salah, que se expondrán junto con antiguas sandalias y joyas faraónicas, caen perfectos en esta movida para diluir la magnitud del tesoro despojado que lleva décadas en sus depósitos y salones.

“Las botas cuentan la historia de un moderno ícono egipcio, jugando en el Reino Unido, con un verdadero impacto global”, afirma Neal Spencer, el cuidador del ala del Antiguo Egipto y Sudán. También cuenta la historia del imperialismo moderno. La acumulación capitalista por despojo en el fútbol. El talento, las obras de arte, la capacidad individual y colectiva, que fluye desde Tercer Mundo al centro del Mundo. De El Cairo a Londres. Como cuando la piedra fundacional de la cultura egipcia cruzó el Mediterráneo en un barco de guerra. Como cuando Salah, con 20 años, pasó del Arab Contractors al Basilea por una monedas. De como el tiempo pasa y las cosas suceden siempre, más o menos, de la misma manera.