Ayer nomás, en su edición del 25 de enero de 1966, la revista El Gráfico, en un texto perdido en su clásica sección Informe confidencial, utilizando el condicional y bajo el impreciso título de “Novedad en la AFA”, se hacía eco de un rumor intrascendente que circulaba esa semana por los pasillos de la entidad.

Un tal Víctor López, delegado de la Primera B ante el comité ejecutivo, invocando cansancio, se disponía a renunciar a su cargo y sonaba para su reemplazo el nombre de un desconocido dirigente -fundador y presidente- de Arsenal de Sarandí, por entonces -se había afiliado en 1961- el club más nuevo de la AFA.

El rumor, no hace falta subrayarlo, se confirmó. Julio Humberto Grondona, a sus 34 años, ingresaría en esos días por la puerta de Viamonte 1366, al edificio en el que construiría un imperio y del que recién saldría 48 años más tarde, con los pies para adelante.

¿Habrán remotamente pasado por la cabeza del tal Víctor López (¿de qué club sería?) las rocambolescas consecuencias que su inmanejable pereza traerían al fútbol argentino, aquella mañana que se sintió cansado y decidió renunciar a su cargo?

Trasladamos la inquietud a nuestros amables lectores.