“¿Estás nervioso?, tenés que estar relajado. Relajate y disfrutá la vida”. Un volcán de pus y sangre, que amenaza púrpura con crecer hasta poner en sombras a su nariz punteaguda, delata la juventud del Zlatan Ibrahimovic que dice estas palabras. Se las dice a un señor mayor, de unos cuarenta y largos, que luego sabremos que es el manager del Malmo FF y que tiembla porque está viajando a Ámsterdam para cerrar la mayor transferencia en la historia del club. Ajax pagará 9 millones de euros por un flaquito narigón de apenas 19 años.
Pese a la poca información para el espectador, esa escena inicial del documental Becoming Zlatan (2015) plantea una idea que subyace en toda la película. Zlatan maduró antes que muchos. Zlatan siempre supo que Ibrahimovic era una estrella. Zlatan disfruta de jugar a la pelota y de escapar de lo que su vida en las calles de Malmo debía ser. Zlatan es un caos controlado. Ibrahimovic es un profesional del fútbol.
El documental de los hermanos Gertten, Fredrik y Magnus, se concentra en esos primeros años de la carrera de Zlatan. La película viaja, en tiempo y espacio, a cada rato. De Malmo, donde irrumpe como un niño conflictivo, dentro y fuera de la cancha, al que muchos aconsejan, a Ámsterdam, con su millonaria llegada y la obligación de dejar de ser una promesa mientras lucha contra la adaptación y los egos, propios y ajenos.
Podríamos señalar muchas cosas malas en el film: sus baches argumentales, su falta de ritmo, algunas anécdotas reconstruidas con poca gracia, su música popera y sentimental, demasiado llamativa, incluso el recorte arbitrario de la vida de Ibra, falta su adolescencia como también falta su paso por Barcelona. Pero queremos ser más generosos, como propone el propio Zlatan, al defender a un compañero tan problemático como él, en un hermoso diálogo: “¿Vos no te equivocás? Todos cometemos errores. De vos no habla nadie porque sos un periodista. Mañana será otro día”.
Entonces, preferimos destacar al documental, y recomendarlo, por lo que tiene de bueno. Vemos imágenes inéditas, al menos fuera de Suecia, de los primeros meses de Zlatan como profesional. Un pibe flaquito, ni un músculo marcado, que decía las mismas cosas de si mismo que dice ahora, pero mucho antes de poder confirmarlas. Como, por ejemplo, que es un jugador “técnico” porque “visto pies técnicos” (en inglés: “I wear technical feet”), o que “el fútbol inglés es una mierda”, coherentemente la única gran liga donde nunca jugó.
Sus charlas en vestuarios clase C y sus peleas con compañeros clase C y rivales clase D no tiene desperdicio. Tampoco sus partidos en canchas sin tribunas, sus contactos directo con hinchas, que lo aman o lo amenazan, o ver que un chiquito lo ignora y le pide autógrafos a otros futbolistas de Malmo FF, que hoy deben ser cajeros en un supermercado.
Sobre todo, vemos en acción al primer Zlatan. El que gambeteaba, y sobraba, más a sus rivales y hacía menos piruetas de Taekwondo. Descubrimos algunos jugadas perdidas de sus dos años en Malmo y recordamos algunas de sus grandes maravillas en Ajax. Como ese imborrable gol a NAC Breda, que viene aderezado con una historia genial, muy poco conocida.
“Si la cagas, yo te voy a cagar a vos. Y te voy a cagar la carrera, no vas a jugar nunca más”, le dijo Leo Beenhakker a un joven y conflictivo Zlatan cuando llegó a Ajax.
También, la película vale la pena por sus testimonios. Escasos pero buenos. En particular, las entrevistas con directivos, técnicos y compañeros en Ajax. Nuestro favorito es Leo Beenhakker, el tipo que decidió en 2001 que los holandeses pagaran esa fortuna por Ibrahimovic. “Si la cagas, yo te voy a cagar a vos. Y te voy a cagar la carrera, no vas a jugar nunca más”, cuenta Leo, imitando a Tony Soprano, que le advirtió a Zlatan, preocupado por fama de indisciplinado. La carrera de Ibra continúa al más alto nivel.
No así la del irreconocible Mido, ese egipcio que pintaba para crack, ni la de nuestro querido Andy Van der Meide. Esos dos testimonios, de sus grandes amigos en Ajax con los que competía por comprar el auto más caro, levantan la película con un triángulo amistoso de irresponsabilidad. La rivalidad deportiva con Mido, su alter ego profesional quien le ganó el puesto y, cuando lo perdió, intentó agredirlo y lo echaron del club. Su empatía con Andy, otro solitario con una infancia complicada (el padre de Zlatan era alcohólico y el Van der Maide ludópata). Ibrahimovic es hoy parte de todo eso.
La película elige terminar con su consagración en Juventus, repasa la gloriosa temporada debut del sueco en la Vecchia Signora y el regreso como superestrella a su patria. Varias voces construyen, un poco a las apuradas, esa etapa. Entre ellas su DT, Fabio Capello, pero apenas habla unos minutos y nos quedamos con ganas de más. También aparece Luciano Moggi, autor intelectual del Calciopoli. “Si no fuera estrella de fútbol hubiera sido un ladrón de bicicletas”, resume la vida de Zlatan con sencillez el manager deportivo de esa Juventus. Por suerte para todos, Ibrahimovic demostró que era tan grande como ese joven Zlatan decía.