Se vivían momentos difíciles, cuándo no, en la Argentina de 1962. Arturo Frondizi que había ganado las elecciones con el peronismo proscripto, gobernaba vigilado por los militares, divididos en azules  y colorados. ¿Crispación?, se preguntarán algunos con la mirada de hoy. No, gorilismo rabioso. En aquella Argentina, los demócratas no le hacían asco a los golpes de Estado para derrocar presidentes. Esas movidas eran moneda corriente, siempre perpetradas por militares que representaban otros intereses, los de una parte minoritaria de la sociedad que no estaba dispuesta a deponer sus privilegios.

En ese contexto, el mundo del fútbol estaba conmovido por la aparición de incipientes hechos de violencia en las tribunas, en algo que bien podríamos definir como los primeros palotes de lo que fue creciendo en forma exponencial hasta llegar a la insostenible situación actual.

En medio de este menjunje estaba la revista El Gráfico, dirigida por el mítico Dante Panzeri, a quien -más allá del bronce que hoy recubre su recuerdo- bien se lo puede definir como un hombre de su tiempo, con sus errores y contradicciones. Porque Panzeri era una suerte de justiciero que no medía consecuencias a la hora de decir lo que pensaba. Era un periodista comprometido con la transparencia del deporte y un fervoroso defensor del amateurismo. Pero en esa defensa de las que él consideraba causas nobles, Panzeri se convertía en un cruzado, en un moralista y, lo que es peor aún, en un fanático que no medía los alcances de las soluciones que proponía.

cruzada 3 webMientras la Argentina se preparaba para defender en la 8ª Reunión de Cancilleres de Punta del Este la expulsión de Cuba como miembro de la OEA y la administración de Frondizi era apretada como un tomate por factores de poder económicos y militares, Panzeri lanzaba el 10 de enero de 1962, desde la página editorial de El Gráfico, lo que llamó La Cruzada Honoraria de la Decencia, que expresaba lo siguiente: “Si usted es de los que quieren el orden, el respeto recíproco y la civilización del fútbol, mándenos este cupón. Una vez reunidos los suficientes ‘soldados’ de la Cruzada Honoraria de la Decencia elevaremos su ofrecimiento a la AFA y a la Policía Federal para que sus servicios sean sanamente utilizados en bien del fútbol y del espectáculo. Antes del 17 de febrero les diremos a la AFA y a la Policía: ¡Aquí están los nombres de los 10 mil argentinos dispuestos a terminar con el caos del fútbol! Ya no se podrá hablar de insuficiencia de medios para combatir el delito”. Panzeri terminaba ofreciendo un cupón que los lectores debían completar y enviar a la dirección de la revista y se comprometía a cruzar los datos personales de los lectores dispuestos a participar con los archivos de la Policía, para asegurar la falta total de antecedentes de los interesados en integrar la cruzada moralizadora.

La curiosa propuesta era la conformación de un grupo parapolicial. Eso sí, con un carnet que habilitaba a su poseedor a denunciar ilícitos en las comisarías correspondientes, ya persuadidas de responder en forma prioritaria ante los datos de inteligencia espontánea que aportaban los “hinchas decentes”. Para insuflar el fervor militante, las páginas de la revista estaban plagada de arengas como “Se necesitan 10 mil hinchas de paz”, “Terminar con el botellazo, el insulto, lo obsceno y antihigiénico del fútbol es contribuir a sanear el país”, “Las soluciones no deben llegar solamente del Gobierno, la Policía o la AFA: también nosotros debemos darlas”, “Un domingo de fútbol pacífico puede ser seis días de vida argentina placentera. Logrémoslo desde la cancha de fútbol. Ayúdese usted mismo persiguiendo la delincuencia, denunciando al energúmeno, haciéndolo detener”, “¿Usted prefiere no molestarse, no discutir, ‘no meterse’ donde vea un delito y encontrarse algún día con el delincuente en su casa? Si no es así, persiga al delincuente allí mismo donde empieza, en la cancha de fútbol, en la calle, en el subte, en el tranvía, en el tren, en la patota que sale del estadio a asaltar comercios, a destruir transportes festejando una victoria o exteriorizando disgusto por una derrota”, “Frenemos al caos antes que el caos termine con el orden”, “La batalla tiene un fácil ganador, el bien, usted, los demás, todos”, “Antes de que las turbas acaben con el orden, terminemos con las turbas” “Derrote al Mal” y ni se imaginan cuántas otras frases por el estilo.cruzada 4

La propuesta se siguió fogoneando durante las sucesivas ediciones de la revista, con mucha menos respuesta que la imaginada por Panzeri, que pretendía llegar a las 10.000 firmas. La primera semana mandaron su cupón 26 personas, y en la segunda llegaron a las 156 adhesiones. Cada semana se duplicaba o triplicaba la apuesta y se arengaba con fervor religioso.

Mientras El Gráfico seguía agitando su cruzada, Frondizi se vio obligado por presiones militares y de Estados Unidos a romper relaciones con Cuba; moría radical Crisólogo Larralde y se oficializaba la fórmula Framini-Anglada como candidatos justicialistas a gobernador y vice de la Provincia de Buenos Aires, aunque desde el Ejército se anunciaba que no se toleraría un triunfo peronista en las elecciones de medio término que se iban a realizar el 18 de marzo. En síntesis: se vivían los últimos días de Frondizi.

El 14 de marzo Panzeri, enojadísimo, al tiempo que comenzaba el campeonato, dio por terminada su cruzada. En el número 2214 de El Gráfico publicó: “Hemos fracasado. Más de 20 millones de habitantes tiene el país. Alrededor de quinientos mil son espectadores de fútbol. De ellos, solamente mil cien apoyan esta cruzada”. Y cerraba su proyecto diciendo: “Por lo visto prefieren darle la espalda al mal. ¿Seguir como estamos? ¡¡No!! No corresponde. Pero duele pensar que somos ‘una ínfima minoría’. Por eso decimos: hemos fracasado. ¿Nosotros? ¿El Gráfico? ¿Por qué no los argentinos?”.cruzada 2 web

 

Ése fue el final de La Cruzada Honoraria por la Decencia promovida desde El Gráfico por Dante Panzeri, quien poco tiempo después perdería su cargo de director, al negarse a cumplir una orden del dueño de la revista, Constancio Vigil, de publicar una columna de opinión sobre un Boca-River del entonces Ministro de Economía, el tristemente célebre Álvaro Alsogaray. ¿Les suena?

 

-Publicada en UN CAÑO#50 – A