Si en el primer tiempo Ecuador hubiese estado más o menos bien para el penúltimo y el último pase estaríamos hablando de una copia calcada del último partido que perdió la Selección en el Monumental por Eliminatorias: el 0-5 contra Colombia. Aquella tarde del 93, Paraguay empató 2-2 en Perú y sobre el final se perdió el 3 a 2 que hubiese dejado a la Argentina afuera del Mundial de Estados Unidos. Era la última fecha. Esta noche triste del Monumental fue la primera. O sea: queda una vida por jugar. Un millón de puntos en disputa. Tiempo de sobra para arreglar este debut. Pero fue una noche tan pero tan horrible que no es ilógico creer que la clasificación de la Selección para Rusia va a ser un sufrimiento.

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Dice Guardiola que las ligas se ganan en las últimas ocho fechas y se pierden en las ocho primeras. Si pensamos que el técnico del Bayern Munich habla de ligas de 38 o 36 partidos y que en las Eliminatorias se jugarán 18, podemos cambiar el ocho por el cuatro. Y las cuatro primeras fechas de las Eliminatorias Argentina las jugará sin Messi. Y, probablemente, también sin Agüero. A favor, muy a favor, es que Argentina no necesita ganar este campeonato. Le basta con ser cuarto de diez. Y, si se quiere, hasta quinto de ocho, con el respeto de Bolivia y de Venezuela. Con estos jugadores parece como robarle el dulce a un niño, pero… quedaron tantos peros tras el paso de Ecuador por Núñez que no se sabe qué pensar. Nadie quiere ser tremendista, lo que fue alarmante es la no actuación de la Selección. ¿Alguien puede asegurar que fue sólo un mal día? Sí se puede asegurar que este equipo no es confiable.

La única buena noticia, por si alguien todavía tenía dudas, es que Messi no es un problema. Y la ausencia de Messi reveló una segunda cuestión. ¿Por qué Lionel no desequilibra en la Selección como en el Barcelona? Porque juega más atrás. Porque, aunque no se note, se involucra en el mediocampo para resolver los problemas que hoy demostró tener el equipo. Básicamente, lo que evidenció la Selección es que no tiene mediocampo. Con Mascherano metido entre los centrales (que se llevaron a marzo varias materias sobre cómo manejar la pelota) para ser salida, el medio queda formado con Biglia y Pastore. Un equipo normal, con un técnico sensato, le pone un hombre a cada uno y Argentina está lista. Porque a los tres delanteros les gusta ir para adelante (¡y a qué velocidad, por favor! ¡alguien que les diga que bajen un cambio!), les gusta tener la pelota y, para ellos, la asociación con un compañero es sólo una opción cuando la técnica individual no les permite resolver. Pero si los que les tienen que dar la pelota a los delanteros no la tocan…

Lo de Argentina ni siquiera fue un problema de manta corta. Ni la sábana de abajo encontró Argentina. Los problemas defensivos no fueron por atacar mucho y los problemas ofensivos no fueron por defender mucho. La Selección no hizo nada. Ni siquiera rebelarse. Y esa es peor señal que un juego inexistente.

Otro gran problema es que Argentina no cuenta con un plan alternativo. Ecuador lo presionó y la Selección se hizo pis encima. Mascherano, el líder, se dedicó a mover la pelota sin ninguna trascendencia. Nadie se la pidió, nadie se ofreció, salvo Biglia un par de veces. Y la pelota terminó demasiadas veces en Otamendi (por algo Ecuador lo dejó siempre solo) y, por consiguiente, en un pelotazo a ningún lado.

El rival le planteó un problema a la Selección y la Selección no tuvo ni la más mínima idea de cómo resolverlo. Se entregó mansita a su angustia. Y si decíamos que al medio le faltaba gente y Martino sacó a Pastore para poner a Lavezzi… En fin… Fue ahí donde Ecuador encontró los dos goles que ya merecía desde la primera parte. Primera parte que nos permitió escuchar la indicación de Martino a Tevez antes de mandarlo a la cancha: “Entrá y levantá a la gente”. En aquella tarde de Colombia, el Coco Basile había mandado a la cancha al Turco García y le había dicho: “Entrá y hacé quilombo”. Más coincidencias…

Lo de Argentina ni siquiera fue un problema de manta corta. Ni la sábana de abajo encontró Argentina. Los problemas defensivos no fueron por atacar mucho y los problemas ofensivos no fueron por defender mucho. La Selección no hizo nada. Ni siquiera rebelarse. Y esa es peor señal que un juego inexistente.

Será difícil el camino de Argentina hacia Rusia. La gente parece haber decidido que del Mundial y, sobre todo, de la Copa América, lo que se puede sacar en limpio es que perdió la final y no que llegó hasta ahí. Más allá de la ausencia de Messi, el Monumental sin completarse marca una pauta. Otra es que a la gente que fue le faltó celebrar la lesión de Agüero para ver a Tevez en el campo. Sensaciones feas desde afuera. Pero lo que importa es lo de adentro. Y ahí las sensaciones fueron horribles.