Mañana se cumplirán seis meses. Hace seis meses los hinchas de San Lorenzo se sacaban un gran peso de encima. Ya no iban a soportar más cargadas por no tener una Libertadores. Que si la primera ronda, que si los rivales, que si los planteos de Bauza… Ya fue. A nadie le importa. San Lorenzo es el campeón de América.
El tema es que el título fue un alivio (grande, bien grande, enorme, claro que sí), pero no sirvió para sentar base alguna. Y San Lorenzo, seis meses después, anda a la deriva por las canchas.
Bauza se ganó una estatua de oro en Boedo por darle al barrio lo que quería. Pero la vida sigue y San Lorenzo también. Y después de la celebración interminable, el que se terminó fue el fútbol de San Lorenzo. Al principio, durante el torneo local pasado, la excusa fue que los jugadores estaban relajados. Lógico. Una vez pasado un tiempo prudencial, la excusa fue que el plantel estaba pensando en el Mundial de Clubes. También lógico, aunque hubiese sido más recomendable pensar en semejante acontecimiento poniendo al equipo a punto.
Se fueron Correa y Piatti, cierto, dos tipos fundamentales para la creación y para los goles, nada menos. Pero en vez de llorar, lo que había que hacer era encontrarle la vuelta a esas bajas. Bauza nunca estuvo ni cerca de lograrlo. Su receta fue reforzar el mediocampo y olvidarse de la delantera.
Se salvó del papelón ante un equipo neocelandés que ya nadie recuerda su nombre por un gol en el alargue. ¿Qué podría haber hecho contra el Madrid después de ese antecedente? Poco más de lo que hizo: salir a que no lo golearan, en una muestra tristísima de conformismo para un equipo con la historia de San Lorenzo.
El nuevo año, se suponía, renovaría el espíritu. Pero… Las cosas no empezaron muy bien. Ya ni las tres patas del club están firmes. Los dirigentes no están para nada de acuerdo con los planteos de Bauza pero no se animaron a hacerse cargo de no renovarle el contrato al técnico que les dio la Copa. Ni siquiera están de acuerdo con algunos refuerzos que pidió (y le trajeron, para seguir dándole gustos).
Cuando Bauza y sus jugadores tuvieron que hablar en la cancha, se quedaron mudos. Lo del Monumental fue una ofensa al hincha. Y lo del Nuevo Gasómetro, algo parecido. Y eso que por la lesión de Kalinski, el técnico se vio obligado a poner a un jugador más ofensivo como Villalba. Lo grave de los planteos de Bauza, básicamente patear la pelota para arriba, es que San Lorenzo se encontró con una buena cantidad de situaciones para marcar (en las dos canchas) y no convirtió ni una. Si no tenés fútbol asociado, lo menos que podés hacer es aprovechar esas circunstancias. San Lorenzo, ni eso. Pero la Copa brilla en las vitrinas y parece ser lo único que importa.
¿Es lo único?