dybala interiorSobran goles argentinos en el mundo. Sin ir más lejos, en la liga italiana, la tabla de goleadores la encabezan cuatro argentinos: Icardi, Tevez, Higuaín y Dybala. Y hablamos de un campeonato cosmopolita, con europeos del este y el oeste, africanos, sudacas varios y asiáticos.

En España, todo se resume en una competencia de dos. Madrid-Barcelona a nivel clubes, y Cristiano-Messi en términos personales. En cuanto a eficacia en la red, esta temporada la va ganando el portugués. Pero la pólvora de Leo no se discute. Es nuestro artillero nacional y su lugar de escolta en el torneo español es una marca a reivindicar.

Pero cuidado con hacer un paralelismo mecánico entre estas campañas individuales y la Selección. Si nos atuviéramos al rendimiento de los delanteros argentinos, y sumáramos como almaceneros la cuota de cada quien, nos ilusionaríamos con una formación arrolladora de la que esperaríamos una goleada detrás de otra.

Está a la vista que no es así. En el último Mundial, teníamos un capital de goles envidiable, sin embargo Argentina apenas convirtió dos en los cinco partidos del tramo final (cuatro más tres suplementarios).

La disposición natural de ciertos futbolistas a meterla puede resultar inocua, si el entrenador enarbola una idea de juego que considera el gol como producto suntuario y privilegia la protección defensiva, la supervivencia en la trinchera como exitosa identidad. El que no busca, no encuentra.

Así que antes de pensar en cañoneros, habría que definir un lenguaje futbolístico (bello y ofensivo), y luego citar a los que cuajen con él. De allí debería partir el Tata Martino.

Se sabe que, como sus antecesores, el ex entrenador de Newell´s respetará el plantel heredado. Apellidos más, apellidos menos. Pero cuando empiecen a despuntar las novedades y se vea el aporte de autor, sería muy promisorio que no se inclinara por los “goleadores”.

Es decir, que pasara por alto las tablas que publica el Corriere dello Sport, habida cuenta de que los implacables animales de área del calcio a veces se transforman en cachorros tristes, inofensivos, apenas se calzan la camiseta celeste y blanca.

En tren de sugerirle ideas productivas al entrenador de la Selección y no limitarnos a observar desde el mangrullo como se viene el malón, arrimamos el nombre de Paulo Dybala.

Ya lo hemos defendido en este espacio, pero creemos que no es redundante relanzarlo con desembozado fanatismo. No se trata sólo de tal o cual futbolista. Sino de imponer otro modelo. Basta de supuestos nueves picantes, definidores mortíferos que se jactan de no tocar la pelota más que en los momentos indicados (para la foto de tapa).

Queremos al chico del Palermo porque además de ser un crack encarna al atacante completo, el paradigma a promover. Organiza juego, le pega con exquisita técnica, hace goles, tira paredes, gambetea cuando debe, es corajudo, no juega para la tribuna… Mejora al equipo, no se sirve del equipo para filtrarse en alguna vidriera más vistosa.

Figura entre los goleadores del calcio, se dijo al comienzo. Pero el dato es una minucia comparado con la oferta general del cordobés.

Atento, Martino. Cuando vuelve a sonar Tevez como el salvador que nunca fue y el marido de Wanda Nara recobra notoriedad fuera de las revistas del espectáculo es fácil confundirse. Se trata de un sistema agotado. De la apología del egoísmo. Otros tiempos. Los goles tienen que ser de todos, como dijo la Presidenta, aunque, ya sé, se refería a otra cosa.