La recepción y apertura de sobres se iba a realizar el lunes a las 16. Las empresas oferentes debían presentarse en la AFA una hora antes para hacer efectivas sus propuestas.
Así ocurrió. Pero cerca de las 17, se supo que había un problema técnico en la oferta de Fox/Turner y comenzaron las dificultades. Primero se dijo que le iban a dar 24 horas para corregir, pero las otras dos empresas (ESPN y Media Pro) pusieron el grito en el cielo y amenazaron con retirar sus respectivas ofertas. No hay mucho para decir: tenían razón. Si la propuesta de Fox/Turner estaba mal hecha por la razón que fuere, lo lógico hubiera sido eliminarla de la competencia. Pero no. Cerca de las 9 de la noche se firmó un acta para entregarle a Fox/Turner un rato más (hasta el mediodía del martes), en la que ESPN y Media Pro estamparon su firma manifestando disconformidad. Está claro que si la elegida llegara a ser Fox/Turner, quedarán explicitadas las sospechas de una licitación amañada. No debería ser así, pero en el país del todo vale y mucho más en la AFA del 38-38, la transparecia alcanza a una cuarta dimensión.
Lo concreto es que desde agosto, y con dos contratos que en teoría deberían mantenerse vigentes hasta 2019 (el de Fútbol de Primera y el de Fútbol para Todos), la AFA le entregará los derechos de las transmisiones a una tercera empresa. Es curioso que, quien gane la licitación, deberá hacerse cargo de cancelar la demanda (en caso de que la AFA la pierda) de 3 mil y pico de millones de pesos de Torneos y Competencias por la rescisión unilateral que la AFA realizó en 2009 para acordar rato después la firma del Fútbol para Todos con el Gobierno anterior.
No trascendieron los montos exactos de lo que prometieron las empresas (sin embargo se dijo que todas las presentaciones, pesos más o pesos menos, rondan los 3 mil 300 millones de pesos), pero sí se supo cuál sería la forma de recuperar dinero por la transmisión. ESPN recargaría el costo del cable entre 80 y 120 pesos, pero sin hacer especial hincapié en un Fútbol Premium. Además crearía un canal exclusivo para el fútbol local, tal como lo tiene en Brasil. Fox/Turner y Media Pro, en cambio, irían por el lado de cobrar entre 12 y 20 dólares por mes para poder ver todos los partidos. Estamos hablando de entre 200 y 320 pesos.
Desde la AFA se dice que no sólo se basarán en la oferta de dinero para entregar los derechos y que tendrán muy en cuenta cuál será el sistema de transmisión, por lo que lo lógico sería avanzar más en el sentido de ESPN que en lo que ofrecen las otras dos empresas. Ya que se va a sacar un derecho adquirido (como lo es Fútbol para Todos), que por lo menos sea lo menos doloroso para la sociedad. Aclaro, por las dudas, para que no haya suspicacias que descalifiquen mi opinión, que sería imposible que volviera a trabajar para ESPN: fui despedido hace 5 años y mantengo aún hoy un juicio laboral. Por otra parte, ya fui muy claro cuando dije públicamente que el presidente y vicepresidente de esa empesa en este hemisferio, Guillermo Tabanera y Pablo Mamone, manejan a ESPN como si fueran patroncitos de estancia. Disponen de los recursos de la empresa con caprichos inadmisibles, todos bajo un aura de cursos de ética y transparencia y reglas claras que no son tales. Sin ir más lejos, mientras proponen pagar 3 mil y pico de millones de mangos por los derechos del fútbol, vienen de dejar un tendal con despidos masivos sin pagar indemnizaciones a periodistas y columnistas que ganaban no más de 30 mil pesos. No sólo no son diferentes a la mayoría de los empresarios argentinos sino que son peores. Pero una cosa no quita la otra. La oferta de ESPN es mejor que las de las otras empresas. Basicamente para la gente. Que es lo único que debería interesarnos a los periodistas más allá de nuestras cuestiones personales.
Ya fue dicho en reiteradas oportunidades que quien firma estas líneas lamenta que finalice el Fútbol para Todos. Que las clases menos acomodadas tengan la oportunidad de acceder gratis al fútbol es algo que no se debería perder en un país tan desigual como el nuestro. El argumento de que el fútbol no es importante y que ese dinero se debería usar para otras cosas más trascendentes es falaz, cínico y clasista.
Falaz porque de ninguna manera los 2 mil y pico de millones que se hubiera invertido (no gastado) en el fútbol serán utilizados para hacer escuelas u hospitales, por citar dos asuntos con los que estaríamos de acuerdo.
Cínico porque aquella suma de 2 mil millones de pesos parece una broma al lado de la trasferencia der recursos que se hizo de los sectores pobres y medios hacia los más concentrados de la economía. A vuelo de pájaro digamos que se le quitó de retenciones al agro y a las mineras (45 mil millones de pesos y 223 millones de pesos), se le condonó una deuda a las empresas eléctricas con el fisco (19 mil millones de pesos), se intentó licuar una deuda del Correo de Franco Macri con el Estado (en el mejor de los casos debía alrededor de 4 mil millones de pesos y quiso acordar por 600 a pagar en 15 años), se pagaron intereses absurdos por la emisión de Lebacs (ronda los 70 mil millones de pesos en 2016 y se especula con el doble para este año) y tantísimas otras decisiones que, en muchos casos, se nos pasaron de largo.
Y clasista porque la esgrimen periodistas y funcionarios que no tienen problemas para llegar a fin de mes y que, para ellos, pagar o no por el fútbol les significa exactamente lo mismo. Porque al fin y al cabo, esa plata no es más que una propina. Con la panza llena siempre es fácil despotricar. “El que pueda pagar, que vea fútbol; el que no pueda, que se joda”, se escucha decir mucho por ahí. Habría que darles un curso sobre lo que significa la expresión “ampliación de derechos”.
Pero bueno. Todo bien. Supongamos que ahora con esos 2 mil millones de pesos se van a hacer hospitales, escuelas, asistencia social, se combatirá el calentamiento global, se fomentará la paz en el mundo y que no ocurrirá como con la quita de los subsidios de las tarifas. O sea una trasferencia directa y salvaje del bolsillo de la gente al de las corporaciones. Ok. Creamos que todo será para bien. Por lo menos, entonces, que los dirigentes elijan aquella empresa que propone castigar un poco menos a la población.