Hace unos meses contamos esta historia y ahora, que el Dr. Bayern regresa al club, la volvemos a publicar para recordar su increíble carrera.
Lo que se sabe es que lo se dijo o se vio públicamente. En abril de 2015, después de la derrota 1-3 ante Porto, en Portugal, Hans-Wilhelm Müller-Wohlfahr, médico de Bayern Múnich desde 1977, renunció a su cargo en el club bávaro. El motivo, anunció en un comunicado, era que se responsabilizó “de manera inexplicable” al departamento médico por la caída y que “la confianza necesaria para trabajar se había dañado”.
La semana anterior, en un partido de la Copa de Alemania en Leverkusen (Bayern empató 0-0 y ganó por penales) Guardiola perdió la línea cuando Benatia salió lesionado. En un gesto feo, en Pep y en cualquiera, se dio vuelta, se acercó al banco de suplentes y comenzó a aplaudir en forma irónica el trabajo del cuerpo médico que acababa de sumar un nuevo paciente a una guardia sobrepoblada (Robben, Ribery, Lahm Alaba, Thiago, Javi Martínez) justo en el tramo decisivo de la temporada.
Tras este incidente y la caída en Champions de un Bayern diezmado -que luego remontó con un 6-1 de local y avanzó a semis- la salida del médico de 72 años se interpretó en la prensa local como el último de los varios cruces que Guardiola y Müller-Wohlfahrt habrían tenido en los últimos meses. La revista Kicker, en tanto, aseguró que fue el propio presidente Karl-Heinz Rummenigge el que responsabilizó al cuerpo médico de la derrota.
Guardiola, ante la prensa, rechazó toda polémica. “Si perdemos es mi responsabilidad, siempre. No de la Junta Directiva, no de los fisioterapeutas, no de los médicos”. Y agregó: “Podríamos haber perdido contra Porto incluso si hubieran estado disponibles los jugadores lesionados”. El club se limitó a decir que “FC Bayern ha registrado con pesar la decisión del doctor Hans-Wilhelm Müller-Wohlfahrt”. Matthias Sammer, director deportivo, aseguró: “Nadie le echa la culpa de la derrota”.
Desde fuera de la institución, Stefan Effenberg, excapitán de Bayern, afirmó ante un micrófono de Sky TV que el episodio ponía en evidencia que estaban pasando cosas “muy graves” en el club. Las diferencias entre DT y cuerpo médico ya se habían hecho públicas cuando, ante una nueva lesión de rodilla de Thiago, Pep decidió enviar al jugador a Barcelona para que lo asista el doctor Ramón Cugat, en vez de remitirlo con el médico del club. Según Daily Mail, lo que molestaba a Guardiola era que Müller-Wohlfahrt no estaba junto al equipo -a las prácticas sólo asistían sus colaboradores, su hijo Kilian, Peter Ueblacker y Lutz Hansel- y que atendía a los lesionados en la exclusiva clínica privada que tiene en el edificio Alte Hof, la residencia imperial de Luis IV en el siglo XIV, en el centro de Múnich.
En su columna en Perfil, Juan Manuel Herbella recuerda que Guardiola ya había mostrado su injerencia en los servicios médicos cuando estuvo en Barcelona. Entonces, impulsó la creación de un centro de asistencia en la Ciudad Deportiva de Sant Joan Despí y renovó el plantel médico. Uno de los contratados, por pedido de Pep, el fisiólogo Esteban Gorositaga descartó ante los dirigentes la posibilidad de ganar Liga, Copa y Champions con un plantel tan corto. Cuando terminó la campaña y Barça conquistó el triplete Gorositaga fue despedido.
El caso de Müller-Wohlfahrt es muy diferente. No se trata de un viejito que está hace mucho en el club como un mueble olvidado y al que nadie conoce. Es un tipo elegante que, por su largo pelo negro y su piel lisa, parece veinte años más joven. Es, además, una celebridad en su país. Está en la lista de las 100 personas más influyentes del deporte alemán. Trabajó con 23 entrenadores de renombre -Beckenbauer, Magath, Trapattoni, Hitzfeld o Van Gaal- con un único incidente, renunció en 2008 cuando el DT era Klinsmann y volvió cuando dejó de serlo. En la cancha, los hinchas lo corren para pedirle autógrafos o fotos, la seguridad del estadio lo saluda. Doctor Bayern le dicen todos con cariño. Desde los ’90 es médico de la selección alemana. La Federación salió ahora a bancarlo y confirmó que seguirá en su cargo. El DT, Joachim Löw, afirmó: “Confió en Müller-Wohlfahrt al 100 por ciento”.
Internacionalmente disfruta de una extendida reputación de gurú médico de deportistas de élite y de figuras del espectáculo, como Bono o Pavarotti. Lo conocen como el Sanador Hans y según una de sus asistentes el precio del tratamiento “varía con el paciente, dependiendo de la complejidad, el tiempo y otros factores”. Atendió las articulaciones de Boris Becker y de futbolistas desde Ronaldo, Redknapp o Chiellini, y de todos los cracks alemanes de las últimas cuatro décadas. Michael Owen dice que le salvó la carrera. Le curó una artritis reumática que le provocaba parálisis en las manos al golfista José María Olazábal, que luego ganó Augusta en 1999. También trabaja con varios atletas de pista, como Paula Radcliffe, Kelly Holmes, Tyson Gay o Maurice Greene. Y atiende a Usain Bolt -lo ayudó a recuperarse de una lesión antes de los Juegos de Río- desde que el hombre más rápido del mundo tenía 16 años y era callado.
Su tratamiento se basa en “inyectar preparaciones homeopáticas y substancias como Actovegin, una preparación de aminoácido derivado de la sangre de ternero, y lubricantes que contienen ácido hialurónico purificado -que se extrae de la cresta de los gallos- y antioxidantes”.
Sus resultados son difíciles de igualar. Asegura que cura lesiones musculares en dos semanas. Pero sus métodos generan debate en el ambiente médico. Un detallado informe de Mike Fish para ESPN.com califica a su tratamiento de “primitivo”. “Practica una mezcla única de medicina homeopática -con sustancias naturales- y acupuntura. El alma de sus tratamientos es lo que Müller-Wohlfahrt llama ‘infiltraciones’, en las que inyecta en los lugares de lesión preparaciones homeopáticas y otras substancias: cosas exóticas como Actovegin, una preparación de aminoácido derivado de la sangre de ternero, y lubricantes que contienen ácido hialurónico purificado -que se extrae de la cresta de los gallos- y antioxidantes”.
En este documental de 2001 lo vemos en acción. Müller-Wohlfahrt aplica sus agujas sobre la espalda de un jugador de la selección alemana. Los deportistas reconocen que el método es extremo pero aceptan el sacrificio para recuperarse más rápido. El Actovegin fue prohibido brevemente en 2000 por el Comité Olímpico. Todavía hoy no se permite su uso en EEUU y Canadá, aunque sus gobiernos no explican por qué. En la comunidad médica se cree que podría trasmitir enfermedades.
“Estoy convencido que es una de las mejores medicinas en la Tierra”, dice Müller-Wohlfahrt. “Ayudo a tanta gente así, debería ser utilizada en todos lados. Ayuda al metabolismo, a una mejor circulación de la sangre, una mejor energía y mejor regeneración”, enumera. Hans admite que casi todas las inyecciones que aplica incluyen ese compuesto de color marrón claro. Cuenta que antes se producía en Dinamarca pero que ahora lo consigue vía Austria, y que se consume en Rusia, China y Corea del Sur, además de Europa.
La principal crítica de otros médicos es que Müller-Wohlfahrt nunca presentó estudios que avalen su tratamiento. “Mucha gente quiere ver trabajo científico”, reconoce. “Yo estoy acá para ayudar a los pacientes no para hacer ciencia”, se excusa. Se define como un “doctor empírico”, fruto de la experiencia. Dice que administró más de un millón de inyecciones en su carrera y que diagnosticó 35 mil lesiones musculares gracias a que puede “ver con los dedos”. Asegura que todos los compuestos que utiliza los probó primero en él.
Su medicina está basada en la lógica del ensayo-error desde sus comienzos a fines de los ’70. “Inventé terapias que no existían. Una jeringa de medicina homeopática, dos, tres o cuatro. La idea era buscar el funcionamiento y escuchar al paciente. ¿Qué dice? ¿Duele? ¿No hay efecto? Nos decía: ‘Lo que hiciste la otra vez estuvo muy bien’. Entonces anotábamos todo. Así desarrollé el tratamiento”, recuerda. Desde el comienzo, obligado a conseguir resultados: “Bayern Múnich venía de ser tricampeón de Europa. Estaban Franz Beckenbauer, Gerd Müller, Sepp Maier. Ellos eran mis pacientes. Yo era muy joven y tenía que ser exitoso”, explica.
Y lo consiguió. Muchos consideran a su tratamiento como milagroso. Él no está de acuerdo. “No me gusta esta imagen de milagro. No es la palabra correcta. Me buscan como a un sanador. Vienen hasta acá porque creen en mí”, concluye. Es una cuestión de confianza. La que siempre vuelven a tenerle en Bayern.