En 1891 se disputó el primer torneo de fútbol oficial documentado fuera del Reino Unido y Países Bajos. ​Inmigrantes ingleses y escoceses se organizaron después de varios años de intentos y, con seis equipos inscriptos, pusieron en marcha el campeonato argentino. Belgrano Football Club, Buenos Aires and Rosario Railway, Buenos Aires Football Club, Old Caledonians, Saint Andrew’s y Hurlingham Football Club fueron los pioneros del fútbol sudamericano.

El certamen lo jugaron cinco de esos seis fundadores, ya que el equipo de Hurlingham se retiró antes del comienzo por diferencias con la conducción. John Ravenscroft, el presidente del prestigioso y centenario club del oeste del Gran Buenos Aires, no presentó a su institución en solidaridad con Alejandro Watson Hutton, el hombre reconocido hoy como el padre del fútbol argentino. Es que Hutton había renunciado tiempo antes a Saint Andrew’s para fundar el Buenos Aires English High School (más tarde denominado Alumni) y por eso fue ignorado por Alec Lamont, principal impulsor del campeonato y representante de Saint Andrew’s.

En abril se cumplirán 130 años y Hurlingham, que podría haber sido el primer pueblo de los suburbios en tener su representante en el fútbol argentino (Buenos Aires and Rosario Railway jugaba en Campana pero era del actual barrio de Belgrano R), nunca más volvió a estar cerca de competir en los torneos oficiales. En ninguna otra zona del oeste se jugó antes de manera organizada a este juego y probablemente haya tenido fútbol al mismo tiempo que las ciudades del sur, donde los trabajadores del ferrocarril fundaron los clubes que aún hoy marcan el paso en nuestro país.

De los 24 distritos del “Conurbano bonaerense”, solo dos no tienen representación en el fútbol de AFA: José C. Paz y Hurlingham. Ambos nacieron en 1994, cuando se llevó a cabo una nueva distribución territorial. El primero, parte del antiguo partido de General Sarmiento, es zona de influencia del Club Atlético San Miguel, cuyo estadio está en el municipio de Malvinas Argentinas a pocos metros del límite distrital. En cambio, Hurlingham no ha tenido una camiseta que identifique a su población, más allá de su pertenencia a Morón hasta 1994.

Por antecedentes y méritos históricos, pero también por presente y futuro, Hurlingham merece recuperar ese lugar que debió corresponderle desde hace más de un siglo. Sede de decenas de clubes de barrio en el que se forman cientos de juveniles y cuna de varios jugadores importantes para el fútbol nacional, sus casi 200 mil habitantes esperan cobrar una deuda demasiado antigua.

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